Colección de discursos agrupados numéricamente
10.117. Sangarava
Entonces, el brahmán Sangarava se acercó al Bienaventurado e intercambió con él cordiales saludos. Una vez concluidos sus amables saludos y palabras de bienvenida, se sentó a un lado y dijo al Bienaventurado:
“Maestro Gotama, ¿qué es la orilla de este lado? ¿Qué es la otra orilla?”.
“Brahmán, el incorrecto punto de vista es la orilla de este lado y el recto punto de vista es la otra orilla, la incorrecta intención es la orilla de este lado y la recta intención es la otra orilla, la incorrecta forma de hablar es la orilla de este lado y la recta forma de hablar es la otra orilla, la incorrecta acción es la orilla de este lado y la recta acción es la otra orilla, la incorrecta forma de vida es la orilla de este lado y la recta forma de vida es la otra orilla, el incorrecto esfuerzo es la orilla de este lado y el recto esfuerzo es la otra orilla, la incorrecta atención consciente es la orilla de este lado y la recta atención consciente es la otra orilla, la incorrecta concentración es la orilla de este lado y la recta concentración es la otra orilla, la incorrecta sabiduría es la orilla de este lado y la recta sabiduría es la otra orilla, la incorrecta liberación es la orilla de este lado y la recta liberación es la otra orilla. Uno, brahmán, es la orilla de este lado y lo otro, la otra orilla”.
Entre todos los seres humanos,
son pocos los que cruzan a la lejana orilla,
la gran masa de ellos,
se mantiene corriendo sólo por ésta, más cercana.
Pero aquellos que practican el Dhamma,
el Dhamma bien articulado,
el reino de la muerte, que es tan difícil de cruzar,
lo pasan por alto.
Abandonando los estados mentales impuros,
el sabio debe cultivar la pureza,
renunciando a la vida hogareña,
se instala en aquella liberación.
Tomando interés por esta liberación,
renuncia a los placeres y las posesiones,
el sabio se purifica a sí mismo,
de los impedimentos mentales.
Aquellos que bien desarrollan
los factores de la Iluminación,
deleitándose en la falta de apego,
no aferrándose a nada,
ellos son los que, sin las impurezas y radiantes,
incluso en este mundo, alcanzan el Nibbana.