Colección de discursos agrupados numéricamente
10.89. Kokalika
Entonces, el monje Kokalika se acercó al Bienaventurado, le rindió homenaje y, sentándose a un lado, le dijo: “Venerable Señor, Sariputta y Moggallana tienen malos deseos; han caído bajo el control de los malos deseos”.
[El Bienaventurado:] “No digas esto, Kokalika. No hables así, Kokalika. Deposita confianza en Sariputta y Moggallana, Kokalika. Sariputta y Moggallana se conducen muy bien”.
Pero por segunda vez… por tercera vez el monje Kokalika dijo al Bienaventurado: “Venerable Señor, aunque yo considero al Bienaventurado como a alguien que es digno de fe y confianza, igual sostengo que Sariputta y Moggallana tienen malos deseos; han caído bajo el control de los malos deseos”. Y por tercera vez el Bienaventurado dijo al monje Kokalika: “No digas esto, Kokalika. No hables así, Kokalika. Deposita confianza en Sariputta y Moggallana, Kokalika. Sariputta y Moggallana se conducen muy bien”.
Entonces, el monje Kokalika se levantó de su asiento, rindió homenaje al Bienaventurado y se retiró de ahí, manteniendo siempre al Bienaventurado a su lado derecho. No mucho después de haberse retirado de ahí, todo el cuerpo del monje Kokalika se cubrió de furúnculos del tamaño de las semillas de mostaza. Después, los mismos crecieron hasta alcanzar el tamaño de unos frijoles; luego crecieron hasta alcanzar el tamaño de los garbanzos; luego crecieron hasta alcanzar el tamaño de las piedras de azufaifo; luego crecieron hasta alcanzar el tamaño de los frutos de azufaifo; luego crecieron hasta alcanzar el tamaño de los mirobálanos; luego crecieron hasta alcanzar el tamaño de las beluvas inmaduras; luego crecieron hasta alcanzar el tamaño de los frutos de las beluvas. Y, cuando alcanzaron el tamaño de los frutos de las beluvas, explotaron abriéndose y exudando pus y sangre. Entonces, se quedó yaciendo entre las hojas de plátano como un pez que hubiese tragado veneno.
Entonces, el Brahma independiente Tudu se acercó al monje Kokalika, se quedó parado en el aire y le dijo: “Deposita confianza en Sariputta y Moggallana, Kokalika. Sariputta y Moggallana se conducen muy bien”.
“¿Quién eres, amigo?”.
“Soy el Brahma independiente Tudu”.
“¿No es que el Bienaventurado declaró acerca de ti que eres uno que-no-retorna, amigo? Entonces, ¿por qué has regresado hasta aquí? ¡Mira qué lejos fue tu transgresión!”.
Entonces, el Brahma independiente Tudu se dirigió al monje Kokalika en verso:
“Cuando a una persona le ha tocado nacer,
Ha nacido también un hacha dentro de su boca,
Con la cual, el necio se corta a sí mismo,
Expandiendo palabras difamatorias.
Alguien que alaba a uno que merece ser censurado,
O censura al que merece alabanzas,
Tira de su boca una nefasta lanza,
Por culpa de la cual, no hallará la felicidad.
La frivolidad es una nefasta lanza,
Que trae la pérdida de riquezas y mala fortuna,
Pérdida
Pero mucho peor es la nefasta lanza de abrigar el odio en contra de un afortunado.
Por cientos de miles de nirabbudas,
Y treinta y seis más, y cinco abbudas ,
El hablador de maldades sobre los nobles, va al infierno,
Habiendo hablado y pensado mal en ellos”.
Entonces, el monje Kokalika murió a causa de aquella enfermedad y del resentimiento que tuvo en contra de Sariputta y Moggallana, y después de la muerte renació en el infierno del loto rojo.
En esta ocasión, cuando la noche ya estaba avanzada, el Brahma Sahampati, de una estupenda belleza, iluminando toda la arboleda de Jeta se acercó al Bienaventurado, le rindió homenaje, se quedó a un lado de pie y le dijo: “Venerable Señor, el monje Kokalika murió y, a causa de haber abrigado resentimiento en contra de Sariputta y Moggallana, después de la muerte renació en el infierno del loto rojo”. Habiendo dicho esto, rindió homenaje al Bienaventurado y, teniéndole siempre a su lado derecho, desapareció de ahí.
Después de esto, cuando la noche había pasado, el Bienaventurado se dirigió a los monjes con estas palabras: “Monjes, anoche, cuando la noche ya estaba avanzada, el Brahma Sahampati, de una estupenda belleza, iluminando toda la arboleda de Jeta se acercó a mí, me rindió homenaje, se quedó a un lado de pie y me dijo: ‘Venerable Señor, el monje Kokalika murió y, a causa de haber abrigado resentimiento en contra de Sariputta y Moggallana, después de la muerte renació en el infierno del loto rojo.' Habiendo dicho esto, me rindió homenaje y, teniéndome siempre a su lado derecho, desapareció de ahí”.
Cuando esto fue dicho, cierto monje, dijo al Bienaventurado:
“¿Cuánto tiempo dura, venerable señor, la vida en el infierno del loto rojo?”.
“La duración de la vida en el infierno del loto rojo es larga, monje. No es fácil contar ni decir cuántos años, cuántos cientos de años, cuantos miles de años o cuántos cientos de miles de años dura”.
“¿Y no es posible expresarlo con algún símil, Venerable Señor?”.
“Esto sí es posible, monje. Imagina, monje, una carretada de los kosalans de veinte medidas de semillas de sésamo. Y que al final de cada siglo un hombre retirase de allí una semilla. Siendo así las cosas, aquella carretada de los kosalans, de veinte medidas de semillas de sésamo, se vaciaría y eliminaría más rápido que terminase una sola vida en el infierno de Abbuda. Y veinte vidas del infierno de Abbuda equivalen a una del infierno de Nirabudda; veinte vidas del infierno de Nirabudda equivalen a una del infierno de Ababa; veinte vidas del infierno de Ababa equivalen a una del infierno de Atata; veinte vidas del infierno de Atata equivalen a una del infierno de Ahaha; veinte vidas del infierno de Ahaha equivalen a una del infierno de Kumuda; veinte vidas del infierno de Kumuda equivalen a una del infierno de Sogandhika; veinte vidas del infierno de Sogandhika equivalen a una del infierno de Uppala; veinte vidas del infierno de Uppala equivalen a una del infierno de Pundarika; veinte vidas del infierno de Pundarika equivalen a una del infierno del loto rojo. Así que, monje, el monje Kokalika renació en el infierno del loto rojo a causa de haber abrigado el resentimiento en contra de Sariputta y Moggallana.”.
Esto es lo que dijo el Bienaventurado. Habiendo dicho esto, el Sublime, el Maestro agregó esto:
El Buda repite los mismos versos pronunciados más arriba por el Brahma independiente Tudu