Colección de discursos agrupados numéricamente

7.61. Dormitando

En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando entre los bhaggas, en el Parque de los Venados de la arboleda Bhesakala, cerca de la guarida de los cocodrilos. Al mismo tiempo, el venerable Maha Moggallana estaba sentado dormitando cerca del pueblo de Kallavalaputta en Magadha. Y el Bienaventurado, con su ojo divino, que es purificado y superior al humano, vio al venerable Maha Moggallana cuando estaba sentado dormitando cerca del pueblo de Kallavalaputta en Magadha. Tan pronto como vio esto, al igual que un hombre fuerte extiende su brazo doblado o lo dobla cuando está extendido, desapareció de entre los bhaggas, del Parque de los Venados de la arboleda Bhesakala, cerca de la guarida de los cocodrilos y reapareció cerca del pueblo de Kallavalaputta en Magadha, justo enfrente del venerable Maha Moggallana. Estando ahí, se sentó en el asiento preparado para él. Una vez sentado ahí, el Bienaventurado dijo esto al venerable Maha Moggallana: “Moggallana, ¿estás dormitando, Moggallana, estás dormitando?”

“Sí, Venerable Señor”.

“Entonces, bien, Moggallana, cualquier percepción que tengas en la mente cuando la somnolencia desciende sobre ti, no atiendas esta percepción ni la persigas. Es posible que haciendo esto, puedas sacudirte de tu somnolencia.

“Pero, si haciendo esto, no puedes sacudirte de tu somnolencia, entonces haz volver tu conciencia del Dhamma, tal como lo habías escuchado y memorizado; examínala y reflexiona sobre ella en tu mente. Es posible que haciendo esto, puedas sacudirte de tu somnolencia.

“Pero, si haciendo esto, no puedes sacudirte de tu somnolencia, entonces repite en voz alta el Dhamma tal como lo habías escuchado y memorizado. Es posible que haciendo esto, puedas sacudirte de tu somnolencia.

“Pero, si haciendo esto, no puedes sacudirte de tu somnolencia, entonces estira a ambos lóbulos de tus orejas y friegues tus miembros con tus manos. Es posible que haciendo esto, puedas sacudirte de tu somnolencia.

“Pero, si haciendo esto, no puedes sacudirte de tu somnolencia, entonces levántate de tu asiento y, después de lavar tus ojos con el agua, mira alrededor en todas las direcciones y hacia arriba, hacia las estrellas y constelaciones mayores. Es posible que haciendo esto, puedas sacudirte de tu somnolencia.

“Pero, si haciendo esto, no puedes sacudirte de tu somnolencia, entonces atiende la percepción de la luz, resuelve fijar tu atención en el tiempo diurno, morando de noche como si fuera de día, y de día como si fuera de noche. Por causa de esta conciencia, así abierta y libre de obstáculos, se desarrolla una mente luminosa. Es posible que haciendo esto, puedas sacudirte de tu somnolencia.

“Pero, si haciendo esto, no puedes sacudirte de tu somnolencia, entonces—percibiendo lo que se encuentra enfrente y atrás- ponte a una distancia para hacer la meditación caminando hacia atrás y adelante, con tus sentidos inmersos en el interior, no permitiendo que tu mente se extravíe hacia lo externo. Es posible que haciendo esto, puedas sacudirte de tu somnolencia.

“Pero, si haciendo esto, no puedes sacudirte de tu somnolencia, entonces—reclinándote sobre tu lado derecho- toma la postura del león, puesto un pie sobre el otro, consciente, alerta, con tu mente puesta en levantarse. Tan pronto como te despiertes, levántate rápidamente con este pensamiento: ‘no voy a consentirme en el placer de seguir recostado ni en el placer de la somnolencia’. Así es cómo deberías entrenarte a ti mismo.

“Además, Moggallana, deberías entrenarte a ti mismo de esta manera: ‘no voy a visitar a las familias con mi ego levantado.’ Así deberías entrenarte a ti mismo. Entre las familias hay diferentes tareas que han de ser realizadas, así que esta gente no presta atención a un monje que les visita. Si el monje que les visita, lo hace con el ego levantado, se le ocurre este pensamiento: ‘y ahora ¿quién me embrolló a mí—el asceta mendigante- con esta familia? La gente parece que no me aprecia.’ No recibiendo nada, llega a avergonzarse. Avergonzado, llega a inquietarse. Inquieto, llega a desenfrenarse. Desenfrenado, su mente está lejos de la concentración.

“Además, Moggallana, deberías entrenarte a ti mismo de esta manera: ‘no voy a hablar de manera provocativa.’ Así deberías entrenarte a ti mismo. Cuando se habla provocativamente, han de esperarse muchas discusiones. Cuando hay muchas discusiones, llega la inquietud. Alguien que esté inquieto, llega a desenfrenarse. Desenfrenado, su mente está lejos de la concentración.

“No es el caso, Moggallana, que yo alabe el compañerismo de toda clase. Tampoco es el caso que desprecie toda clase de compañerismo. No alabo el compañerismo con los hombres hogareños y los renunciantes. Sino alabo asociarse con esta clase de sitios para morar: sitios que están libres de ruidos, libres de sonidos, libres del aliento humano, donde uno puede recluirse apropiadamente, sin ser perturbado por la gente.”

Cuando esto fue dicho, el venerable Moggallana dijo al Bienaventurado: “Brevemente, venerable señor, ¿en respecto a qué el monje es liberado de la destrucción de la avidez, totalmente y por completo, totalmente libre del cautiverio, seguidor de una vida totalmente santa, totalmente consumado: primero entre los humanos y devas?”

“Este es el caso, Moggallana, en que el monje ha escuchado esto: ‘todos los fenómenos son indignos del apego.’ Habiendo escuchado que todos los fenómenos son indignos del apego, conoce plenamente todas las cosas. Habiendo conocido plenamente todas las cosas, comprende plenamente todas las cosas. Habiendo comprendido plenamente todas las cosas, entonces, cualquier sensación que experimenta—placer, dolor, ni placer ni dolor- permanece enfocado en la transitoriedad, enfocado en el desapasionamiento, enfocado en el cese, enfocado en el renunciamiento referente a estas sensaciones. Y como permanece enfocado en la transitoriedad, enfocado en el desapasionamiento, enfocado en el cese, enfocado en el renunciamiento referente a estas sensaciones, no se apega a nada en el mundo. No apegado, no se agita. No agitado, no está atrapado por él. Y entonces discierne así: ‘El nacimiento ha terminado. La tarea ha sido hecha. No hay nada más por devenir en este mundo’.

“En referencia a ésto, Moggallana, aquel monje, en breve, es liberado de la destrucción de la avidez, totalmente y por completo, totalmente libre del cautiverio, seguidor de una vida totalmente santa, totalmente consumado: primero entre los humanos y devas.”