Colección de discursos agrupados numéricamente

7.74. Araka

“Monjes, en el pasado remoto vivía un maestro de nombre Araka, fundador de una orden religiosa sin avidez por los placeres sensuales. El maestro Araka tenía cientos de discípulos, a los cuales enseñaba el Dhamma así: ‘Brahmanes, la vida de los seres humanos es corta, limitada y fugaz; tiene mucho sufrimiento y mucha miseria. Uno debería entender esto sabiamente. Uno debería hacer lo que es beneficioso y conducente a la vida espiritual; ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte.

“‘Al igual que una gota de rocío, en la punta de una brizna, se desvanece rápidamente al amanecer y no dura mucho tiempo, así también, oh brahmanes, la vida humana es como la gota de rocío. Es limitada y fugaz; tiene mucho sufrimiento y mucha miseria. Uno debería hacer lo que es beneficioso y conducente a la vida espiritual; ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte.

“‘Al igual que cuando las gruesas gotas de lluvia se vierten hacia abajo, las burbujas de agua se desvanecen rápidamente y no duran mucho tiempo, así también, oh brahmanes, la vida humana es como las burbujas de agua. Es limitada… ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte.

“‘Al igual que una línea trazada en el agua, con un palo, se desvanece rápidamente y no dura mucho tiempo, así también, oh brahmanes, la vida humana es como la línea trazada en el agua. Es limitada… ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte.

“‘Al igual que el río que fluye hacia abajo desde las montañas, atravesando largas distancias, con rápidas corrientes, arrastrando restos flotantes de naufragios, no se quedará quieto ni por un momento, un instante ni un segundo, sino que correrá de prisa con remolinos y flujos de corriente hacia adelante, así también, oh brahmanes, la vida humana es como la corriente de las montañas. Es limitada… ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte.

“‘Al igual que un hombre fuerte puede formar una masa de saliva en la punta de su lengua y escupirla sin dificultad alguna, así también, oh brahmanes, la vida humana es como una masa de saliva. Es limitada… ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte.

“‘Al igual que un pedazo de carne tirado en una sartén de hierro, calentada todo el día, se desvanece rápidamente y no dura mucho tiempo, así también, oh brahmanes, la vida humana es como un pedazo de carne. Es limitada… ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte.

“‘Al igual que cuando la vaca que ha de ser degollada es llevada al matadero, cualquiera que sea la pierna que levante, está más cerca del sacrificio, más cerca de la muerte, así también, oh brahmanes, la vida humana es como la vaca llevada al matadero. Es limitada y fugaz; tiene mucho sufrimiento y mucha miseria. Uno debería hacer lo que es beneficioso y conducente a la vida espiritual; ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte’.

“Pero, monjes, en aquel tiempo el espacio vital de los seres humanos era de 60.000 años, y las muchachas eran núbiles a la edad de quinientos años. En aquel tiempo la gente estaba aquejada por seis aflicciones: el frío, el calor, el hambre, la sed, el excremento y la orina. Por más que la gente tenía semejante espacio vital y vivía este largo tiempo, y por más que tenían tan pocas aflicciones, aún así el maestro Araka ofrecía a sus discípulos semejante enseñanza: ‘Brahmanes, la vida de los seres humanos es corta… ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte’.

“Pero hoy en día, monjes, un podría decir con certeza [con más razón]: ‘La vida de los seres humanos es corta, limitada y fugaz; tiene mucho sufrimiento y mucha miseria. Uno debería entender esto sabiamente. Uno debería hacer lo que es beneficioso y conducente a la vida espiritual; ninguno que ha nacido puede escapar a la muerte’. Hoy en día, el que tiene una vida larga vive cien años o un poco más. Y cuando uno vive cien años, vive justo trescientas estaciones: cien inviernos, cien veranos y cien estaciones lluviosas. Cuando uno vive trescientas estaciones, vive justo mil doscientos meses: cuatrocientos meses de invierno, cuatrocientos meses de verano y cuatrocientos meses de estación lluviosa. Cuando uno vive mil doscientos meses, vive justo dos mil cuatrocientas quincenas: ochocientas quincenas de invierno, ochocientas quincenas de verano y ochocientas quincenas de estación lluviosa.

“Y cuando uno vive dos mil cuatrocientas quincenas, vive justo 36.000 noches: 12.000 noches de invierno, 12.000 noches de verano y 12.000 noches de estación lluviosa. Cuando uno vive 36.000 noches, come justo 72.000 comidas: 24.000 comidas en el invierno, 24.000 comidas en el verano y 24.000 comidas en la estación lluviosa. Y esto incluye la toma de la leche materna y [las épocas, en las que uno tenía] obstáculos para comer. Estos son los obstáculos para comer: alguien que está enojado no consume la comida, alguien con dolores no consume la comida, alguien que está enfermo no consume la comida, alguien que observa el Uposatha no consume la comida y alguien que no obtiene la comida, tampoco la consume.

“Así, monjes, he contado el espacio vital del ser humano de cien años de vida, el límite de ese espacio vital, el número de las estaciones, años, meses y quincenas; el número de sus noches, días y comidas, con los obstáculos para comer. Monjes, todo lo que un maestro compasivo puede hacer por causa de su compasión por sus discípulos, buscando el bienestar de ellos, yo lo he hecho por vosotros. He allí el pie de un árbol, allá una choza vacía: meditad, monjes, y no seáis negligentes. No sea que tengáis motivo para lamentaros. Estás son nuestras instrucciones para vosotros”.