Colección de discursos agrupados numéricamente
10.219. El cuerpo nacido de la impureza
“Monjes, yo no digo que existe el fin del kamma volitivo que ha sido hecho y acumulado mientras uno no haya experimentado [sus resultados]; lo cual puede ocurrir en esta presente vida, en el [siguiente] renacimiento o en alguna subsiguiente ocasión. Tampoco digo que se esté produciendo el fin de la insatisfacción, mientras uno no haya experimentado [los resultados] del kamma volitivo que ha sido hecho y acumulado.
“Este noble discípulo, monjes, que es libre del anhelo, libre de la animadversión, no confuso, comprendiendo claramente, siempre atento, mora impregnando el primer punto cardinal con la mente imbuida en el amor benevolente, al igual que el segundo punto, tercero y cuarto. Igualmente arriba y abajo, de un lado a otro y a todos los lados, a todos y a sí mismo, mora impregnando al mundo entero con la mente imbuida en el amor benevolente, vasto, excelso, inconmensurable, sin enemistad, sin animadversión. Y él comprende esto: ‘Anteriormente, mi mente era limitada y no desarrollada, pero ahora es inconmensurable y bien desarrollada. El kamma que no puede ser medido permanece o persiste aquí’.
“¿Qué opináis, monjes, si un joven desarrollase la liberación de la mente a través del amor benevolente desde su niñez, sería capaz de cometer malas acciones?”.
“No, Venerable Señor”.
“¿Podría afectarlo el sufrimiento si no cometiera malas acciones?”.
“No, Venerable Señor. ¿Por la cuenta de qué le afectaría el sufrimiento si no cometiese las malas acciones?”.
“Una mujer o un hombre debe desarrollar esta liberación de la mente a través del amor benevolente. Ninguna mujer u hombre puede llevar este cuerpo consigo cuando se va. Los mortales tienen la mente como su núcleo.
“[El noble discípulo] comprende: ‘Cualquier mala acción que cometí aquí en el pasado, con este cuerpo nacido de las impurezas, todo eso ha de ser experimentado aquí. Esto no pasará de largo’. Cuando la liberación de la mente a través del amor benevolente está desarrollada de esta manera, conduce al monje sabio, que aún no haya penetrado la liberación suprema, al no-retorno.
“Además, monjes, este noble discípulo que es libre del anhelo, libre de la animadversión, no confuso, comprendiendo claramente, siempre atento, mora impregnando el primer punto cardinal con la mente imbuida en la compasión… en el gozo altruista… en la ecuanimidad, al igual que el segundo punto, tercero y cuarto. Igualmente arriba y abajo, de un lado a otro y a todos los lados, a todos y a sí mismo, mora impregnando al mundo entero con la mente imbuida en la ecuanimidad, vasta, excelsa, inconmensurable, sin enemistad, sin animadversión. Y él comprende esto: ‘Anteriormente, mi mente era limitada y no desarrollada, pero ahora es inconmensurable y bien desarrollada. El kamma que no puede ser medido permanece o persiste aquí’.
“¿Qué opináis, monjes, si un joven desarrollase la liberación de la mente a través de la ecuanimidad desde su niñez, sería capaz de cometer malas acciones?”.
“No, Venerable Señor”.
“¿Podría afectarlo el sufrimiento si no cometiera malas acciones?”.
“No, Venerable Señor. ¿Por la cuenta de qué le afectaría el sufrimiento si no cometiese las malas acciones?”.
“Una mujer o un hombre debe desarrollar esta liberación de la mente a través de la ecuanimidad. Ninguna mujer u hombre puede llevar este cuerpo consigo cuando se va. Los mortales tienen la mente como su núcleo.
“[El noble discípulo] comprende: ‘Cualquier mala acción que cometí aquí en el pasado, con este cuerpo nacido de las impurezas, todo eso ha de ser experimentado aquí. Esto no pasará de largo’. Cuando la liberación de la mente a través de la ecuanimidad está desarrollada de esta manera, conduce al monje sabio, que no haya penetrado aún la liberación suprema, al no-retorno”.