Colección de discursos agrupados numéricamente
7.53. Nandamata
Esto he escuchado:
En una ocasión el Venerable Sariputta y el Venerable Mahamoggallana estaban haciendo una gira por Dakkhinagiri, junto con un gran Sangha de monjes. Entonces, la seguidora laica Velukantaki Nandamata, cuando la noche retrocedió, se levantó cantando Parayana.
En esta ocasión, el gran rey [deva] Vessavana estaba viajando desde el norte hacia el sur por algún negocio. Entonces escuchó a la seguidora laica Nandamata cantar Parayana y se paró ahí, esperando hasta que terminara la recitación. Cuando la seguidora laica Nandamata había terminado, permaneció en silencio. Habiendo entendido que la seguidora laica Nandamata había terminado su recitación, el gran rey [deva] Vessavana la aplaudió: “¡Bien, hermana, muy bien hermana!”.
“¿Quién está allí, mi querido?”.
“Soy tu hermano, el gran rey [deva] Vessavana, hermana”.
“¡Bien, mi querido! Entonces que la exposición del Dhamma que acabo de recitar sea mi regalo de invitado para ti”.
“¡Bien, hermana, y que también esto sea tu regalo de invitado para mí: mañana, antes del desayuno, el Sangha de los monjes encabezado por Sariputta y Moggallana irá a Velukantaka. Deberás servirles y dedicar una ofrenda para mí. Aquello será tu regalo de invitado para mí”.
Entonces, cuando pasó la noche la seguidora laica Nandamata tomó varias clases de deliciosa comida y las preparó en su residencia. Acto seguido, antes del desayuno, el Sangha de los monjes encabezado por Sariputta y Moggallana fue a Velukantaka.
Entonces la seguidora laica Nandamata se dirigió a un hombre: “Ven, buen hombre, ve al monasterio y anuncia el tiempo al Sangha de los monjes, diciendo: ‘Este es el tiempo, Venerables Señores, la comida está preparada en la residencia de la dama Nandamita’”. El hombre respondió: “Sí, Señora” y se fue al monasterio y entregó el mensaje. Entonces, los monjes del Sangha encabezado por Sariputta y Moggallana se vistieron, tomaron su cuenco y hábito exterior, y fueron a la residencia de la seguidora laica Nandamata, donde se sentaron en los asientos previamente preparados para ellos.
Acto seguido, la seguidora laica Nandamata sirvió y satisfizo al Sangha de los monjes, encabezado por Sariputta y Moggallana, con varias clases de deliciosa comida. Cuando el Venerable Sariputta terminó de comer y puso fuera su cuenco, ella se sentó a un lado y el Venerable Sariputta le preguntó:
“Pero, y ¿quién te dijo, Nandamata, que había que acercarse al Sangha de los monjes?”.
“He aquí, Venerable Señor, cuando la noche retrocedió, me levanté para cantar Parayana… repite la historia narrando en primera persona, hasta: …Aquello será tu regalo de invitado para mí’. Venerable Señor, que cualquier mérito que pueda haberme ganado, mediante este acto de dar, sea dedicado a la felicidad del gran rey [deva] Vessavana”.
“Esto es asombroso y maravilloso, Nandamata, que hayas podido conversar directamente con semejante poderoso e influyente deva como el gran rey [deva] Vessavana”.
“Pero no sólo ésta es una de mis cualidades asombrosas y maravillosas, Venerable Señor. He aquí hay otra. Tengo a un solo hijo, querido y amado, de nombre Nanda. Pero los gobernantes lo agarraron y secuestraron bajo algún pretexto y, finalmente, lo ejecutaron. Venerable Señor, cuando aquel muchacho había sido arrestado o puesto bajo arresto, cuando fue a la prisión o había sido aprisionado, cuando murió o había sido asesinado, no recuerdo alteración alguna en mi mente”.
“Esto es asombroso y maravilloso, Nandamata, que hayas podido purificar hasta el surgimiento del pensamiento”.
“Pero no sólo ésta es una de mis cualidades asombrosas y maravillosas, Venerable Señor. He aquí hay otra. Cuando murió mi esposo, renació en el reino de los yakkhas. Se apareció a mí en su forma corporal anterior, no recuerdo alteración algún en mi mente”.
“Esto es asombroso y maravilloso, Nandamata, que hayas podido purificar hasta el surgimiento del pensamiento”.
“Pero no sólo ésta es una de mis cualidades asombrosas y maravillosas, Venerable Señor. He aquí hay otra. Yo he tomado por marido a mi esposo cuando era una muchacha joven, pero no recuerdo transgredir en contra de él incluso en el pensamiento, y mucho menos en la acción”.
“Esto es asombroso y maravilloso, Nandamata, que hayas podido purificar hasta el surgimiento del pensamiento”.
“Pero no sólo ésta es una de mis cualidades asombrosas y maravillosas, Venerable Señor. He aquí hay otra. Desde que me declaré a mí misma como seguidora laica, no recuerdo haber transgredido intencionalmente ninguna regla del entrenamiento”.
“Esto es asombroso y maravilloso, Nandamata”.
“Pero no sólo ésta es una de mis cualidades asombrosas y maravillosas, Venerable Señor. He aquí hay otra. Tanto como quiera, recluida de los placeres sensuales, recluida de los perjudiciales estados mentales, entro y permanezco en el primer jhana, que consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la reclusión, acompañado por el pensamiento aplicado y sostenido. Al calmarse el pensamiento aplicado y sostenido, entro y permanezco en el segundo jhana, el cual tiene la placidez interior y la unificación mental y consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la concentración, sin el pensamiento aplicado y sostenido. Al desaparecer el arrobamiento, permanezco ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, y experimento la felicidad en mi cuerpo; entonces, entro y permanezco en el tercer jhana, del cual los nobles declararon: ‘Él es ecuánime, atentamente consciente y es alguien que tiene una morada feliz’. Al abandonar la felicidad y la pena, con la previa desaparición de la alegría y el abatimiento, entro y permanezco en el cuarto jhana, ni penoso ni placentero, el cual tiene la purificación de la atención consciente mediante la ecuanimidad”.
“Esto es asombroso y maravilloso, Nandamata”.
“Pero no sólo ésta es una de mis cualidades asombrosas y maravillosas, Venerable Señor. He aquí hay otra. De los cinco grilletes menores, enseñados por el Bienaventurado, no veo ninguno que no haya sido abandonado”.
“Esto es asombroso y maravilloso, Nandamata”.
Entonces, el Venerable Sariputta instruyó, animó, inspiró y regocijó a Nandamata con la plática del Dhamma, después de lo cual, se levantó de su asiento y partió.