Ahora
determina en tu mente escuchar con respeto el Dhamma. Mientras estoy
hablando, estate tan atenta a mis palabras como si fuera el Señor
Buddha el que está sentado frente a ti. Cierra tus ojos y ponte cómoda,
calmando tu mente y concentrándola. Permite humildemente a la Triple
Gema de la sabiduría, verdad y pureza que habite en tu corazón como
una forma de mostrar respeto al Completamente Iluminado.
Hoy no te
he traído nada de sustancia material para ofrecerte, sólo Dhamma, las
enseñanzas del Señor Buddha. Deberás entender que incluso el mismo
Buddha, con su gran abundancia de virtud acumulada, no pudo evitar la
muerte física. Cuando alcanzó una edad avanzada cedió su cuerpo y
abandonó la pesada carga. Ahora tú también debes aprender a estar
satisfecha con todos los años que has dependido de tu cuerpo. Deberías
sentir que es suficiente.
Como
utensilios de la casa que has tenido por largo tiempo – tazas,
platillos, platos, etc. – cuando recién los tenías estaban limpios y
brillantes, pero ahora, después de haberlos usados por tanto tiempo,
están empezando a desgastarse. Algunos están rotos ya, algunos han
desaparecido, y aquellos que han quedado están desgastándose, no
tienen forma estable. Y es su naturaleza ser así. Tu cuerpo es igual...
ha estado cambiando continuamente desde el día que has nacido, a
través de la niñez y la juventud, hasta ahora que has alcanzado la
vejez. Debes aceptar eso. El Buddha dijo que las condiciones, ya sean
condiciones internas, corporales o condiciones externas, no son uno
mismo, su naturaleza es cambiar. Contempla esta verdad claramente.
Este
trozo de carne acostado aquí en decadencia es realidad[1].
Los hechos de este cuerpo son realidad, son la enseñanza atemporal del
Señor Buddha. El Buddha nos enseñó a contemplar esto y hacer las paces
con la naturaleza. Tenemos que ser capaces de estar en paz con el
cuerpo, no importa en que estado esté. El Buddha enseñó que deberíamos
asegurarnos de que sólo el cuerpo es él que está encerrado en la
prisión y de no dejar que la mente sea encerrada junto con él. Ahora
bien, mientras tu cuerpo comienza a quebrantarse y a desgarrarse con
la edad, no te resistas, pero no dejes que tu mente se deteriore junto
con él. Mantén separada a la mente. Da energía a la mente
dándote cuenta de la verdad de cómo son las cosas. El Señor
Buddha enseñó que ésta es la naturaleza del cuerpo, no puede ser de
otra manera. Habiendo nacido envejece y enferma y luego muere. Esta es
una gran verdad que estás atestiguando ahora mismo. Mira al cuerpo con
sabiduría y date cuenta de eso.
Si tu
casa se inunda y se incendia hasta la base, cualquiera que sea la
amenaza, deja que concierna sólo a la casa. Si hay una inundación, no
dejes que inunde tu mente. Si hay fuego, no dejes que queme tu corazón.
Deja que sea sólo la casa, aquello que está fuera de ti, lo que se
inunda o incendia. Ahora es tiempo de permitir a la mente abandonar
los apegos.
Has
estado viva por un tiempo largo. Tus ojos han visto cualquier cantidad
de formas y colores, tus oídos han escuchado tantos sonidos, has
tenido cualquier cantidad de experiencias. Y eso es todo lo que han
sido – experiencias. Has comido deliciosas comidas, y todos aquellos
sabores deliciosos han sido sólo deliciosos sabores, nada más. Los
sabores feos han sido sabores feos, eso es todo. Si los ojos ven una
forma bella, eso es todo lo que es... una forma bella. Una forma fea
es sólo una forma fea. Los oídos escuchan un sonido hechizante,
melodioso, y no es nada más que eso. Un sonido chirriante, discordante
es simplemente eso.
El Buddha
dijo que rico o pobre, joven o viejo, humano o animal, ningún ser en
este mundo puede mantenerse en un estado único por mucho tiempo. Todo
experimenta cambio y privación. Este es un hecho de la vida que no
podemos remediar. Pero el Buddha dijo que lo que podemos hacer es
contemplar el cuerpo y la mente para ver su impersonalidad, que
ninguno de ellos son ‘yo’ o ‘mío’. Sólo tienen una realidad pasajera.
Es como esta casa, es sólo nominalmente tuya. No podrás llevártela
contigo a ningún lado. Lo mismo se aplica a tu riqueza, tus posesiones
y tu familia – son tuyos sólo de nombre. No te pertenecen realmente,
pertenecen a la naturaleza.
Esta
verdad no se aplica a ti sola, todos están en el mismo bote – hasta el
Señor Buddha y sus discípulos iluminados. Se diferenciaron de nosotros
en un aspecto, y es en su aceptación de las formas en que las cosas
son. Vieron que no podría haber otra manera.
Así que
el Buddha nos enseñó a probar y examinar el cuerpo, desde las plantas
de los pies hasta la corona, y luego hasta los pies de nuevo. Sólo
mira el cuerpo. ¿Qué clase de cosas ves? ¿Hay algo intrínsecamente
limpio allí? ¿Puedes encontrar alguna esencia constante? Todo este
cuerpo está degenerándose constantemente. El Buddha nos enseñó a ver
que no nos pertenece. Es natural para el cuerpo ser de esa manera,
porque todos los fenómenos condicionados están sujetos al cambio. ¿De
qué forma quieres que sea? En realidad no hay nada de malo en la forma
en que el cuerpo es. No es el cuerpo él que causa sufrimiento, es el
pensar errado. Cuando ves las cosas en forma errada, es seguro que
habrá confusión.
Es como
el agua de un río. Naturalmente fluye cuesta abajo, nunca fluye cuesta
arriba. Esa es su naturaleza. Si una persona fuera y se parara en la
orilla del río y querría que el agua fluyera costa arriba, sería tonto.
Dondequiera que fuese su pensar tonto no le permitiría tener paz en la
mente. Sufriría debido a su visión errada, a su pensar contra la
corriente. Si tuviera la visión correcta vería que el agua debe,
inevitablemente, fluir cuesta abajo, y hasta que se diera cuenta y
aceptara ese hecho estaría aturdido y frustrado.
El río
que debe fluir cuesta abajo es como tu cuerpo. Habiendo sido joven tu
cuerpo se vuelve viejo y está serpenteando hacia su muerte. No andes
deseando que sea de otra forma, no es algo que tienes el poder de
remediar. El Buddha nos enseñó a ver la forma en que las cosas son y
entonces abandonar nuestro apego a ellas. Toma este sentimiento de
abandonar como tu refugio. Continúa meditando aún si te sientes
cansada y extenuada. Que tu mente esté con la respiración. Haz unas
respiraciones profundas y luego asienta la atención en la respiración,
usando la palabra-mantra Bud-dho. Haz continua esta
práctica. Cuando más extenuada te sientas, tanto más sutil y enfocada
debe ser tu concentración, para que puedas con cualquier sensación
dolorosa que surja. Cuando empieces a sentirte fatigada entonces lleva
todo tu pensar a un alto, deja que la mente se concentre y luego
vuelve a reconocer la respiración. Sólo mantén la recitación interna,
Bud-dho, Bud-dho.
Abandona
todo lo externo. No andes aferrándote a pensamientos de tus hijos y
parientes, no te aferres a nada. Abandona. Deja que la mente se una en
un solo punto y deja que esa mente sosegada permanezca con la
respiración. Deja que la respiración sea tu único objeto de
conocimiento. Concéntrate hasta que la mente se vuelve cada vez más
sutil, hasta que los sentimientos sean insignificantes y haya gran
claridad interna y vigilancia. Entonces, cualquier sensación dolorosa
que surja cesará gradualmente por su propia cuenta.
Finalmente considerarás a la respiración como si fueran algunos
parientes que vienen a visitarte. Cuando los parientes se van los
sigues afuera pare despedirlos. Miras hasta que han salido del camino
de entrada y están fuera de la vista, y entonces vuelves adentro.
Miramos a la respiración de la misma forma. Si la respiración es tosca
sabemos que es tosca, si es sutil sabemos que es sutil. A medida que
se vuelve cada vez más tenue continuamos siguiéndola, al mismo tiempo
despertando a la mente. Por último la respiración desaparece
completamente y todo lo que queda es la sensación de alerta.
Esto se llama encontrar a Buddha. Tenemos la consciencia
clara y despierta llamada Bud-dho, él que sabe, él
que despertó, él radiante. Esto es encontrar y habitar con Buddha, con
conocimiento y claridad. Fue sólo el Buddha histórico él que falleció.
El verdadero Buddha, el Buddha que es saber claro y radiante, aún
puede ser vivido y alcanzado hoy. Y si lo alcanzamos, el corazón es
uno.
Entonces
abandona, suelta todo, todo excepto el saber. No te engañes si surgen
visiones o sonidos en tu mente durante la meditación. Déjalos todos.
No te aferres a nada en absoluto, sólo quédate con esta cautela. No te
preocupes por el pasado o el futuro, sólo estate quieta y alcanzarás
el lugar donde no hay avance, no hay retirada y no hay parada, donde
no hay nada a que aferrarse o que asir. ¿Por qué? Porque no hay ‘yo’,
no hay ‘yo’ o ‘mío’. Todo eso se ha ido. El Buddha enseñó a vaciarte a
ti misma de todo de esta manera, no de llevar algo contigo... saber, y
habiendo sabido, soltar.
Comprender Dhamma, el camino a la libertad del ciclo de nacimiento y
muerte, es una tarea que todos debemos realizar solos. Así
que continúa intentando abandonar y comprende las enseñanzas.
Esfuérzate en tu contemplación. No te preocupes por tu familia. Ahora
son como son, en el futuro serán como tú. No hay nadie en el mundo que
pueda escapar este destino. El Buddha enseñó a dejar aquellas cosas
que no tienen una esencia realmente constante. Si dejas todo verás la
verdad, si no lo haces, no la verás. Así es como es. Y es igual para
todos en el mundo. Entonces, no te aferres a nada.
Aún si te
encontraras pensando, bueno, eso también está bien, mientras pienses
sabiamente. No pienses tontamente. Si piensas en tus hijos, piensa en
ellos con sabiduría, no con estupidez. A lo que la mente se dirige,
piensa en ello con sabiduría, sé consciente de su naturaleza. Saber
algo con sabiduría es abandonarlo y no tener sufrimiento por ello. La
mente es brillante, alegre, y está en paz. Se aleja de distracciones y
está indivisa. Con lo que puedes contar ahora mismo como ayuda y apoyo
es tu respiración.
Este es
tu propio trabajo, y de nadie más. Deja a otros hacer sus propios
trabajos. Tienes tu propio deber y responsabilidad, no necesitas
asumir los de tu familia. No asumas nada más, deja ir todo. Este dejar
todo hará calma a tu mente. Tu única responsabilidad ahora mismo es
enfocar tu mente y llevarla a la paz. Deja todo lo demás a los otros.
Formas, sonidos, olores y gustos... deja que los otros los observen.
Deja todo atrás y haz tu propia labor, cumple tu propia
responsabilidad. Lo que surja en tu mente, sea miedo al dolor, miedo a
la muerte, ansiedad por otros, o lo que sea, dile: “No me estorbes. Ya
no me conciernes más”. Continúa diciendo esto a ti misma cuando ves
surgir estos dhammas.
¿A qué se
refiera la palabra dhamma? Todo es dhamma, no hay nada que no sea
dhamma. ¿Y qué del ‘mundo’? El mundo es el mismo estado mental que te
está agobiando en este momento. “¿Qué harán? Cuando me haya ido, ¿quién
cuidará de ellos? ¿Cómo se las arreglarán?” Esto es todo solamente el
‘mundo’. Incluso el simple surgir de un pensamiento temiendo la muerte
o el dolor es el mundo. ¡Tira al mundo! El mundo es como es. Si le
permites que domine tu mente, ésta se vuelve turbia y no puede ver por
sí misma. Así que sea lo que sea que aparezca en la mente, sólo dile:
“No es mi asunto. Es impermanente, insatisfactorio y no-yo.”
Pensar
que quisieras seguir viviendo por mucho tiempo te hará sufrir. Pero
pensar que quisieras morir enseguida o rápidamente no es correcto
tampoco. Es sufrimiento, ¿no es cierto? Las condiciones no nos
pertenecen, siguen sus propias leyes naturales. No puedes hacer nada
respecto a la forma en que el cuerpo es. Puedes embellecerlo un poco,
hacerlo atractivo y limpio por un momento, como las jovencitas que
pintan sus labios y dejan crecer sus uñas, pero cuando la vejez llega,
todos están en el mismo predicamento. Así es como es el cuerpo, no
puedes hacerlo de otra forma. Lo que puedes mejorar y embellecer es la
mente.
Cualquiera puede construir una casa de madera y ladrillos, pero el
Buddha enseñó que esa clase de hogar no es nuestro verdadero hogar,
sólo es nominalmente nuestro. Es un hogar en el mundo y sigue las
maneras del mundo. Nuestro hogar real es la paz interior.
Un hogar externo, material, bien puede ser bonito pero no es muy
tranquilo. Existe esta preocupación y luego aquella, esta ansiedad y
luego aquella. Así que decimos que no es nuestro verdadero hogar, está
fuera de nosotros. Más tarde o más temprano tendremos que abandonarlo.
No es un lugar donde podemos vivir permanentemente porque no nos
pertenece realmente, pertenece al mundo. Nuestro cuerpo es igual. Lo
tomamos como un yo, como ‘yo’ o ‘mío’, pero en realidad no es así en
absoluto, es otro hogar mundano. Tu cuerpo ha seguido su curso natural
desde el nacimiento, hasta ahora que está viejo y enfermo, y no puedes
prohibirle que lo haga. Es así como es. Desear que sea diferente sería
tan tonto como querer que un pato sea como un pollo. Cuando ves que
eso es imposible – que un pato tiene que ser un pato y un pollo tiene
que ser un pollo, y que los cuerpos tienen que envejecer y morir –
encontrarás coraje y energía. No importa cuanto desees que el cuerpo
siga durando, no lo hará.
El Buddha
dijo:
Anicca vata
sankhara |
Todas las
condiciones son impermanentes |
Uppada vaya
dhammino |
Surgiendo y
desapareciendo |
Uppajjitva
nirujhan ‘ti |
Habiendo
nacido todas ellas deben cesar |
Tesamn
vupasamo sukho |
El calmar las
condiciones es verdadera felicidad |
La
palabra sankhara se refiere a este cuerpo y esta mente. Los sankharas
son no-permanentes e inestables. Habiendo venido al mundo desaparecen,
y aún así todos desean que sean permanentes. Eso es estupidez. Mira la
respiración. Una vez que entra, sale, esa es su naturaleza, así es
como debe ser. Las inhalaciones y exhalaciones deben alternar, tiene
que haber cambio. Las condiciones existen por el cambio, no puedes
prevenirlo. Sólo piensa, ¿podrías exhalar sin inhalar? ¿Se sentiría
bien eso? ¿O podrías sólo inhalar? Deseamos que las cosas sean
permanentes pero no pueden serlo, es imposible. Una vez que la
respiración entra, debe salir. Cuando ha salido vuelve a entrar, y eso
es natural, ¿no es cierto? Habiendo nacido envejecemos y luego morimos,
y eso es totalmente natural y normal. Es porque las condiciones han
hecho su trabajo, porque las inhalaciones y exhalaciones se han
alternado en esta forma, que la raza humana aún está aquí hoy.
Tan
pronto como nacemos estamos muertos. Nuestro nacimiento y nuestra
muerte son sólo una cosa. Es como un árbol: cuando hay una raíz deben
haber ramas, cuando hay ramas debe haber una raíz. No puedes tener una
sin tener la otra. Es un poco divertido ver como en el momento de la
muerte la gente está tan desconsolada y distraída, y en el nacimiento
cuán feliz y encantada. Es ilusión, nadie ha mirado a esto claramente.
Creo que si realmente quisieras llorar sería mejor hacerlo cuando
alguien nace. El nacimiento es muerte, muerte es nacimiento; la rama
es la raíz, la raíz es la rama. Si debes llorar, llora en la raíz,
llora en el nacimiento. Mira de cerca: si no hubiera nacimiento no
habría muerte. ¿Puedes entender eso?
No te
preocupes demasiado por las cosas, sólo piensa: ‘ésta es la forma en
que son las cosas’. Esta es tu tarea, tu deber. Ahora mismo nadie
puede ayudarte, no hay nada que tu familia y posesiones puedan hacer
por ti. Todo lo que puede ayudarte ahora es una consciencia clara.
Entonces
no vaciles. Abandona. Arroja todo.
Aún si no
abandonas, de todas formas todo comenzará a abandonarte. ¿Puedes ver
eso, cómo todas las partes diferentes de tu cuerpo están intentando
escurrirse? Tomemos tu cabello; cuando eras joven era grueso y negro.
Ahora está cayendo. Está yéndose. Tus ojos solían ser buenos y fuertes
pero ahora son débiles, tu vista es borrosa. Cuando tus órganos han
tenido suficiente se van, este no es su hogar. Cuando eras niña tus
dientes eran sanos y firmes, ahora están flojos o tienes dientes
falsos. Tus ojos, oídos, nariz, lengua – todo está tratando de irse
porque éste no es su hogar. No puedes hacer un hogar permanente en las
condiciones, sólo puedes quedarte por un tiempo corto y luego debes
irte. Es como un inquilino cuidando su pequeña casita con ojos débiles.
Sus dientes no están tan buenos, sus ojos no están tan buenos, su
cuerpo no es tan saludable, todo se está yendo.
Así que
no deberías preocuparte por nada porque éste no es tu verdadero hogar,
es solamente un refugio temporal. Habiendo venido a este mundo
deberías contemplar su naturaleza. Todo lo que hay se está preparando
para desaparecer. Mira tu cuerpo. ¿Hay algo allí que aún está en su
forma original? ¿Es tu piel como solía ser? ¿Tu cabello? No son los
mismos, ¿no es cierto? ¿Dónde se ha ido todo? Esto es naturaleza, la
forma en que las cosas son. Cuando se acaba su tiempo, las condiciones
siguen su camino. En este mundo no hay nada en que confiar – es un
círculo sin fin de trastornos y molestias, placer y dolor. No hay paz.
Cuando no
tenemos un hogar real somos como viajeros sin objetivo, allí en el
camino, yendo aquí y allá, parando por un momento y luego saliendo de
nuevo. Hasta que volvemos a nuestro verdadero hogar nos sentimos
inquietos, como un aldeano que ha dejado su aldea. Sólo cuando llega a
su casa se puede relajar realmente y estar en paz.
En ningún
lugar del mundo se puede encontrar paz verdadera. Los pobres no tienen
paz y tampoco los ricos; los adultos no tienen paz y tampoco los niños;
los de poca educación no tienen paz y tampoco la tiene los de mucha
educación. No hay paz en ningún lado, esa es la naturaleza del mundo.
Aquellos que tienen pocas posesiones sufren, y sufren aquellos que
tienen muchas. Niños, adultos, viejos y jóvenes... todos sufren. El
sufrimiento de ser viejo, el sufrimiento de ser joven, el sufrimiento
de ser rico y el sufrimiento de ser pobre... no es nada más que
sufrimiento.
Cuando
has contemplado las cosas de esta forma verás aniccam,
no-permanencia, y duhkham, no-satisfactoriedad.
¿Por qué las cosas son no-permanentes e insatisfactorias? Porque son
anatta, no-yo.
Tanto tu
cuerpo que está acostado enfermo y con dolor, y la mente que está
consciente de su enfermedad y dolor, son llamados dhamma.
Aquello que no tiene forma, los pensamientos, sentimientos y
percepciones, es llamado namadhamma. Aquello
que es torturado con dolores es llamado rupadhamma.
Lo material es dhamma, y lo inmaterial es
dhamma. Así que vivimos con dhammas,
en dhammas y somos dhammas.
En realidad no se puede encontrar un ‘yo’, sólo ha dhammas
surgiendo y desapareciendo continuamente, según su naturaleza. Cada
instante estamos experimentando nacimiento y muerte. Esta es la forma
en que las cosas son.
Cuando
pensamos en el Señor Buddha, cuán cierto habló, sentimos cuán digno es
de reverencia y respeto. Cuando vemos la verdad de algo vemos sus
Enseñanzas, incluso si en realidad nunca hemos practicado
Dhamma. Pero aún si conocemos las enseñanzas, si las
hemos estudiado y practicado, hasta que no hayamos visto la verdad aún
no tenemos hogar.
Así que
entiende este punto. Todas las personas, todas las criaturas, están
preparándose para irse. Cuando los seres han vivido un tiempo
apropiado deben seguir sus caminos. Ricos, pobres, jóvenes y viejos,
todos deben experimentar ese cambio.
Cuando te
das cuenta que esta es la forma en que el mundo es, sentirás que es un
lugar cansador. Cuando veas que no hay nada real o sustancial en que
puedas confiar te sentirás cansada y desencantada. Estar desencantado
no significa que te opones, la mente está clara. Ve que no hay nada
que hacer para remediar este estado de las cosas, es sólo la forma en
que el mundo es. Sabiendo de esta forma puedes abandonar el apego,
abandonando con una mente que no está ni feliz ni triste, pero en paz
con las condiciones por ver su naturaleza cambiante con sabiduría.
Anicca vata sankhara – todas las condiciones
son no-permanentes.
Para
expresarlo en forma simple, la no-permanencia es Buddha.
Si realmente vemos una condición no-permanente veremos que es
permanente. Es permanente en el sentido de que su sujeción a cambiar
no cambia. Esta es la permanencia que poseen los seres vivientes. Hay
transformación continua, desde la infancia hasta la vejez, y esta
misma no-permanencia, esta propensión al cambio, es permanente y fija.
Si ves al mundo así tu corazón estará en calma. No eres sólo tú quien
tiene que pasar por esto, sino todos.
Cuando
consideras las cosas de esta manera las verás como agotadoras, y
surgirá el desencanto. Tu deleite por el mundo de los placeres de los
sentidos desaparecerá. Verás que si tienes muchas posesiones deberás
dejar muchas atrás. Si posees pocas, dejas pocas. Prosperidad es sólo
prosperidad, una vida larga es sólo una vida larga... no son nada
especial.
Lo que es
importante es que deberíamos hacer como el Señor Buddha nos enseñó y
construir nuestro propio hogar, construyéndolo con el método que he
estado explicándote. Construye tu propio hogar. Abandona. Abandona
hasta que la mente alcanza la paz que está libre de avanzar, libre de
retroceder y libre de detenerse a sí misma. El placer no es tu hogar,
el dolor no es tu hogar. Ambos, placer y dolor, declinan y desaparecen.
El Gran
Maestro vio que todas las condiciones son no-permanentes y Él nos
enseñó a abandonar nuestro apego a ellas. De todas formas cuando
alcancemos el fin de nuestra vida no tendremos ninguna opción, no
podremos llevar nada con nosotros. Entonces, ¿no sería mejor dejar las
cosas antes? Sólo son una carga pesada de llevar, ¿por qué no arrojar
esta carga ahora? ¿Por qué molestarse en arrastrar esas cosas?
Abandona, relájate, y deja que tu familia te cuide.
Aquellos
que cuidan a los enfermos creen en bondad y virtud. El paciente que
está dando a otros esa oportunidad no debería dificultarles las cosas.
Si hay dolor o algún otro problema, exprésaselos y mantén la mente en
un estado saludable. Él que está cuidando a sus padres debería llenar
su mente con calidez y amabilidad y no quedar atrapado en la aversión.
Esta es la época en que podéis pagar vuestra deuda con ellos. Desde
vuestro nacimiento, pasando por vuestra niñez, hasta ser un adulto,
habéis estado dependiendo de vuestros padres. Que estéis aquí hoy es
porque vuestra madre y vuestro padre os han ayudado de tantas formas.
Les debéis una increíble deuda de gratitud.
Así que
hoy, todos vosotros, hijos y parientes reunidos aquí, observad como
vuestra madre se ha vuelto vuestra hija. Antes, vosotros erais sus
hijos, ahora ella se ha convertido en vuestra hija. Se ha vuelto más y
más vieja hasta que se ha convertido de nuevo en una niña. Su memoria
se va, sus ojos no ven tan bien y sus oídos no escuchan tan bien. A
veces deforma sus palabras. No permitáis que esto os moleste. Vosotros
que estáis cuidando a los enfermos también debéis saber cómo abandonar.
No os aferréis a las cosas, sólo dejad que ella se salga con la suya.
Cuando un niño pequeño es desobediente a veces sus padres dejan que se
salga con la suya solamente para mantener la paz, sólo para hacerlo
feliz. Ahora vuestra madre es igual que ese niño. Sus memorias y
percepciones están confusas. A veces mezcla vuestros nombres, u os
pide traer una taza cuando desea un plato. Es normal, no os molestéis
por ello.
Que el
paciente tenga en su mente la amabilidad de aquellos que cuidan y
soportan pacientemente los sentimientos dolorosos. Ejercítate
mentalmente, no dejes que la mente se disperse y se confunda, y no
hagas las cosas difíciles para aquellos que te cuidan. Que aquellos
que están cuidando llenen sus mentes con virtud y amabilidad. No os
opongáis a la parte desagradable del trabajo limpiando mocos y flemas,
orina y excrementos. Esmeraos. Que todos en la familia den una mano..
Ella es
la única madre que tenéis. Os dio la vida, ha sido vuestra maestra,
vuestro medico, y vuestra enfermera – ha sido todo para vosotros. El
haberos criado, compartido sus vienes con vosotros y haberos hecho sus
herederos es la gran bondad de los padres. Es por eso que el Buddha
enseñó las virtudes de kataññú y
katavedi, conociendo nuestra deuda de gratitud e
intentando pagarla. Estos dos dhammas son
complementarios. Su nuestros padres están necesitados, se sienten mal
o están en dificultades, entonces hacemos lo mejor que podemos para
ayudarlos. Esto es kataññú-katavedi, la
virtud que sostiene al mundo. Previene a las familias de separarse, y
las hace estables y armoniosas.
Hoy os he
traído el regalo del Dhamma en esta época de
enfermedad. No tengo cosas materiales para ofrecerles, parece haber
muchas ya en esta casa. Y así os doy Dhamma,
algo que tiene valor duradero, algo que nunca podéis agotar.
Habiéndolo recibido podéis pasarlo a tantos otros como queráis y nunca
se agotará. Esta es la naturaleza de la Verdad. Estoy feliz de haber
podido daros este regalo de Dhamma y espero
que os dará la fuerza para manejar vuestro dolor.
|