Digha Nikaya 16
Mahaparinibbana Sutta
Gran discurso acerca del Nibbana final
[Parte I: En Magadha]
Esto he escuchado:
En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando en Rajagaha, en el monte
Pico de Buitre. En este tiempo, el rey Ajatasattu Vedehiputta de Magadha quiso
hacer guerra los vajjians y dijo lo siguiente: “Voy a golpear a los vajjians;
por más que sean poderosos y gloriosos, voy a aniquilarlos y destruirlos. Voy a
traerles ruina y destrucción”.
Y el rey del Magadha Ajatasattu se dirigió a su primer ministro, el brahmán Vassakara con estas palabras: “Brahmán, ve junto al Bienaventurado, ríndele homenaje con tu cabeza a sus pies en mi nombre y pregúntale si se encuentra libre de enfermedad o dolencia y si está viviendo tranquila, vigorosa y confortablemente. Luego dile: ‘Venerable Señor, el rey Ajatasattu Vedehiputta de Magadha desea hacer guerra a los vajjians y dice «voy a golpear a los vajjians; por más que sean poderosos y gloriosos, voy a cortarlos y destruirlos. Voy a traerles ruina y destrucción»’. Entonces, cualquier cosa que el Bienaventurado te declare, vuelve a repórtamelo fielmente, ya que el Tathagata nunca miente”.
Vassakarabrahmana—El brahmán Vassakara
“Muy bien, señor”, respondió Vassakara y, habiendo tenido los carruajes estatales enganchados, montó sobre uno de ellos y se dirigió hacia las afueras de Rajagaha, al Pico de Buitre, montando el carruaje hasta donde le permitió el camino, para después continuar a pie hasta llegar al lugar en el cual estaba el Bienaventurado. Habiendo llegado ahí, intercambió con el Bienaventurado cordiales saludos. Cuando estas amables palabras de bienvenida habían terminado, se sentó a un lado y dijo al Bienaventurado:
“Maestro Gotama, el rey Magadha Ajatasattu rinde homenaje con su cabeza a sus pies y le pregunta si se encuentra libre de enfermedad o dolencia, y si está viviendo tranquila, vigorosa y confortablemente. Él desea hacer guerra a los vajjians y dice ‘voy a golpear a los vajjians; por más que sean poderosos y gloriosos, voy a cortarlos y destruirlos. Voy a traerles ruina y destrucción'”.
Rajaaparihaniyadhamma—Condiciones para evitar la decadencia de una nación
En esta ocasión, el Venerable Ananda estaba de pie detrás del Bienaventurado, abanicándolo. Y el Bienaventurado dijo: “Ananda, ¿escuchaste si los vajjians se reúnen frecuentemente en las asambleas regulares?”. “Lo escuché, Venerable Señor, ellos lo hacen con frecuencia”.
“Ananda, mientras los vajjians mantengan estas frecuentes y regulares asambleas, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“¿Escuchaste si los vajjians se reúnen en armonía, disuelven sus asambleas en armonía y hacen sus negocios en armonía?”. “Lo escuché, Venerable Señor, ellos lo hacen en armonía”.
“Ananda, mientras los vajjians se reúnan en armonía, disuelvan sus asambleas en armonía y hagan sus negocios en armonía, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“¿Escuchaste si los vajjians no autorizan cosas que no han sido autorizadas aún, no derogan las que han sido autorizadas, sino que proceden de acuerdo con lo que ha sido autorizado por sus costumbres ancestrales?”. “Lo escuché, Venerable Señor, ellos lo hacen con frecuencia”.
“¿Escuchaste si los vajjians respetan, veneran, honran y saludan a sus ancianos y los consideran dignos de ser escuchados? …
“¿Escuchaste si los vajjians no secuestran forzosamente las mujeres de otros ni a sus hijas, ni las obligan a vivir con ellos? …
“¿Escuchaste si los vajjians respetan, veneran, honran y saludan a los santuarios, tanto los que están en su tierra como los del extranjero, no retirándoles el debido apoyo, con el cual se comprometieron con anterioridad? …
“¿Escuchaste si los vajjians ofrecen la debida provisión para la seguridad de los Arahants, de manera tal que los Arahants puedan llegar y vivir ahí en el futuro y, los que ya viven ahí, lo hacen confortablemente?”. “Lo escuché, Venerable Señor, ellos lo hacen así”.
“Ananda, mientras los vajjians ofrezcan la debida provisión para la seguridad de los Arahants, de manera tal que los Arahants puedan llegar y vivir ahí en el futuro y, los que ya viven ahí, lo hacen confortablemente, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia”.
Entonces, el Bienaventurado se dirigió al brahmán Vassakara: “En una ocasión, brahmán, cuando estaba en el santuario Sarandada en Vesali, enseñé a los vajjians estos siete principios que previenen la decadencia y, mientras ellos los guarden, mientras estos principios mantengan su fuerza, los vajjians pueden esperar ser prósperos y no decadentes”.
Entonces, Vassakara respondió: “Maestro Gotama, si los vajjianos cumpliesen aunque sea con uno de estos principios, esperarían la prosperidad y no la decadencia, mucho más si lo hacen con todos los siete. Realmente, los vajjians nunca van a ser conquistados por el rey Ajatasattu por medio de la fuerza o las armas. Esto sería posible solamente por medio de alguna traición o si sucediera la discordia entre ellos. Y ahora, Maestro Gotama, te pedimos permiso para partir; estamos ocupados y tenemos mucho que hacer”. “Brahmán, puedes hacerlo de acuerdo con tu propia conveniencia”. Entonces, Vassakara se regocijó en las palabras del Bienaventurado y se deleitó en ellas, después de lo cual, se levantó de su asiento y partió.
Bhikkhuaparihaniyadhamma—Condiciones para evitar la decadencia de los monjes
Un poco después de que Vassakara se hubo retirado, el Bienaventurado dijo: “Ananda, ve junto a los monjes que están viviendo alrededor de Rajagaja y reúnelos en la sala de las asambleas”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y así hizo. Después se acercó al Bienaventurado, le rindió homenaje y colocándose a un lado, dijo: “La comunidad de los monjes está reunida, Venerable Señor. Puede Usted proceder según su deseo”. Entonces, el Bienaventurado se levantó de su asiento, se fue a la sala de las asambleas y, sentándose en el asiento preparado para él, dijo: “Monjes, voy a enseñaros los siete principios que conducen al bienestar. Escuchad y prestad atención que voy a hablar”. “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:
“Mientras los monjes sigan reuniéndose frecuentemente en asambleas regulares, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Mientras se encuentren en armonía, disuelvan sus asambleas en armonía y traten sus asuntos en armonía, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Mientras no autoricen cosas que no han sido autorizadas, no deroguen las que ya han sido autorizadas, sino que procedan de acuerdo con lo que ha sido autorizado por las reglas de la práctica, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Mientras respeten, veneren, honren y saluden a sus ancianos de larga estadía, a los que han sido ordenados hace mucho tiempo, padres y líderes del Sangha, y los consideren dignos de ser escuchados, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Mientras no caigan presa de los deseos que nacen en ellos y que llevan a nuevas existencias, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Mientras permanezcan devotos al bosque como su lugar de residencia, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Mientras preserven su propia atención consciente de manera tal que, en el futuro, otros virtuosos monjes encuentren entre ellos una grata compañía y aquellos que ya están ahí, vivan en paz, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Mientras los monjes mantengan estos siete principios y tengan conocimiento de ellos, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Ahora, os enseñaré otros siete principios que conducen al bienestar. Escuchad y prestad atención que voy a hablar”. “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:
“Mientras que los monjes no se regocijen, deleiten ni estén absortos en diversas actividades, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que los monjes no se regocijen, deleiten ni estén absortos en el parloteo … en el sueño … en la compañía … en los malos deseos … en mezclarse y asociarse con malos amigos … en contentarse con los logros parciales … Mientras que los monjes mantengan estos siete principios que conducen al bienestar y tengan conocimiento de ellos, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Ahora, monjes, os enseñaré otros siete factores que conducen al bienestar. Escuchad y prestad atención que voy a hablar”. “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:
“Mientras que los monjes tengan fe, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que tengan modestia … miedo de cometer maldades … competencia en el aprendizaje … vigor … atención consciente … sabiduría, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que los monjes mantengan estos siete principios que conducen al bienestar y tengan conocimiento de ellos, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Ahora, monjes, os enseñaré otros siete factores que conducen al bienestar. Escuchad y prestad atención que voy a hablar”. “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:
“Mientras que los monjes desarrollen la atención consciente como factor del despertar, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que los monjes desarrollen la investigación de los fenómenos como factor del despertar … la energía como factor del despertar … la felicidad como factor del despertar … la tranquilidad como factor del despertar … la concentración como factor del despertar … la ecuanimidad como factor del despertar, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que los monjes mantengan estos siete factores que conducen al bienestar y tengan conocimiento de ellos, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Ahora, monjes, os enseñaré otros siete factores que conducen al bienestar. Escuchad y prestad atención que voy a hablar”. “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:
“Mientras que los monjes desarrollen la percepción de la transitoriedad, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que los monjes desarrollen la percepción del no-yo … de las contaminaciones … del peligro … de la desdicha … del renunciamiento … del desapasionamiento … del cese, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que los monjes desarrollen estos siete factores que conducen al bienestar y tengan conocimiento de ellos, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
“Ahora, monjes, os enseñaré los seis factores que conducen al bienestar. Escuchad y prestad atención que voy a hablar”. “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:
“Mientras que los monjes, tanto en público como en privado, muestren mutuo amor benevolente en sus actos, en su forma de hablar y en su pensamiento, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia. Mientras que los monjes compartan con sus virtuosos compañeros cualquier cosa que reciban, como los rectos obsequios, incluida la comida de sus cuencos, y no la guarden exclusivamente para ellos mismos … Mientras que los monjes guarden de manera consistente, inquebrantablemente e inalteradamente las reglas de la conducta intachable, reglas que llevan a la liberación, alabadas por los sabios, elogiables y conducentes a la concentración, y perseveren en ellas tanto en público como en privado … Mientras que los monjes continúen en la noble visión que lleva a la liberación, a la ulterior destrucción del sufrimiento, permaneciendo conscientes con sus compañeros tanto en público como en privado … Mientras que los monjes guarden estos seis factores que conducen al bienestar y tengan conocimiento de ellos, pueden esperar la prosperidad y no la decadencia.
Entonces, el Bienaventurado, mientras estaba aún en el Pico del Buitre, ofreció un detallado y completo discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Y cuando el Bienaventurado permaneció lo suficiente en Rajagaha, dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Ambalatthika”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y el Bienaventurado fue ahí con un numeroso grupo de monjes.
Mientras el Bienaventurado estuvo en el parque real de Ambalatthika, ofreció este detallado y completo discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Habiendo permanecido en Ambalatthika por suficiente tiempo, se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: “Vayamos ahora a Nalanda”, después de lo cual, fueron ahí. En Nalanda, el Bienaventurado se detuvo en la Arboleda de los Mangos.
Sariputtasihanada—El rugido de león de Sariputta
Entonces, el Venerable Sariputta se fue a ver al Bienaventurado, lo saludó respetuosamente y, sentándose a un lado, dijo: “Para mí está claro esto, Venerable Señor, que nunca ha habido, nunca habrá, ni hay ahora otro asceta o brahmán alguno quien ha sido, es o será, mayor o más despierto que el Bienaventurado”.
“Has hablado de forma elevada, con voz de toro, Sariputta, has rugido el grito del león audazmente. ¿Cómo fue esto? ¿Se te habrán aparecido todos los arahants y budas del pasado para que, con sus mentes, abrieran también la tuya y te enseñaran: ‘Éstos y éstos Bienaventurados tuvieron éstas y éstas virtudes; ésta fue su enseñanza, ésta era su sabiduría, éste fue su camino y ésta su liberación?'”.
“No, Venerable Señor”.
“Entonces, ¿habrás percibido a todos los arahants y budas que aparecerán en el futuro y tienes este conocimiento directo y personal: ‘Éstos y éstos Bienaventurados tendrán éstas y éstas virtudes; ésta será su enseñanza, así será su sabiduría, éste será su camino y ésta su liberación?'”.
“No, Venerable Señor”.
“Bien, Sariputta, entonces al menos, ¿me habrás conocido a mí como a un Arahant y Buda y sabes esto: 'El Bienaventurado tiene éstas y éstas virtudes; ésta es su enseñanza, así es su sabiduría, éste es su camino y ésta su liberación?'”.
“No, Venerbale Señor”.
“Entonces, Sariputta, al no tener el conocimiento de los budas del pasado, del futuro y del presente, ¿cómo, Sariputta, pudiste hablar de esta forma elevad, con voz de toro y rugir el grito del león tan audazmente?”.
“Venerable Señor, la mente de los budas del pasado, del futuro y del presente no está abierta para mí. Sin embargo, conozco la corriente del Dhamma. Venerable Señor, esto es semejante a una ciudad real fronteriza que tiene grandes baluartes, que está rodeada de imponentes muros en los cuales se encuentra una sola puerta con un portero sabio, hábil e inteligente, el cual no deja entrar a los extraños y sólo permite pasar a los conocidos. Este mismo guardia, patrulla y controla todo a lo largo del camino, de manera tal que no queda ni una sola grieta en el baluarte, ni siquiera tan pequeña, que sea capaz de abrir paso a un gato. De esta manera, todos los seres más grandes que entran o abandonan la ciudad, necesariamente tienen que atravesar esta única puerta. A mí me parece, Señor, que con la corriente del Dhamma pasa lo mismo. Todos aquellos arahants y budas del pasado, han alcanzado el supremo despertar mediante el abandono de los cinco impedimentos y de las impurezas mentales que debilitan el entendimiento, habiéndose establecido firmemente en las cuatro maneras de establecer la atención consciente en sus mentes y verdaderamente han realizado los siete factores del despertar. También, todos los arahants y budas del futuro alcanzarán el supremo despertar mediante el abandono de los cinco impedimentos … y verdaderamente han de realizar los siete factores del despertar. Así también, el Bienaventurado, quien ahora es el Arahant, el Buda plenamente iluminado, ha alcanzado la suprema iluminación, mediante el abandono de los cinco impedimentos y las impurezas mentales que debilitan el entendimiento, habiéndose establecido firmemente en las cuatro maneras de establecer la atención consciente en su mente y también, verdaderamente ha realizado los siete factores del dspertar”.
Después de esto, mientras estaba todavía en Nalanda, en la Arboleda de los Mangos de Pavarika, el Bienaventurado ofreció a los monjes un detallado y completo discurso en el cual dijo: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Dussilaadinava—Desventajas de la vida inmoral
Y habiendo permanecido lo suficiente en Nalanda, el Bienaventurado dijo a Ananda: “Vayamos a Pataligama”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió Ananda y el Bienaventurado fue ahí con un numeroso grupo de monjes.
En Pataligama se escuchó esto: “¡El Bienaventurado llegó aquí!”. Entonces los seguidores laicos fueron a ver al Bienaventurado y, saludándolo respetuosamente, se sentaron un lado y le dijeron lo siguiente: “Que el Bienaventurado acepte estar en nuestra casa de descanso”. Y el Bienaventurado aceptó en silencio.
Comprendiendo esta aceptación, se levantaron de sus asientos y saludando respetuosamente al Bienaventurado se retiraron, cuidando que el Bienaventurado quedara siempre a su derecha. Después, fueron a su casa de descanso y cubriendo el piso, prepararon los asientos y proveyeron el sitio de un gran tarro de agua y de una lámpara de aceite. Entonces volvieron junto al Bienaventurado y, saludándolo respetuosamente, se sentaron a un lado y dijeron: “Todo está preparado, Venerable Señor, en la casa de descanso. Puede habitar ahí, tan pronto lo desee”.
Entonces, el Bienaventurado se vistió, tomó su cuenco y el hábito exterior y fue con los monjes a la casa de descanso, donde lavó sus pies y se sentó con el rostro dirigido hacia el este y sus espaldas hacia el pilar central de la casa. Y también los monjes, al lavarse los pies se sentaron con sus espaldas hacia la pared occidental y sus rostros dirigidos hacia el este, teniendo al Bienaventurado enfrente. Y finalmente, los seguidores laicos entraron, se lavaron los pies y se sentaron con sus espaldas hacia la pared occidental y sus rostros dirigidos al este, teniendo al Bienaventurado enfrente.
Entonces, el Bienaventurado se dirigió a los seguidores laicos de Pataligama con estas palabras:
“Hombres hogareños, he aquí los cinco peligros que corre una persona inmoral o falta de moralidad. ¿Cuáles son estos cinco?
“En primer lugar, esta persona sufre grandes pérdidas de sus propiedades por ser negligente en sus asuntos. En segundo lugar, consigue mala reputación a causa de su inmoralidad y mala conducta. En tercer lugar, cuando se acerca a cualquier asamblea, puede ser la de los khattiyas, la de los brahmanes o la de los hombres hogareños, siempre está insegura y turbada. En cuarto lugar, esta persona, muere confundida. En quinto lugar, después de la muerte, una vez quebrado su cuerpo, llega a los lugares de sufrimiento, de mala suerte, al infierno. Éstos son los cinco peligros para una persona inmoral o falta de moralidad”.
Silavantaasisamsa—Beneficios de la vida moral
“Hombres hogareños, he aquí los cinco grandes beneficios de una persona moral o cuidadosa de la moralidad. ¿Cuáles son estos cinco?
“En primer lugar, esta persona gana muchas riquezas por ser diligente en sus asuntos. En segundo lugar, consigue buena reputación a causa de su moralidad y buena conducta. En tercer lugar, cuando se acerca a cualquier asamblea, puede ser la de los khattiyas, los brahmanes o de los hombres hogareños, siempre está segura y confiada. En cuatro lugar, esta persona no muere confundida. En quinto lugar, después de la muerte, una vez quebrado su cuerpo, llega a los buenos lugares, al mundo celestial.
“Éstos son los cinco grandes beneficios de una persona moral o cuidadosa de la moralidad”.
Después de que el Bienaventurado hubo instruido, inspirado, entusiasmado y deleitado a los seguidores laicos de Pataligama con su plática del Dhamma, llegó la noche. Entonces, los despidió diciendo: “Hombres hogareños, está llegando la noche. Es tiempo para que podáis retiraros de acuerdo con vuestra conveniencia”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondieron y se levantaron de sus asientos y, saludándolo respetuosamente, se retiraron, cuidando que el Bienaventurado quedara siempre a su derecha. Y el Bienaventurado pasó el resto de la noche en la casa de descanso, la cual quedó vacía luego de su partida.
Pataliputtanagaramapana—Constructores de fortalezas de Pataligama
En esta ocasión, los ministros de Magadhan, Sunidha y Vassakara, estaban edificando fortalezas en Pataligama para defenderse de los vajjians. En este mismo tiempo, una gran multitud de miles de devas estaban habitando en Pataligama. Y aquellos devas que eran poderosos influían en la mente de los oficiales reales de tal manera, que éstos tomaban aquellos lugares en los cuales estaban asentados los devas de poder mediano o inferior [desplazándolos de ahí]. Esto es lo que causaban los devas poderosos en sus mentes.
Y el Bienaventurado, con su ojo divino que sobrepasa el de los humanos, pudo visualizar a miles de devas tomando su residencia en Pataligama. Y cuando se hizo de día, el Bienaventurado se dirigió al Venerable Ananda:
“Ananda, ¿quién está construyendo la fortaleza en Pataligama?”.
“Venerable señor, Sunidha y Vassakara, los ministros de Magadhan, son los que construyen la fortaleza en contra de los vajjians”.
“Ananda, es como si Sunidha y Vassakara, recibieran consejo de las Treinta y Tres Divinidades para construir esta fortaleza en Pataligama. Yo pude visualizar, a través de mi ojo divino, cómo miles de devas han tomado su residencia en Pataligama Y aquellos devas que eran poderosos, influían en la mente de los oficiales reales de tal manera, que éstos tomaban aquellos lugares en los cuales estaban asentados los devas de poder mediano o inferior [desplazándolos de ahí]. Esto es lo que causaban los devas poderosos en sus mentes. En una región, en la que prevalecen los devas poderosos, se establecen los oficiales de gran poder; en la región, en la cual prevalecen los devas medianos e inferiores, se establecen los oficiales de mediano y pequeño poder. Realmente, Ananda, hasta donde se extienda el reino de los aryas, hasta donde se extienda su comercio, así será esta gran ciudad, Pataliputta, la ciudad más destacada. Sin embargo, Pataliputta, la misma tendrá que hacer frente a tres peligros: el fuego, el agua y la disputa”.
Entonces, Sunidha y Vassakara se acercaron al Bienaventurado y, habiendo intercambiado los saludos de cortesía, permanecieron a un lado, diciendo: “Que el Maestro Gotama acepte de nosotros la comida mañana, junto con el Sangha de los monjes”. Y el Bienaventurado aceptó en silencio.
Comprendiendo esta aceptación, Sunidha y Vassakara se fueron a sus casas y prepararon una gran comida, escogiendo ellos mismos toda clase de alimentos, duros y blandos. Cuando la comida estuvo lista, lo reportaron al Bienaventurado: “Maestro Gotama, la comida está lista”. Entonces, el Bienaventurado habiéndose vestido por la mañana temprano, tomó su cuenco y hábito exterior, y fue con el Sangha de los monjes a la residencia de Sunidha y Vassakara. Estando ahí, se sentó en el asiento preparado para él. Entonces Sunidha y Vassakara sirvieron toda clase de comida, que habían preparado para el Bienaventurado y el Sangha de los monjes, hasta satisfacerles a todos. Y cuando el Bienaventurado terminó de comer, retiró su manó del cuenco y ellos se sentaron en un taburete más bajo.
Entonces, el Bienaventurado, dio su agradecimiento a través de estos versos:
En cualquier reino, en que viva una persona sabia,
La misma debe ofrecer alimentos a los líderes castos y virtuosos.
Dondequiera que los devas vean semejante ofrenda,
Respetarán a tal persona y la honrarán.
Y siendo reverenciados de esta forma, la honrarán a su vez,
Serán agraciados y cuidarán de ella como una madre cuida de su único hijo,
Él que disfruta así de la gracia de los devas,
Siendo amado por ellos, siempre será feliz.
Después de esto, Sunidha y Vassakara, siguieron muy de cerca al Bienaventurado, diciendo:
“Cualquier puerta que el asceta Gotama escoja hoy para utilizarla como su salida, será llamada, a partir de hoy, ‘La Puerta de Gotama’. Cualquier vado que el asceta Gotama escoja hoy para cruzar el río Ganges, será llamado, a partir de hoy, ‘El Vado de Gotama’. Y la puerta que escogió el Bienaventurado para salir [de la ciudad], fue llamada 'La Puerta de Gotama'.
Entonces, el Bienaventurado se acercó al río Ganges. Y, en esa ocasión, el río estaba lleno de multitudes que fueron ahí para tomar agua. Algunas personas estaban buscando un bote, otras querían encontrar una balsa y algunos, que ya estaban en la balsa, la empujaban con juncos para llegar a la otra orilla. Entonces el Bienaventurado, en un instante, tan pronto como en el que un hombre fuerte extiende su brazo doblado o dobla su brazo extendido, desapareció de un lado del Ganges y reapareció en la otra orilla, junto con el Sangha de sus monjes.
En esta oportunidad, el Bienaventurado miró a la gente que estaba buscando un bote, a los que querían hallar una balsa y a los que ya estando en la balsa, la empujaban con juncos para llegar a la otra orilla, y conociendo sus intenciones compuso este verso:
Mientras que unos han cruzado el vasto océano,
Dejando atrás la tierra firme,
Otros, aún unidos a sus frágiles balsas,
Se salvan mediante la insuperable sabiduría.
[Parte II: Viaje a Vesali]
Ariyasaccakatha—Narración con las nobles verdades
Entonces, el Bienaventurado dijo a Ananda: “Vayamos, Ananda, a Kotigama”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y el Bienaventurado fue a Kotigama, junto con un numeroso grupo de monjes y permaneció ahí por un tiempo.
Después, el Bienaventurado se dirigió a los monjes con estas palabras:
“A causa del desconocimiento y la no-penetración de las Cuatro Nobles Verdades, como bien lo sabéis, por largo tiempo recorría este ciclo de nacimientos y muertes, al igual que vosotros. ¿Cuáles son esas cuatro? Mediante el desconocimiento de la Noble Verdad de la Insatisfacción estábamos transitando el interminable ciclo de nacimientos y muertes. Mediante el desconocimiento de la Noble Verdad del Origen de la Insatisfacción, estábamos transitando el interminable ciclo de nacimientos y muertes. Mediante el desconocimiento de la Noble Verdad del Cese de la Insatisfacción, estábamos transitando el interminable ciclo de nacimientos y muertes. Mediante el desconocimiento de la Noble Verdad del Sendero que lleva al Cese de la Insatisfacción, estábamos transitando el interminable ciclo de nacimientos y muertes.
“Y a través del entendimiento y la penetración de estas Cuatro Nobles Verdades, la Noble Verdad de la Insatisfacción, la Noble Verdad del Origen de la Insatisfacción, la Noble Verdad del Cese de la Insatisfacción y la Noble Verdad del Sendero que lleva al Cese de la Insatisfacción, la avidez por la existencia ha sido cortada, ha sido destruido lo que conducía a la existencia y, he aquí, que no hay más nuevas existencias”.
Cuando dijo esto, el Bienaventurado, el Bienhechor, el Maestro prosiguió:
- Al no ver las Cuatro Nobles Verdades, tal como son,
- Han atravesado la interminable ronda que lleva de vida en vida.
- Cuando esto se ha visto, eliminadas las causas del renacimiento,
Las causas del dolor también fueron cortadas y terminaron los renacimientos.
Entonces, el Bienaventurado, mientras estaba en Kotigama, ofreció este completo y detallado discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Anavattidhammasambodhiparayana—El dhamma de los que no retornan y alcanzan la meta final
Y cuando el Bienaventurado permaneció lo suficiente en Kotigama, dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Natika”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió Ananda y el Bienaventurado fue ahí con un numeroso grupo de monjes y se quedó en la Casa de Ladrillo.
Entonces, el Venerable Ananda se acercó al Bienaventurado, lo saludó respetuosamente y, sentándose a un lado, dijo:
“Venerable Señor, el monje Salha y la monja Nanda murieron en Natika. Ahora bien, ¿qué renacimientos van a tener después de la muerte? También murió el seguidor laico Sudatta y la seguidora laica Sujata, al igual que Kakudha, Kalinga, Nikata, Katissabha, Tuttha, Santuttha, Bhadda y Subhadda; todos ellos murieron en Natika, ¿qué renacimientos van a tener después de la muerte?”.
“Ananda, el monje Salha, a través de la destrucción de las contaminaciones ya en esta vida, logró la liberación de las contaminaciones, como también la liberación por medio de la sabiduría, habiéndola alcanzado por sí mismo, mediante un conocimiento directo.
“Ananda, la monja Nanda, a través de la destrucción de los cinco grilletes inferiores, va a renacer espontáneamente y va a alcanzar el Nibbana en aquel estado, sin retornar jamás a este mundo.
“Ananda, el seguidor laico Sudatta, a través de la destrucción de los tres grilletes y la disminución de la avidez, el odio y la falsa ilusión, es alguien que una-vez-retorna, alguien que volverá a este mundo sólo una vez más, para luego poner fin a sus insatisfacciones.
“Ananda, la seguidora laica Sujata, a través de la destrucción de las tres cadenas, es alguien que entra-en-la-corriente, alguien para quien es imposible caer dentro de los estados de aflicción y que con certeza alcanzará el Nibbana.
“Ananda, el seguidor laico Kakudha, a través de la destrucción de los cinco grilletes inferiores, va a renacer espontáneamente y va a alcanzar el Nibbana en este estado, sin retornar jamás a este mundo. Así también Kalinga, Nikata, Katissabha, Tuttha, Santuttha, Bhadda y Subhadda.
“Ananda, en la ciudad de Natika hay más de cincuenta seguidores laicos, quienes, a través de la destrucción de los cinco grilletes inferiores, han renacido espontáneamente y van a alcanzar el Nibbana en aquel estado sin retornar a este mundo.
“Ananda, hay también más de noventa [seguidores laicos], quienes, a través de la destrucción de los tres grilletes y disminuyendo la avidez, el odio y la falsa ilusión, retornarán una vez, es decir, volverán a este mundo sólo una vez más, para luego poner fin a sus sufrimientos.
“Ananda, hay también más de quinientos [seguidores laicos], quienes, a través de la destrucción de los tres grilletes, son quienes entraran-en-la-corriente; para ellos es imposible caer dentro de los estados de aflicción y, con certeza, alcanzarán el Nibbana”.
Dhammadasadhammapariyaya—"Espejo del Dhamma"
“Ananda, no es un hecho extraño, según el cual, aquel que llega a existir tenga que morir. Entonces, sería problemático para el Tataghata que cada vez que muera alguien le indagues sobre su futura suerte. Por eso, Ananda, te voy a enseñar una forma de conocimiento llamada “El espejo del Dhamma”, mediante la cual un noble discípulo podrá saber esto por sí mismo: 'He destruido el infierno, también el renacimiento como animal o como espíritu hambriento, al igual que el renacimiento en todo plano de aflicción y, ciertamente, alcanzaré el Nibbana'.
"¿Y qué es este ‘Espejo del Dhamma’, a través del cual se puede saber esto?
“Ananda, aquel noble discípulo posee una inquebrantable confianza en el Buda, de esta manera: 'El Bienaventurado es un Arahant, un Buda plenamente despierto, dotado de una conducta y conocimiento perfectos, es el Sublime, el Conocedor de los Mundos, el Incomparable Maestro de los seres humanos destinados a ser amansados, Maestro de los devas y los seres humanos, el Despierto, el Bienaventurado'.
“También, posee una inquebrantable confianza en el Dhamma, de esta manera: 'El Dhamma del Bienaventurado está bien proclamado, manifiesto aquí y ahora, un Dhamma que no demora [en tener resultados], agradable en el comienzo, agradable en el medio y agradable al final, conducente a la liberación y que cada sabio ha de comprender por sí mismo'.
“También, posee una inquebrantable confianza en el Sangha, de esta manera: 'El Sangha de los discípulos del Bienaventurado está correctamente orientado, recto en su conducta, prudente y diligente, del cual se dijo que está compuesto por cuatro pares de seres humanos, por ocho tipo de individuos. El Sangha de los discípulos del Bienaventurado es digno de recibir ofrendas, hospitalidad, honra y veneración. Constituye un insuperable campo de méritos para el mundo'.
“Y finalmente, posee la virtud de estimar en gran manera al Bienaventurado: el Perfecto y sin mancha, el cual pone en libertad, que es elogiado por el sabio y conduce a la concentración.
“Así es, Ananda, este ‘Espejo del Dhamma’, mediante el cual el noble discípulo podrá saber esto por sí mismo: 'He destruido el infierno, también el renacimiento como animal o como espíritu, al igual que el renacimiento en todo plano de aflicción. Soy el que entra-en-la-corriente, me salvé de caer en los estados miserables y ciertamente alcanzaré el Nibbana'.
Entonces, el Bienaventurado, mientras estaba en Natika, en la Casa de Ladrillo, ofreció este completo y detallado discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Y cuando el Bienaventurado permaneció lo suficiente en Natika, dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Vesali”. “Muy bien, Señor”, respondió el Venerable Ananda y el Bienaventurado fue ahí con un numeroso grupo de monjes y se quedó en el bosquecillo de Ambapali.
Entonces, el Bienaventurado se dirigió a los monjes de esta manera: “Monjes, el monje debería permanecer con la atención consciente y clara comprensión. Esta es mi exhortación para vosotros.
“¿Y cómo, monjes, el monje permanece con la atención consciente?
“He aquí, el monje permanece contemplando el cuerpo en el cuerpo, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo.
“Además, el monje permanece contemplando las sensaciones en las sensaciones, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo.
“Además, el monje permanece contemplando la mente en la mente, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo.
“Además, el monje permanece contemplando las formaciones mentales en las formaciones mentales, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo.
“Así es como el monje permanece con la atención consciente.
"¿Y cómo, monjes, el monje permanece con la clara comprensión? He aquí, cuando el monje va hacia delante o hacia atrás, está consciente de lo que está haciendo; cuando se inclina o está en posición recta, está consciente de lo que está haciendo; cuando viste su ropa interior o exterior y toma el cuenco, está consciente de lo que está haciendo; cuando come y bebe, mastica y saborea, orina y defeca, está consciente de lo que está haciendo. Caminando, estando de pie, sentado o acostado, está consciente de lo que está haciendo. Yendo a dormir o permaneciendo despierto, hablando o permaneciendo en silencio, está consciente de lo que está haciendo. Así es como el monje permanece con una clara comprensión.
“Monjes, el monje debería permanecer con la atención consciente y clara comprensión. Esta es mi exhortación para vosotros”.
Ambapaliganika—La cortesana Ambapali
En aquella ocasión, la cortesana Ambapali escuchó que el Bienaventurado llegó a Vesali y que estaba en su arboleda. Y ella tenía los mejores carruajes listos para salir de Vesali hacia su parque. De modo que estaba conduciéndolos hasta donde se lo permitía el camino, después de lo cual descendió del carruaje y siguió a pie, dirigiéndose hacia donde estaba el Bienaventurado. Al llegar ahí y saludarlo respetuosamente, se sentó a un lado y el Bienaventurado la instruyó, inspiró, edificó y la llenó de alegría con la enseñanza del Dhamma.
Y cuando fue así inspirada, Ambapali se levantó de su asiento y dijo al Bienaventurado: “Venerable Señor, ¿podría el Bienaventurado consentir en recibir de mí una comida mañana, junto con el Sangha de los monjes?”. Y el Bienaventurado consintió en silencio. Cuando Ambapali entendió que el Bienaventurado aceptó su invitación, se levantó de su asiento y, saludándolo respetuosamente, se retiró, cuidando por respeto que el Bienaventurado quedara siempre a su derecha.
Entonces, los licchavis de Vesali escucharon que el Bienaventurado llegó a Vesali y estaba en la Arboleda de Ambapali. Y ellos tenían los mejores carruajes listos para partir de Vesali. Algunos de los jóvenes licchavis, iban vestidos completamente de azul: con el maquillaje azul, la vestimenta y los adornos también azules. Otros, venían vestidos completamente de amarillo … de rojo … de blanco: con el maquillaje blanco, la vestimenta y los adornos también en blanco.
En esta ocasión, Ambapali se encontró con los jóvenes licchavis en el camino, eje con eje, rueda con rueda y yunta con yunta. Y ellos le preguntaron: “Ambapali, ¿por qué estás conduciendo en sentido opuesto al nuestro?”. “Jóvenes señores, respondió ella, es porque he invitado al Bienaventurado a comer mañana junto con su Sangha de los monjes”.
“¡Renuncia a hacer esta comida, Ambapali, por cientos de miles!".
Pero ella respondió: “Jóvenes señores, aún si me ofrecieseis la ciudad de Vesali completa, con todos sus ingresos y rentas, no renunciaría a esta importante comida”.
Entonces los licchavis chasquearon los dedos irritados y dijeron: “¡Hemos sido abatidos por esta muchacha del mango [1], fuimos completamente superados por esta muchacha del mango!”. Y sin embargo, continuaron su viaje hacia la Arboleda de Ambapali.
Cuando el Bienaventurado divisó a los licchavis de lejos, dijo a los monjes: “Monjes, cualquiera de vosotros que aún no habíais visto a los Treinta Tres Dioses, ¡sólo fijaos en esta tropa de los licchavis! ¡Fijaos bien en ellos y tendréis una idea de cómo son los Treinta y Tres Dioses!”.
En esta ocasión, los licchavis estaban conduciendo hasta donde se lo permitía el camino, después de lo cual descendieron de los carruajes y siguieron a pie, dirigiéndose hacia donde estaba el Bienaventurado. Al llegar ahí y saludarlo respetuosamente, se sentaron a un lado y el Bienaventurado los instruyó, inspiró, edificó y los llenó de alegría con la enseñanza del Dhamma. Y cuando fueron así inspirados, los licchavis se levantaron de sus asientos y dijeron al Bienaventurado:
“Venerable Señor, ¿podría el Bienaventurado consentir en recibir de nosotros una comida mañana, junto con el Sangha de los monjes?”. “Pero licchavis, yo ya había aceptado una comida mañana de la cortesana Ambapali”. Entonces los licchavis chasquearon los dedos irritados y dijeron: “¡Hemos sido abatidos por esta muchacha del mango, fuimos completamente superados por esta muchacha del mango!”. Entonces, habiéndose regocijado y deleitado en la enseñanza del Bienaventurado, se levantaron de sus asientos y saludándolo respetuosamente, se retiraron, cuidando por respeto que el Bienaventurado quedara siempre a su derecha.
Cuando pasó la noche, la cortesana Ambapali escogió toda clase de comida, tanto dura como blanda, que preparó en su casa, después de lo cual fue a avisar al Bienaventurado que la comida estaba lista. Entonces el Bienaventurado, habiéndose vestido por la mañana temprano, tomó su cuenco y hábito exterior, y fue con el Sangha de los monjes a la residencia de Ambipali. Estando ahí, se sentó en el asiento preparado para él. Entonces Ambapali sirvió toda clase de comida, que había preparado, al Bienaventurado y al Sangha de los monjes hasta satisfacerles a todos.
Y cuando el Bienaventurado terminó de comer, retiró su mano del cuenco y Ambapali se sentó en un taburete más bajo. Una vez sentada, se dirigió al Bienaventurado con estas palabras: “Venerable Señor, quisiera ofrecer este parque al Sangha de los monjes encabezado por el Buda”. Y el Bienaventurado aceptó el parque y después la instruyó, inspiró, edificó y la llenó de alegría con la enseñanza del Dhamma. Después de lo cual, se levantó de su asiento y partió.
Entonces el Bienaventurado, mientras estaba aún en Vesali, en la Arboleda de Ambapali, ofreció a los monjes un detallado y completo discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Veluvagamavassupagamana—El paso de la estación de las lluvias en el pueblo de Veluva
Y cuando el Bienaventurado permaneció lo suficiente en la Arboleda de Ambapali, dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Veluva”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y el Bienaventurado fue allí con un numeroso grupo de monjes.
En esta ocasión, el Bienaventurado dijo a los monjes: “Vosotros, monjes, deberíais permanecer aún en Vesali, junto a sus amigos, conocidos o seguidores, y pasar ahí la estación de las lluvias. Yo, por mi parte, pasaré la temporada de las lluvias aquí, en Veluva”. “Bien, Venerable Señor”, respondieron los monjes y así lo hicieron, mientras que el Bienaventurado se quedó en Veluva para pasar ahí la estación de las lluvias.
Mientras transcurría esta temporada lluviosa, el Bienaventurado fue atacado por una severa enfermedad, con dolores tan agudos que parecía que estaba a punto de morir. Pero el Bienaventurado lo enfrentó con la atención consciente y con una mente clara e impasible. Y se le ocurrió el siguiente pensamiento:
“Ciertamente, no sería apropiado que llegase ahora mi pase final, sin que me dirigiese por última vez a mis seguidores y pidiese permiso al Sangha de los monjes. Necesito sobreponerme a esta enfermedad con la fuerza de voluntad y determinar la continuación del proceso vital, para seguir viviendo”.
Entonces hizo así y su enfermedad se disipó.
En esta ocasión, el Bienaventurado, habiéndose recuperado de su enfermedad, tan pronto se hubo sentido mejor, salió afuera y se sentó en el asiento preparado para él frente a su vivienda. Entonces, el Venerable Ananda llegó junto a él, lo saludó respetuosamente, se sentó a un lado y dijo:
“¡Me siento muy afortunado, Venerable Señor, de ver al Bienaventurado otra vez confortable! ¡Qué afortunado soy de ver al Bienaventurado recuperado! ¡Es grato, Venerable Señor, verle otra vez aliviado! Por cierto, mientras estuve viendo al Bienaventurado enfermo, fue como si mi propio cuerpo llegara a ser débil y enredado, todas las cosas a mi alrededor se oscurecieron y mis sentidos me fallaron. Lo único confortable que tenía era pensar que el Bienaventurado no iba a realizar su pase final, sin antes ofrecer instrucciones al Sangha de los monjes".
Así habló el Venerable Ananda, pero el Bienaventurado le respondió con estas palabras:
“¿Qué más puede esperar de mí el Sangha de los monjes, Ananda? Yo he enseñando el Dhamma sin miramientos, para que nada resultase esotérico o no manifiesto: en cuanto a la doctrina se refiere, el Tataghata nada dejó oculto, como si sostuviera todavía algo en un puño cerrado. Si hubiera alguien que pensara ‘yo me haré cargo del Sangha’ o ‘el Sangha depende de mí, me pertenece’, entonces, esa persona, sí debería ofrecer las instrucciones al Sangha. Sin embargo, Ananda, en el Tathagata, semejantes pensamientos no tienen lugar, ¿cómo entonces, podría el Tathagata aún ofrecer las instrucciones al Sangha?
“Yo ya soy débil, Ananda, entrado en edad, envejecido y anciano; soy alguien que ha atravesado ya el camino de la vida. He llegado al tope del espacio vital, el cual es de ochenta años. Y, al igual que una vieja carreta se sujeta con correas para que no se desmorone, así también el cuerpo del Tataghata está sujetado para que permanezca unido. Es solamente cuando el Tataghata aparta la atención de los signos externos, que cesan ciertas sensaciones, y cuando permanece en la concentración mental sin signos que este cuerpo se siente más confortable.
“Por lo tanto, Ananda, sé tú mismo una isla para ti, sé tu propio refugio y que no haya nadie más que sea tu refugio, con el Dhamma como tu único refugio. Y ¿cómo hace el monje para convertirse en una isla para sí mismo, para ser su propio refugio y no tener a nadie más que sea su refugio, con el Dhamma como su único refugio?
“Es cuando el monje permanece contemplando el cuerpo en el cuerpo, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo. Es también cuando permanece contemplando las sensaciones en las sensaciones … la mente en la mente … las formaciones mentales en las formaciones mentales, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo. Es así como el monje se hace una isla para sí mismo, se hace su propio refugio y no tiene a nadie más que sea su refugio, con el Dhamma como su único refugio.
“Aquellos monjes míos, Ananda, que ahora o después de mi partida permanezcan como sus propias islas, sean su propio refugio, sin que tengan a nadie más que sea su refugio, con el Dhamma como su único refugio, ellos alcanzarán lo más alto, si es que tienen deseo de aprender”.
[Parte III: Renunciamiento de la voluntad de vivir]
Nimittobhasakatha—Narración con el lenguaje indirecto
En esta ocasión el Bienaventurado se levantó muy temprano, se vistió y, tomando su cuenco y hábito exterior, se fue a Vesali en busca de las limosnas. Habiendo vuelto y comido, se dirigió al Venerable Ananda, diciendo: “Toma una estera, Ananda, vamos a ir al santuario de Capala”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y, llevando la estera, siguió los pasos del Bienaventurado.
Y cuando el Bienaventurado llegó al santuario de Capala, se sentó en el asiento que estaba preparado para él. Después, llegó el Venerable Ananda quien, saludando al Bienaventurado respetuosamente, se sentó a un lado. Entonces el Bienaventurado dijo:
“Ananda, la ciudad de Vesali es agradable, el santuario de Udena también es agradable, al igual que son agradables los santuarios de Gotamaka, Sattambaka, Bahuputta y Capala.
“Ananda, cualquiera que desarrolla las cuatro bases del poder espiritual, las practica frecuentemente y se establece en ellas, para quien estas bases se vuelven familiares, quien las entiende bien y las perfecciona, ciertamente podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo deseara. Y el Tathagata, Ananda, desarrolló las cuatro bases del poder espiritual, las practicó frecuentemente, se estableció en ellas, las mismas se le volvieron familiares, las entendió bien y las perfeccionó; ciertamente, entonces, el Tathagata podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo quisiese”.
Pero el Venerable Ananda no fue capaz de captar esta indirecta del Bienaventurado, esta señal tan clara. Y como su mente estaba influenciada por el Mara, no le imploró: “Que el Bienaventurado continúe aquí por siglos, que el Bendito permanezca durante todo el periodo del mundo para el bien y la felicidad de las multitudes, por causa de su compasión, para el beneficio y felicidad de los devas y los seres humanos”.
Y por segunda vez … Y por tercera vez el Bienaventurado dijo:
“Ananda, la ciudad de Vesali es agradable, el santuario de Udena también es agradable, al igual que son agradables los santuarios de Gotamaka, Sattambaka, Bahuputta y Capala.
“Ananda, cualquiera que desarrolla las cuatro bases del poder espiritual, las practica frecuentemente y se establece en ellas, para quien estas bases se vuelvan familiares, quien las entiende bien y las perfecciona, ciertamente podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo deseara. Y el Tathagata, Ananda, desarrolló las cuatro bases del poder espiritual, las practicó frecuentemente, se estableció en ellas, las mismas se volvieron familiares para él, las entendió bien y las perfeccionó; ciertamente, entonces, el Tathagata podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo quisiese”.
Pero el Venerable Ananda no fue capaz de captar esta indirecta del Bienaventurado, esta señal tan clara. Y como su mente estaba influenciada por el Mara, no lo imploró: “Qué el Bienaventurado continúe aquí por siglos, que el Bendito permanezca durante todo el periodo del mundo para el bien y la felicidad de las multitudes, por causa de su compasión, para el beneficio y felicidad de los devas y de los humanos”.
Entonces el Bienaventurado dijo: “Ananda, puedes retirarte ya y hacer lo que te parezca conveniente”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venarble Ananda y, levantándose de su asiento, saludó al Bienaventurado y se retiró, cuidando que el Bienaventurado quedara siempre a su derecha.
Marayacanakatha—Narración con la imploración del Mara
Una vez Ananda se hubo retirado, el Mara, el Malvado, se acercó al Bienaventurado. Permaneciendo de pie, a un costado, se dirigió al Bienaventurado con estas palabras:
“Venerable Señor, ahora es el tiempo para que el Bienaventurado alcance su Nibbana final, para que el Bienhechor haga su último paso; llegó el momento para el Parinibbana, Venerable Señor.
“Una vez el Bienaventurado me dijo: ‘Malvado, yo no pasaré al Nibbana final hasta que tenga monjes y monjas, seguidores laicos y seguidoras laicas que sean verdaderos discípulos, bien entrenados, sabios, capaces de preservar el Dhamma, que vivan de acuerdo con el Dhamma, que perduren en una conducta adecuada y que, al aprender las palabras del Maestro, sean aptos de exponerlas, predicarlas, proclamarlas, establecerlas, revelarlas, explicarlas en detalle y hacerlas claras, de tal manera que, cuando surjan las opiniones adversas, sean capaces de refutarlas meticulosamente y predicar este convincente y liberador Dhamma'.
“Ahora bien, Venerable Señor, los monjes y las monjas, los seguidores laicos y las seguidoras laicas llegaron a ser sus verdaderos discípulos, justo de la manera como lo quiso. De modo que, Venerable Señor, ahora es el tiempo para que el Bienaventurado alcance su Nibbana final, para que el Bienhechor haga su último paso; llegó el momento para el Parinibbana, Venerable Señor.
“Además una vez el Bienaventurado dijo: ‘Malvado, yo no pasaré al Nibbana final hasta que esta vida santa sea enseñada por mí de tal manera que llegue a ser exitosa, que prospere y tenga renombre, que sea popular y extendida, bien proclamada a los seres humanos y las divinidades'.
“Ahora bien, Venerable Señor, esta vida santa ha sido enseñada justo de la manera como lo quiso. De modo que, Venerable Señor, ahora es el tiempo para que el Bienaventurado alcance su Nibbana final, para que el Bienhechor haga su último paso; llegó el momento para el Parinibbana, Venerable Señor”.
Dicho esto, el Bienaventurado habló al Mara, el Malvado: “No te turbes a ti mismo, Malvado. No demorará mucho tiempo para que el Tathagata alcance su Nibbana final. No más que en tres meses, el Tathagata habrá alcanzado el Parinibbana”.
Ayusankharaossajjana—Renunciamiento al principio vital
En esta ocasión, en el santuario de Capala, el Bienaventurado, conscientemente atento y con plena comprensión, renunció a su voluntad de vivir. Cuando esto ocurrió se escuchó un gran temblor de la tierra, terrible y sorprendente, acompañado de truenos que rodaban desde los cielos. Entonces el Bienaventurado, observando esto con entendimiento, compuso los siguientes versos:
Lo que causa la vida, sin límites ni confinamientos,
Su proceso de nacimientos, esto es a lo que el Sabio
Renuncia. Con calma interior y dicha, destruye,
Como una cota de malla, la causa de su propia vida.
Mahabhumicalahetu—Causas de los grandes terremotos
Entonces este pensamiento surgió en la mente del Venerable Ananda: “¡Esto es realmente maravilloso y asombroso! ¡La tierra ha sido sacudida poderosa y tremendamente! ¡Es terrible y sorprendente ver cómo los truenos ruedan desde los cielos! ¿Cuál podría ser la razón? ¿Cuál es la causa de este poderoso terremoto?".
Entonces, el Venerable Ananda se acercó al Bienaventurado y, saludándolo respetuosamente, se sentó a un lado y dijo: “¡Realmente, esto fue maravilloso y asombroso! ¡La tierra ha sido sacudida poderosa y tremendamente! ¡Es terrible y sorprendente ver cómo los truenos ruedan desde los cielos! ¿Cuál podría ser la razón? ¿Cuál es la causa de este poderoso terremoto?".
A esto, el Bienaventurado respondió:
“Hay ocho razones, Ananda, ocho causas de un terremoto poderoso. Y ¿cuáles son esas ocho?
“Esta gran tierra, Ananda, está fundada sobre el líquido, el líquido, a su vez, sobre la atmósfera y ésta sobre el espacio. Entonces, Ananda, cuando tienen lugar los poderosos disturbios atmosféricos, el líquido se agita, y con el líquido agitado, surgen temblores en la tierra. Esta es la primera razón, la primera causa de los poderosos terremotos.
“Además, Ananda, cuando un asceta o un hombre santo de gran poder, alguien que alcanza la maestría de su mente, o una deidad que es fuerte y poderosa desarrolla una intensa concentración, en la cual el elemento de la tierra es débil, mientras que el elemento líquido es inconmensurable, también causa que la tierra tiemble, se agite y se sacuda. Esta es la segunda razón, la segunda causa de los poderosos terremotos.
“Además, Ananda, cuando el Bodhisatta desciende del cielo Tusita, conscientemente atento y con clara comprensión, al útero materno, también esto causa que la tierra tiemble, se agite y se sacuda. Esta es la tercera razón, la tercera causa de los poderosos terremotos.
“Además, Ananda, cuando el Bodhisatta emerge, conscientemente atento y con clara comprensión, del útero materno, también esto causa que la tierra tiemble, se agite y se sacuda. Esta es la cuarta razón, la cuarta causa de los poderosos terremotos.
“Además, Ananda, cuando el Tathagata alcanza el insuperable despertar, conscientemente atento y con clara comprensión, esto también causa que la tierra tiemble, se agite y se sacuda. Esta es la quinta razón, la quinta causa de los poderosos terremotos.
“Además, Ananda, cuando el Tathagata pone en movimiento la Rueda del Dhamma, conscientemente atento y con clara comprensión, esto también causa que la tierra tiemble, se agite y se sacuda. Esta es la sexta razón, la sexta causa de los poderosos terremotos.
“Además, Ananda, cuando el Tathagata, conscientemente atento y con clara comprensión, renuncia a su voluntad de vivir, esto también causa que la tierra tiemble, se agite y se sacuda. Esta es la séptima razón, la séptima causa de los poderosos terremotos.
“Además, Ananda, cuando el Tathagata alcanza el Nibbana final, sin que permanezca elemento alguno de apego, también esto causa que la tierra tiemble, se agite y se sacuda. Esta es la octava razón, la octava causa de los poderosos terremotos.
“Estas son las ocho razones, Ananda, las ocho causas de un terremoto poderoso”.
Atthaparisa—Ocho asambleas
“Ahora bien, Ananda, hay también ocho tipos de asambleas, que son las siguientes: la asamblea de los nobles, la asamblea de los brahmanes, la asamblea de los hombres hogareños, la asamblea de los ascetas, la asamblea de los Cuatro Grandes Reyes, la asamblea de los Treinta y Tres Dioses, la asamblea de los Maras y la asamblea de los Brahmas.
“Yo me acuerdo bien, Ananda, que he asistido a cada una de estas ocho asambleas centenares de veces. Antes de sentarme e iniciar la conversación o la discusión, hacía que mi apariencia fuera semejante a la de ellos, como también mi voz a la de su voz. Y luego les enseñaba el Dhamma, elevándolos, edificándolos y regocijándolos. Mientras hablaba así, ellos aún no me conocían, entonces se preguntaban uno al otro: ‘¿Quién es aquél que nos habla de este modo? ¿Es humano o divino?'.
“Luego, habiéndoles enseñado el Dhamma, habiéndoles elevado, edificado y regocijado, inmediatamente desaparecía de ahí. Pero aún cuando ya había desaparecido, ellos todavía no me conocieron y siguieron preguntándose uno al otro: ‘¿Quién es aquél que nos hablaba de este modo? ¿Es humano o divino?'.
“Éstas son, Ananda, las ocho asambleas”.
Atthaabhibhayatana—Ocho campos del dominio
“También, Ananda, hay estos ocho campos de dominio. ¿Cuáles son esos ocho?
“Cuando alguien, percibiendo las formas internamente, ve las formas externas limitadas, tanto las bellas como las feas, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el primer campo de dominio.
“Cuando alguien, percibiendo las formas internamente, ve las formas externas ilimitadas, tanto las bellas como las feas, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el segundo campo de dominio.
“Cuando alguien, no percibiendo las formas internamente, ve las formas externas limitadas, tanto las bellas como las feas, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el tercer campo de dominio.
“Cuando alguien, no percibiendo las formas internamente, ve las formas externas ilimitadas, tanto las bellas como las feas, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el cuarto campo de dominio.
“Cuando alguien, no percibiendo las formas internamente, ve las formas externas que son azules, de color azul, de brillo azul, como la flor de lino o como la delicada muselina de Benarés, la cual, bruñida de ambos lados es azul, de color azul y de brillo azul. Cuando alguien ve las formas externas de semejante manera, como azules, de color azul, de brillo azul, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el quinto campo de dominio.
“Cuando alguien, no percibiendo las formas internamente, ve las formas externas que son amarillas, de color amarillo, de brillo amarillo, como la flor kannikara o como la delicada muselina de Benarés, la cual bruñida de ambos lados es amarilla, de color amarillo y de brillo amarillo. Cuando alguien ve las formas externas de semejante manera, como amarillas, de color amarillo, de brillo amarillo, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el sexto campo de dominio.
“Cuando alguien, no percibiendo las formas internamente, ve las formas externas que son rojas, de color rojo, de brillo rojo, como la flor bandhujivaka o como la delicada muselina de Benarés, la cual bruñida de ambos lados es roja, de color rojo y de brillo rojo. Cuando alguien ve las formas externas de semejante manera, como rojas, de color rojo, de brillo rojo, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el séptimo campo de dominio.
“Cuando alguien, no percibiendo las formas internamente, ve las formas externas que son blancas, de color blanco, de brillo blanco, como la estrella de la mañana o como la delicada muselina de Benarés, la cual bruñida de ambos lados es blanca, de color blanco y de brillo blanco. Cuando alguien ve las formas externas de semejante manera, como blancas, de color blanco, de brillo blanco, se convierte en experto en estar consciente de lo que conoce y ve. Éste es el octavo campo de dominio.
“Éstos son, Ananda, los ocho campos del dominio”.
Atthavimokkha—Ocho liberaciones
“También, Ananda, hay estas ocho liberaciones. ¿Cuáles son esas ocho?
“Poseyendo sus propias formas, uno percibe las formas. Esta es la primera liberación.
“Ignorando sus propias formas, uno las percibe como externas a sí mismo. Esta es la segunda liberación.
“Experimentando la belleza, uno queda absorto en ella. Esta es la tercera liberación.
“Con la completa superación de las percepciones de las formas, con la desaparición de la afectación sensorial, con la desatención a la percepción de la diversidad, [percibiendo:] ‘el espacio es infinito’, entra y permanece en la base de la infinitud del espacio. Esta es la cuarta liberación.
“Con la completa superación de la base de la infinitud del espacio, [percibiendo:] ‘la conciencia es infinita’, entra y permanece en la base de la infinitud de la conciencia. Esta es la quinta liberación.
“Con la completa superación de la base de la infinitud de la conciencia, [percibiendo:] ‘he aquí no hay nada, entra y permanece en la base de la nada. Esta es la sexta liberación.
“Con la completa superación de la base de la nada, entra y permanece en la base de ni-percepción-ni-no percepción. Esta es la séptima liberación.
“Con la completa superación de la base de ni-percepción-ni-no percepción, entra y permanece el cese de percepción y sensación. Esta es la octava liberación.
“Éstas son, Ananda, las ocho liberaciones”.
“En una ocasión, Ananda, un poco después de mi despertar, me quedé en la ciudad de Uruvela, a la orilla del río Nerañjara, debajo del baniano de los guardacabras. Entonces Mara, el Malvado, se acercó a mí y me dijo: ‘Venerable Señor, ahora es el tiempo de que el Bienaventurado alcance su Nibbana final; de que el Bienhechor haga su último paso; llegó el momento para el Parinibbana, Venerable Señor'.
“Entonces, Ananda, respondí a Mara, al Malvado, con estas palabras: ‘Malvado, yo no pasaré al Nibbana final hasta que tenga monjes y monjas, seguidores laicos y seguidoras laicas que sean verdaderos discípulos, bien entrenados, sabios, capaces de preservar el Dhamma, que vivan de acuerdo al Dhamma, que perduren en una conducta adecuada y que, al aprender las palabras del Maestro, sean aptos para exponerlas, predicarlas, proclamarlas, establecerlas, revelarlas, explicarlas en detalle y hacerlas claras de tal manera que, cuando surjan las opiniones adversas, sean capaces de refutarlas meticulosamente y predicar este convincente y liberador Dhamma'.
“'Malvado, yo no pasaré al Nibbana final hasta que esta vida santa sea enseñada por mí, de tal manera que llegue a ser exitosa, que prospere y tenga renombre, que sea popular y extendida, bien proclamada a los seres humanos y a los dioses'.
“Y otra vez, Ananda, hoy en el santuario de Capala, Mara, el Malvado, se acercó a mí y me dijo: ‘Venerable Señor, los monjes y las monjas, los seguidores laicos y las seguidoras laicas llegaron a ser sus verdaderos discípulos, bien entrenados, sabios, capaces de preservar el Dhamma; ellos viven de acuerdo al Dhamma, perduran en una conducta adecuada y, al aprender las palabras del Maestro, son aptos para exponerlas, predicarlas, proclamarlas, establecerlas, revelarlas, explicarlas en detalle y hacerlas claras, de tal manera que cuando surgen las opiniones adversas, son capaces de refutarlas meticulosamente y predicar este convincente y liberador Dhamma. De modo que, Venerable Señor, ahora es el tiempo de que el Bienaventurado alcance su Nibbana final; de que el Bienhechor haga su último paso; llegó el momento para el Parinibbana, Venerable Señor.
‘También, Venerable Señor, esta vida santa ha sido enseñada por el Bienaventurado de tal manera que llegó a ser exitosa, prosperó y tiene renombre, es popular y extendida, bien proclamada a los seres humanos y a los dioses. De modo que, Venerable Señor, ahora es el tiempo de que el Bienaventurado alcance su Nibbana final; de que el Bienhechor haga su último paso; llegó el momento para el Parinibbana, Venerable Señor'.
“Entonces, Ananda, respondí a Mara, el Malvado, de esta manera: 'No te turbes a ti mismo, Malvado. No demorará mucho tiempo para que el Tataghata alcance su Nibbana final. No más que en tres meses, el Tataghata habrá alcanzado el Parinibbana'.
“De esta manera, Ananda, hoy en el santuario de Capala el Tataghata renunció a su voluntad de vivir”.
Anandayacanakatha—Narración con la imploración de Ananda
Entonces, el Venerable Ananda dijo: “Qué el Bienaventurado continúe aquí por siglos, que el Bendito permanezca durante todo el periodo del mundo para el bien y la felicidad de las multitudes, por causa de su compasión, para el beneficio y felicidad de las divinidades y los seres humanos”.
“¡Basta, Ananda! No implores más al Tathagata, pues el tiempo no es apropiado para esto".
Pero Ananda repitió su imploración por segunda y tercera vez.
“Ananda, ¿tienes fe en el despertar del Tataghata?”. “Sí, bienaventurado señor”. “Entonces, ¿por qué persistes repitiendo tu solicitud tres veces?”.
Entonces, el Venerable Ananda respondió al Bienaventurado: “Es que, Venerable Señor, yo escuché esto y lo aprendí del Bienaventurado, cuando el Bienaventurado me lo dijo a mí: ‘Cualquiera que desarrolla las cuatro bases del poder espiritual, las practica frecuentemente, se establece en ellas, las mismas se vuelven para él familiares, las entiende bien y las perfecciona, ciertamente podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo desease. Y el Tathagata, Ananda, desarrolló las cuatro bases del poder espiritual, las practicó frecuentemente, se estableció en ellas, las mismas se volvieron familiares para él, las entendió bien y las perfeccionó, ciertamente, entonces, el Tathagata podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo quisiese'”.
“¿Y tú lo crees así, Ananda?”. “Sí, Venerable Señor, lo creo así”.
“Entonces, Ananda, la culpa es tuya. Realmente, has fallado, Ananda, puesto que no fuiste capaz de captar una sencilla sugerencia, no entendiste el significado de una indirecta hecha por el Tataghata y no le imploraste para que continuara aquí por siglos. Si lo hubieses hecho, Ananda, el Tataghata hubiese rehusado tu solicitud dos veces, pero en la tercera vez, hubieses sido consentido. Así que, Ananda, la culpa es tuya. Realmente, has fallado.
“Una vez, Ananda, cuando estuve en Rajagaha, en el Pico del Buitre, te dije lo siguiente: 'La ciudad de Rajagaha es agradable, el Pico de Buitre también es agradable. Ananda, cualquiera que desarrolla las cuatro bases del poder espiritual, las practica frecuentemente, se establece en ellas, las mismas se vuelven para él familiares, las entiende bien y las perfecciona, ciertamente podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo desease. Y el Tathagata, Ananda, desarrolló las cuatro bases del poder espiritual, las practicó frecuentemente, se estableció en ellas, las mismas se volvieron familiares para él, las entendió bien y las perfeccionó, ciertamente, entonces, el Tathagata podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo quisiese'”.
“Otra vez, Ananda, cuando estuve en la Arboleda de los Banianos…, en el Acantilado de los Ladrones…, en la Cueva de Sattapanni de las Montañas Vebhara…, en la Roca Negra de Isigili…, en el Charco de las Serpientes del Fresco Bosque…, en la Arboleda de Tapoda…, en la Arboleda de los Bambúes del lugar donde buscan su comida las ardillas…, en la Arboleda de los Mangos de Jivaka…, en el Pequeño Rincón del Parque de los Venados…,
“Te hablaba, Ananda, en todos estos lugares con las mismas palabras: 'La ciudad de Rajagaha es agradable, Ananda, agradables también son todos estos lugares.
“Ananda, cualquiera que desarrolla las cuatro bases del poder espiritual, las practica frecuentemente, se establece en ellas, las mismas se vuelven para él familiares, las entiende bien y las perfecciona, ciertamente podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo desease. Y el Tathagata, Ananda, desarrolló las cuatro bases del poder espiritual, las practicó frecuentemente, se estableció en ellas, las mismas se volvieron familiares para él, las entendió bien y las perfeccionó, ciertamente, entonces, el Tathagata podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo quisiese'".
“Pero tú, Ananda, no fuiste capaz de captar una sencilla sugerencia, no entendiste el significado de una indirecta hecha por el Tathagata y no le imploraste para que continuara aquí por siglos. Si lo hubieses hecho, Ananda, el Tataghata hubiese rehusado tu solicitud dos veces, pero en la tercera vez, hubieses sido consentido. Así que, Ananda, la culpa es tuya. Realmente, has fallado.
“Así también, Ananda, en Vesali el Tathagata en diferentes ocasiones te habló de este mismo modo: 'La ciudad de Vesali es agradable, también son agradables los santuarios de Udena, Gotamaka, Sattambaka, Bahuputta, Sarandaba y Capala. Ananda, cualquiera que desarrolla las cuatro bases del poder espiritual, las practica frecuentemente, se establece en ellas, las mismas se vuelven para él familiares, las entiende bien y las perfecciona, ciertamente podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo desease. Y el Tathagata, Ananda, desarrolló las cuatro bases del poder espiritual, las practicó frecuentemente, se estableció en ellas, las mismas se volvieron familiares para él, las entendió bien y las perfeccionó, ciertamente, entonces, el Tathagata podría vivir durante siglos o extender su vida hasta el fin de un periodo del mundo, si así lo quisiese'”.
“Pero tú, Ananda, no fuiste capaz de captar una sencilla sugerencia, no entendiste el significado de una indirecta hecha por el Tataghata y no le imploraste para que continuara aquí por siglos. Si lo hubieses hecho, Ananda, el Tataghata hubiese rehusado tu solicitud dos veces, pero en la tercera vez, hubieses sido consentido. Así que, Ananda, la culpa es tuya. Realmente, has fallado.
“Más aún, Ananda, ¿no estaba yo enseñando desde el comienzo que aquello que es querido y amado tiene que ser cambiado, separado y roto? Todo lo que ha nacido, ha llegado a ser, está compuesto y sujeto a la descomposición. ¿Cómo podría alguien decir: ‘¡Que esto no llegue a disolverse!’? No podría ocurrir semejante cosa. Y esto es, Ananda, lo que el Tataghata ha concluido, a lo que ha renunciado, lo que ha dejado, abandonado y rechazado: su voluntad de vivir. La palabra del Tataghata ha sido dicha de una vez para siempre: ‘No demorará mucho tiempo para que el Tataghata alcance su Nibbana final. No más que en tres meses, el Tataghata habrá alcanzado el Parinibbana’. Es imposible que el Tataghata retire sus propias palabras para seguir viviendo.
“Ahora, Ananda, vayamos a la entrada de la Casa del Aguilón, en el Gran Bosque”. “Así sea, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda.
Entonces, el Bienaventurado y el Venerable Ananda fueron a la entrada de la Casa de Aguilón, en el Gran Bosque. Y estando ahí, el Bienaventurado se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: “Ve, Ananda, y convoca una reunión en el auditorio con los monjes que viven en las cercanías de Vesali”.
“Así sea, Señor”. Y el Venerable Ananda, convocó a todos los monjes que estaban en cercanías de Vesali y los reunió en el auditorio. Entonces, acercándose al Bienaventurado y saludándolo respetuosamente se colocó a un lado y dijo: “La comunidad de los monjes está reunida, Venerable Señor. Que el Bienaventurado haga ahora lo que mejor le parezca”.
Acto seguido, el Bienaventurado entró en el auditorio y tomó el asiento preparado para él y exhortó a los monjes con estas palabras: “Monjes, aquellas enseñanzas que había descubierto y proclamado, deben ser bien aprendidas por vosotros; deben ser practicadas, desarrolladas y cultivadas, de manera tal que esta vida santa perdure por largo tiempo para beneficio y felicidad de las multitudes, por causa de la compasión por el mundo, para el beneficio de los seres humanos y las divinidades.
“¿Y cuáles son estas enseñanzas? Los Cuatro Fundamentos de la Atención Consciente, los Cuatro Correctos Esfuerzos, las Cuatro Bases del Poder Espiritual, las Cinco Facultades, los Cinco Poderes Espirituales, los Siete Factores del Despertar y el Óctuple Noble Sendero [2]. Monjes, estas son las enseñanzas que he descubierto y proclamado, y que deben ser bien aprendidas por vosotros; deben ser practicadas, desarrolladas y cultivadas, de manera tal que esta vida santa perdure por largo tiempo para el beneficio y felicidad de las multitudes, por causa de la compasión por el mundo, para el beneficio de los seres humanos y las divinidades".
Después, el Bienaventurado dijo esto a los monjes: “Monjes, esto es lo que os exhorto: Todas las cosas condicionadas tienen naturaleza perecedera. Esforzaos incansablemente. No demorará mucho tiempo para que el Tataghata alcance su Nibbana final. No más que en tres meses, el Tataghata habrá alcanzado el Parinibbana”.
Y cuando dijo estas palabras, el Bienaventurado, el Maestro, una vez más se dirigió a los monjes:
- Mis años han alcanzado la plena madurez, el espacio vital que me queda es corto.
- Estoy partiendo de vosotros, poniendo la única confianza en mí mismo.
- Sed, pues, fervientes, ¡oh monjes! Sed conscientes y puros.
- Con firme resolución guardad vuestra propia mente.
- Quienes incansablemente siguen el Dhamma y la Disciplina,
- Traspasarán el interminable ciclo de nacimientos y pondrán fin al sufrimiento.
[Parte IV: La última comida]
Nagapalokita – La mirada del elefante
En aquella oportunidad, el Bienaventurado se levantó y se vistió temprano y, tomando su cuenco y hábito externo, fue a Vesali en busca de las limosnas. Después de haber retornado de su habitual ronda y después de haber comido, el Bienaventurado echó una mirada de elefante [3] hacia la ciudad de Vesali y se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: “Esta es la última vez, Ananda, que el Bienaventurado echa una mirada hacia la ciudad de Vesali. Ven, Ananda, vayamos ahora a Bhandagama”. “Así sea, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y el Bienaventurado estableció su morada en Bhandagama junto a un numeroso grupo de monjes.
En esa ocasión, el Bienaventurado se dirigió a los monjes con estas palabras: “Monjes, por falta de entendimiento, por falta de penetración de los cuatro principios, fue que el Tathagata, al igual que vosotros, tuvo que atravesar este interminable ciclo de nacimientos. Y, ¿cuáles son esos cuatro? La noble virtud, la noble concentración, la noble sabiduría y la noble liberación. Pero ahora, monjes, que estos principios han sido comprendidos y penetrados, se ha cortado la avidez por la existencia, se ha destruido aquello que conducía a nuevas existencias y, he aquí, que ya no hay más nuevos nacimientos”.
Y habiendo dicho esto, el Bienaventurado, el Maestro, una vez más hizo el uso de la palabra, diciendo:
- La virtud, la concentración, la sabiduría y la liberación sin igual.
- Estos gloriosos principios Gotama descubrió.
- Y conociendo este Dhamma, lo enseñó a sus monjes.
- Él, el destructor de la insatisfacción, el Maestro, el Visionario, indica la paz del Nibbana.
Entonces, el Bienaventurado, mientras estaba en Bhandagama, ofreció este completo y detallado discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Catumahapadesa—Cuatro grandes criterios
Y cuando el Bienaventurado permaneció lo suficiente en Bhandagama, dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Hatthigama”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y el Bienaventurado fue ahí con un gran grupo de monjes.
Y cuando el Bienaventurado permaneció lo suficiente en Hatthigama, dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Ambagama … Vayamos a Jamugama … Vayamos a Bhoganagara … Y en todos estos lugares, el Bienaventurado ofreció este completo y detallado discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
“Ahora, monjes, voy a enseñaros los cuatro grandes criterios. Escuchad y prestad atención a mis palabras.” “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes.
Entonces, el Bienaventurado dijo: “Suponed, monjes, que algún monje dijera: ‘Cara a cara escuché esto, hermanos, del propio Bienaventurado, que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo, de aquel monje, no debe ser ni aprobada ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina [4] y si mediante esta comparación y examen crítico, encontrase algo que no estuviese de acuerdo con los Discursos y la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma estuviera de acuerdo con los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el primer criterio.
“También, monjes, suponed que algún monje dijera: ‘En tal y tal lugar, vive una comunidad de monjes con distinguidos maestros y ancianos; de parte de esta comunidad, hermanos, escuché que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo, de aquel monje, no debe ser ni aprobada ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina y si mediante esta comparación y examen crítico encontrase algo que no estuviese de acuerdo a los Discursos y la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma estuviera de acuerdo a los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el segundo criterio.
“Suponed, monjes, que algún monje dijera: ‘En tal y tal lugar, viven varios monjes plenamente realizados, quienes guardan el Dhamma, la Disciplina y los Códigos morales. Escuché de parte de estos monjes que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo, de aquel monje, no debe ser ni aprobada ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina y si mediante esta comparación y el examen crítico encontrase algo que no estuviese conforme a los Discursos y la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma fuera conforme a los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el tercer criterio.
“Suponed, monjes, que algún monje dijera: ‘En tal y tal lugar, vive un monje solitario plenamente realizado, que guarda el Dhamma, la Disciplina y los Códigos morales; escuché de parte de este monje, que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo de aquel monje, no debe ser ni aprobada, ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión, debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina y si mediante esta comparación y examen crítico encontrase algo que no estuviese conforme a los Discursos y a la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma fuera conforme a los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el cuarto criterio”.
Y también en Bhoganagara, el Bienaventurado ofreció a los monjes este completo y detallado discurso: “He aquí la moralidad, la concentración y la sabiduría. Cuando la concentración está imbuida con la moralidad, trae un gran beneficio y muchos frutos. Cuando la sabiduría está imbuida con la concentración, trae un gran beneficio y muchos frutos. La mente imbuida con la sabiduría, se libera completamente de las corrupciones de la sensualidad, de la existencia, de las falsas opiniones y de la ignorancia”.
Y cuando el Bienaventurado permaneció lo suficiente en Bhoganagara, dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Pava”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y el Bienaventurado fue ahí con un gran grupo de monjes y se quedó en la Arboleda de los Mangos de Cunda, quien provenía de la familia de los herreros.
Kammaraputtacundavatthu—Historia de Cunda, el hijo del herrero
En esta ocasión, Cunda, el herrero, escuchó que el Bienaventurado arribó a Pava y que estaba en su Arboleda de los Mangos. Entonces, se fue junto al Bienaventurado y saludándolo respetuosamente se sentó a un lado y el Bienaventurado lo instruyó, inspiró, edificó y lo llenó de alegría con la enseñanza del Dhamma.
Entonces Cunda dijo al Bienaventurado: “Venerable Señor, ¿podría el Bienaventurado consentir en recibir de mí una comida mañana, junto con el Sangha de los monjes?”. Y el Bienaventurado consintió en silencio.
Cuando Cunda entendió que el Bienaventurado aceptó su invitación, se levantó de su asiento y, saludándolo respetuosamente, se retiró cuidando que el Bienaventurado quedara siempre a su derecha.
Cuando pasó la noche, Cunda, el herrero, escogió toda clase de comida, tanto dura como blanda que preparó en su casa, junto con una cantidad de deleite porcino [5], después de lo cual, fue a anunciar al Bienaventurado que la comida estaba servida.
Entonces, el Bienaventurado habiéndose vestido por la mañana temprano, tomó su cuenco y hábito exterior, y fue con el Sangha de los monjes a la residencia de Cunda. Estando ahí, se sentó en el asiento preparado para él y dijo al Cunda: “La comida que preparaste con el deleite porcino, sírveme sólo a mí, Cunda, mientras que la otra comida, tanto la blanda como la dura, puedes servirla a la comunidad de los monjes”.
“Así sea, Venerable Señor”, respondió Cunda y la comida que preparó con el deleite porcino la sirvió solamente al Bienaventurado, mientras que la otra comida, tanto la blanda como la dura, la sirvió a la comunidad de los monjes.
Acto seguido, el Bienaventurado se dirigió a Cunda con estas palabras: “Cunda, cada vez que te sobre algo de la comida hecha con el deleite porcino entierra las sobras en una fosa. Porque yo no conozco a nadie en este mundo de los dioses, Maras y Brahmas, tanto entre los ascetas, como entre los brahmanes, entre los dioses y los seres humanos, que fuera capaz de digerir totalmente esta comida, con la única excepción del Tathagata.
Entonces, Cunda, el herrero, respondió al Bienaventurado: “Así sea, Venerable Señor”; y lo que sobró de la comida hecha con el deleite porcino, lo enterró en una fosa.
Después Cunda retornó al lugar donde estaba el Bienaventurado y, saludándolo respetuosamente, se sentó a un lado. Y el Bienaventurado instruyó a Cunda, el herrero, en el Dhamma, lo inspiró, edificó y lo llenó de alegría. Después de lo cual, se levantó de su asiento y partió.
No mucho después de que el Bienaventurado hubo terminado la comida provista por Cunda, el herrero, unas funestas náuseas se apoderaron de él, incluso la disentería, y sufrió un agudo y mortal dolor. Pero el Bienaventurado lo enfrentó con la atención consciente, con clara comprensión, sin inmutarse.
Entonces, el Bienaventurado dijo al Venerable Ananda: “Ven, Ananda, vayamos a Kusinara”, a lo que el Venerable Ananda respondió: “Así sea, Venerable Señor”.
- Cuando comió la comida de Cunda, escuché,
- Un mortal dolor lo atravesó.
- Adolorido por el deleite porcino,
- Unas espantosas nauseas vinieron al Señor.
- Pero él los retorcijones enfrentó y dijo: "Ven, vayamos
- A Kusinara", éstas fueron sus intrépidas palabras.
Paniyaharana—Aguas despejadas
En esta ocasión, mientras estaba caminando, el Bienaventurado se retiró de la carretera y fue a descansar debajo de un árbol. Entonces, dijo al Venerable Ananda: “Por favor, dobla mi vestimenta externa en cuatro, Ananda, y ponla debajo. Estoy cansado y quiero reposar un rato”.
“Así sea, Venerable Señor”, dijo el Venerable Ananda y, doblando la vestimenta del Bienaventurado, la puso debajo de él.
Y cuando el Bienaventurado se sentó en el asiento preparado para él, dijo al Venerable Ananda: “Por favor, tráeme un poco de agua, Ananda, que tengo sed y quiero beber”.
“Pero, justo ahora, Venerable Señor —respondió Ananda―, una gran cantidad de carros, unos quinientos carros, acaban de cruzar el río y la superficie del agua ha sido cortada por sus ruedas, de tal manera que la misma se enturbió y se llenó de lodo. Pero, Venerable Señor, el río Kakuttha está muy cerca y sus aguas son apacibles, limpias, frescas y transparentes. Este es un lugar placentero y de fácil acceso. Ahí, el Bienaventurado, podrá saciar su sed y refrescarse”.
Pero, por segunda vez, el Bienaventurado dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua, Ananda, que tengo sed y quiero beber”. “Pero, justo ahora, Venerable Señor —respondió Ananda―, una gran cantidad de carros … podrá saciar su sed y refrescarse”.
Por tercera vez, el Bienaventurado dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua, Ananda, que tengo sed y quiero beber”. Entonces, el Venerable Ananda, respondió: “Así sea, Venerable Señor” y, tomando su cuenco se fue hacia el riachuelo. Y la superficie del agua, que antes estaba cortada por las ruedas de los carros, turbia y llena de lodo, ahora, cuando el Venerable Ananda se acercó a ella, se volvió clara, asentada, pura y agradable.
Entonces, el Venerable Ananda pensó: “¡Es maravilloso, realmente asombroso, el poder y la gloria del Tathagata!".
Y cargando el agua en su cuenco, la llevó al Bienaventurado y dijo: “¡Es maravilloso, realmente asombroso, el poder y la gloria del Tathagata! La superficie del agua, que antes estaba cortada por las ruedas de los carros, que estaba turbia y llena de lodo, cuando me acerqué a ella, se volvió clara, asentada, pura y agradable. Ahora, el Bienaventurado puede tomar el agua. Que el Sublime la tome”. Entonces, el Bienaventurado tomó el agua.
Pukkusamallaputtavathu—Historia de Pukkusa, el Malla
Entonces, Pukkusa, el Malla, quien era el discípulo de Alara Kalama [6], tomó el camino que llevaba de Kusinara a Pava.
Y cuando vio al Bienaventurado sentado debajo del árbol, se acercó a él y, saludándolo respetuosamente, se sentó a un lado. Entonces, se dirigió al Bienaventurado con estas palabras: “Es maravilloso, Venerable Señor, es realmente grandioso, el estado de calma, en el cual habitan aquellos que se apartaron del mundo.
“En una ocasión, Venerable Señor, Alara Kalama estaba de viaje y salió de la carretera para sentarse al borde del camino, debajo de un árbol, para esperar que pasara el calor del día. Y sucedió, Venerable Señor, que un gran número de carros pasó frente de él, unos quinientos carros, Venerable Señor, pasaron uno a uno. Entonces, cierto hombre que estaba siguiendo esta caravana de carros, se le acercó y dijo: ‘¿Has visto, Venerable Señor, este gran número de carros que pasó frente de ti?’. Pero Alara Kalama respondió: ‘No, no lo he visto, amigo’. ‘Pero, entonces, con toda certeza, ¿habrás escuchado su ruido?’. ‘No, no lo escuché, amigo’. ‘Así que, supongo entonces que estabas dormido’. ‘No, amigo, no estaba dormido’. ‘Entonces, Venerable Señor, ¿estabas consciente?’. ‘Sí, amigo’. Entonces, el hombre le dijo: ‘De modo que, mientras estabas consciente y despierto, ¿no has visto el gran número de carros, que pasaron uno tras otro, ni tampoco escuchaste su ruido, por más que tu vestimenta se cubrió de polvo que estos carros produjeron?’. ‘Así es, amigo'.
“Y cuando este hombre, Venerable Señor, partía, estaba pensando: ‘¡Esto es maravilloso, realmente asombroso, el estado de calma, en el cual habitan aquellos que se apartaron del mundo!’. Y entonces, nació en él, una gran fe en Alara Kalama y siguió este camino”.
“Dime, Pukkusa, ¿qué opinas, qué es más difícil hacer, qué es más difícil de encontrar: a un hombre que, mientras está consciente y despierto, no puede ver un gran número de carros, incluso unos quinientos carros que pasan frente a él uno tras otro, ni escuchar su ruido, o a un hombre que, consciente y despierto, en medio de una fuerte lluvia, acompañada de truenos y relámpagos y el crujido de la tormenta, no puede verla ni escucharla?”.
“¿¡Qué son, Venerable Señor, quinientos carros, más aún, seiscientos … setecientos … ochocientos … novecientos … mil o hasta cientos de miles de carros, comparado con esto!"
“En una oportunidad, Pukkusa, cuando estuve morando en Atuma, establecí mi residencia en un granero de allí. Entonces empezó a llover muy fuerte, una lluvia acompañada de truenos y relámpagos y el crujir de la tormenta. Y dos granjeros, que eran hermanos, fueron asesinados cerca del granero, junto a cuatro bueyes. Entonces, una gran multitud vino desde Atuma al lugar donde fueron asesinados los dos hermanos y muertos los bueyes.
“En esa ocasión, Pukkusa, estaba yo caminando por los alrededores del granero, mientras meditaba, y un hombre de esta gran multitud se me acercó y, saludándome respetuosamente, se paró a un lado.
Entonces, le pregunté: ‘¿Por qué, amigo, esta gran multitud está reunida aquí?’. Y él me respondió: ‘Justo hace un rato, Venerable Señor, mientras estaba lloviendo, con una lluvia acompañada de truenos y relámpagos y el crujido de la tormenta, fueron asesinados dos granjeros, que eran hermanos, cerca del granero, junto con cuatro bueyes. Es por eso que esta gran multitud vino desde Atuma al lugar donde fueron asesinados los dos hermanos, y muertos los bueyes. Pero, Usted, Venerable Señor, ¿dónde estaba cuando eso ocurrió?'.
“‘Estuve justo aquí, amigo’. ‘Y, estando aquí, ¿no vio nada?’. ‘No, no vi nada, amigo’. ‘Pero, al menos y con toda certeza, ¿habrá escuchado el ruido que se produjo aquí?’. ‘No, no lo escuché, amigo’. ‘Entonces, Venerable Señor, seguramente, estaba dormido’. ‘No, amigo, no estaba dormido’. ‘Entonces, Venerable Señor, ¿estaba consciente?’. ‘Sí, amigo’. Entonces, el hombre dijo: ‘De modo que, mientras estaba Usted, Venerable Señor, consciente y despierto, en medio de esta fuerte lluvia, acompañada de truenos y relámpagos, y el crujir de la tormenta, ¿no lo ha visto ni escudado?’. ‘Así es, amigo'.
“Y cuando este hombre, Pukkusa, partía, estaba pensando: ‘¡Esto es maravilloso, realmente grandioso, el estado de calma, en el cual habitan aquellos que se apartaron del mundo!’. Y entonces, nació en él una gran fe en mí y, saludándome respetuosamente, se retiró, cuidando por respeto que quedase siempre a su derecha y siguió este camino”.
Cuando esto fue dicho, Pukkusa, el Malla, dijo al Bienaventurado: “La fe que tuve en Alara Kalama, Venerable Señor, se ha esparcido ahora a los cuatro vientos o ha sido conducida fuera como si se la llevara una corriente de agua. ¡Excelente, Venerable Señor, maravilloso, Venerable Señor! Esto fue como si el Bienaventurado enderezara lo que estaba torcido, o como si revelara lo oculto, o como si mostrara el camino a alguien que estaba extraviado, o como si prendiera una lámpara en la oscuridad para que aquellos que tuvieran vista, pudieran ver; es así, como el Bienaventurado expone el Dhamma de diferentes formas. Es por eso, que yo tomo refugio en el Bienaventurado, en el Dhamma y en el Sangha. Que el Bienaventurado me acepte, por favor, como su discípulo, como a alguien que tomó este refugio hasta el fin de su vida”.
Acto seguido, Pukkusa, el Malla, habló a cierto hombre diciéndole: “Tráeme de una vez, amigo, dos pares de dorados mantos, bruñidos y listos para ser vestidos”. Y el hombre respondió: “Así sea, señor”.
Y cuando los mantos fueron traídos, Pukkusa, el Malla, los ofreció al Bienaventurado, diciendo: “Qué el Bienaventurado acepte esta ofrenda de mi parte, por favor, por su gran compasión”. Y el Bienaventurado dijo: “Vístame, entonces, con uno de ellos y dé el otro a Ananda”.
“Así sea, Venerable Señor”. Y vistió con uno al Bienaventurado y con el otro vistió a Ananda.
Entonces, el Bienaventurado instruyó a Pukkusa, el Malla, en el Dhamma, lo inspiró, edificó y lo llenó de alegría. Después de lo cual, Pukkusa se levantó de su asiento y se retiró cuidando que el Bienaventurado quedase siempre a su derecha.
Tan pronto que Pukkusa, el Malla, se hubo retirado, el Venerable Ananda dispuso y arregló el dorado y bruñido manto en el cuerpo del Bienaventurado. Pero, cuando el mismo fue así arreglado en el cuerpo del Bienaventurado, perdió la intensidad de su color y su esplendor disminuyó notablemente.
Entonces, el Venerable Ananda dijo al Bienaventurado: “¡Esto es maravilloso, Venerable Señor, es realmente asombroso, Señor! ¡Qué clara y radiante aparece la piel del Tathagata! Este manto dorado y bruñido, una vez arreglado y dispuesto en el cuerpo del Tathagata, perdió la intensidad de su color y disminuyó notablemente su esplendor".
“Así es, Ananda. He aquí que hay dos ocasiones en las cuales la piel del Tathagata aparece especialmente clara y radiante. ¿Cuáles dos? La noche en la cual, Ananda, el Tathagata llega a ser plenamente despierto con el Despertar supremo y sin igual, y la noche en la cual el Tathagata alcanza su Nibbana final, en la que no quedan más elementos de apego. Estas son las dos ocasiones, Ananda, en las cuales la piel del Tathagata aparece especialmente clara y radiante.
“Es por eso, Ananda, que hoy, durante la última parte de esta misma noche, en la Arboleda de los Mallas, en la vecindad de Kusinara, el Tathagata alcanzará su Parinibbana. Así que, Ananda, vayamos ahora al río Kakuttha”. “Muy bien, Venerable Señor”, respondió Ananda.
Dos dorados mantos, fue la ofrenda de Pukkusa;
Más radiante y luminoso, fue el cuerpo del Maestro, que su vestimenta.
Entonces, el Bienaventurado fue al río Kakuttha, junto al gran grupo de los monjes. Estando ahí, entró al agua para bañarse y para beber. Y, al salir, se fue a la Arboleda de los Mangos, donde se dirigió al Venerable Cundaka con estas palabras: “Por favor, dobla mi vestimenta exterior en cuatro y ponla debajo. Estoy cansado y quiero reposar un rato”. “Así sea, Señor”, respondió Cundaka y, doblando la vestimenta en cuatro, la tendió debajo de él.
Y el Bienaventurado se acostó sobre su costado derecho, en la posición del león, descansando los pies uno encima del otro. Después se dispuso a sí mismo para estar conscientemente atento y con clara comprensión, elevando su mente. Y el Venerable Cundaka, estaba sentado justo enfrente de él.
El Buda, llegó al río Kakuttha,
- Río de aguas frescas, limpias y agradables corrientes;
- Sumergiéndose ahí, en las cristalinas aguas,
- El Buda —el Supremo del mundo entero―,
- Habiéndose bañado y tomado agua, el Maestro se levantó,
- Rodeado de monjes, iba a la cabeza.
- Proclamando las santas verdades, el Gran Maestro
- Tomó el camino hacia la Arboleda de los Mangos.
Allí habló al Venerable Cundaka:
- "Extienda debajo de mi el manto, por favor, doblado en cuatro".
- Entonces el Venerable, rápido como un golpe de rayo,
- Se apuró para cumplir el pedido del Maestro,
- Cansado, el Señor, reposa en la estera,
- Y Cundaka, delante de él, permanece sentado.
En esta ocasión, el Bienaventurado se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: “Podría suceder, Ananda, que Cunda, el herrero, tuviera remordimientos pensando: ‘Esta es tu culpa, amigo Cunda, es por tu falta que el Tathagata alcanzó su Nibbana final, luego de haber recibido la última comida de ti ‘. Pero el remordimiento de Cunda debe ser calmado de esta manera: ‘Este es tu mérito, Cunda, es gracias a tu buena obra, que el Tathagata alcanzó su Nibbana final, luego de haber recibido su última comida de ti. Amigo Cunda, yo escuché de la misma boca del Bienaventurado, que existen dos grandes ofrendas, que dan mucho fruto y producen un gran resultado, las cuales son más grandiosas y más beneficiosas que otras. ¿Cuáles son esas dos? La comida que se ofrece al Tathagata antes de alcanzar su Despertar y la comida que se le ofrece antes de alcanzar su Parinibbana. Estas son las dos grandes ofrendas, que dan mucho fruto y producen un gran resultado, las cuales son más grandiosas y más beneficiosas que otras. La obra de Cunda, conduce a una larga vida, a la buena suerte, a la felicidad, a la fama, al cielo y al dominio’. De esta manera, Ananda, hay que calmar el remordimiento de Cunda”.
Entonces, el Bienaventurado, habiendo dispuesto esto, pronunció esta solemne declaración:
- El generoso, acrecienta el mérito,
- El que se restringe a sí mismo, controla el odio,
- El que es experto en la virtud, rehúye del mal,
[Parte V: En Kusinara]
Yamakasala—Árboles gemelos
En esta ocasión, el Bienaventurado se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: “Ven Ananda, vamos a cruzar a la otra orilla del río Hirannavati para irnos luego a la Arboleda de los Mallas, en la vecindad de Kusinara”. “Así sea, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda. Y el Bienaventurado se fue al otro lado del río Hirannavati, junto con un numeroso grupo de monjes. Estando en la Arboleda de los Mallas, en la vecindad de Kusinara, dijo al Venerable Ananda:
“Por favor, Ananda, prepárame una cama entre esos árboles gemelos [sala], con la cabecera dirigida hacia el Norte, ya que estoy cansado y quiero recostarme”.
“Así sea”, respondió el Venerable Ananda y procedió de acuerdo a lo dicho por el Bienaventurado.
Y el Bienaventurado se acostó sobre su costado derecho, en la posición del león, descansando los pies, uno encima del otro. Después, se dispuso a sí mismo para estar conscientemente atento y con clara comprensión, elevando su mente.
En este momento, los árboles gemelos de aquel lugar se cubrieron de flores, por más que ésta no era la época de florecimiento. Y hubo una lluvia de flores que caía sobre el cuerpo del Tathagata, flores que caían, se desparramaban y se esparcían en homenaje al Tathagata. Flores de coral celestial caían de lo alto, se desparramaban y se esparcían en homenaje al Tathagata. Flores de sándalo celestial caían de lo alto, se desparramaban y se esparcían en homenaje al Tathagata. Y una música celestial se escuchó en los aires en homenaje al Tathagata.
Y el Bienaventurado se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: “Ananda, he aquí que los árboles gemelos de este lugar se cubrieron de flores, por más que ésta no es la época de florecimiento. Y, he aquí, que hay una lluvia de flores que cae sobre el cuerpo del Tathagata, flores que caen, se desparraman y se esparcen en homenaje al Tathagata. Flores de coral celestial caen de lo alto, se desparraman y se esparcen en homenaje al Tathagata. Flores de sándalo celestial caen de lo alto, se desparraman y se esparcen en homenaje al Tathagata. Y una música celestial se escucha en los aires en homenaje al Tathagata.
“Pero no es así, Ananda, que el Tathaghta debe ser respetado, venerado, estimado, honrado y homenajeado de manera perfecta. En vez de eso, Ananda, cualquier monje o monja, seguidor laico o seguidora laica, que permanece en el Dhamma, vive rectamente de acuerdo al Dhamma y camina por el camino del Dhamma, es el que realmente respeta al Tathagata, lo venera, lo estima, lo honra y lo homenajea de manera perfecta. Así que, Ananda, de esta manera deberíais practicar vosotros: ‘Vamos a permanecer en el Dhamma, vamos a vivir rectamente de acuerdo al Dhamma y vamos a caminar por el camino del Dhamma'”.
Upavanathera—El anciano Upavana
En esa ocasión, el Venerable Upavana estaba enfrente del Bienaventurado, abanicándolo. Y el Bienaventurado lo reprendió, diciendo: “Apártate a un lado, monje, no te quedes parado frente de mí”. Entonces, este pensamiento surgió en el Venerable Ananda: “Este Venerable Upavana estaba asistiendo al Bienaventurado por largo tiempo, era muy cercano a él y estaba sirviendo al Bienaventurado en todo momento. Y aún así, ahora, justo al final, el Bienaventurado lo reprende. ¿Cuál podría ser la razón, cuál la causa de que el Bienaventurado haya reprendido al Venerable Upavana diciendo: ‘Apártate a un lado, monje, no te quedes parado frente de mí ‘?”.
Y el Venerable Ananda compartió este pensamiento con el Bienaventurado. Y el Bienaventurado le dijo: “Ananda, todos los devas de los diez sistemas del mundo, se han reunido juntos para ver al Tathagata. En la distancia de doce yojanas alrededor de la Arboleda de los Mallas en la vecindad de Kusinara, no hay un solo lugar, ni siquiera tan pequeño, como la punta de la cola de un caballo, que no estuviera lleno de las poderosas deidades. Y estas deidades, Ananda, se están quejando: ‘Desde muy lejos hemos venido a ver al Tathagata. En raras ocasiones llegan los Tathagatas al mundo, los Arahants, los Plenamente Iluminados. Y en este día, durante la última parte de la noche, llegará el Parinibbana del Tathagata. Pero este monje de gran poder, se ha parado justo enfrente del Bienaventurado ocultándolo, de modo que, justo ahora, en el mismísimo final, nos vemos privados de poder mirarlo’. Esto es, Ananda, lo que las deidades reclaman”.
“Pero, señor, ¿qué clase de deidades el Bienaventurado está percibiendo?”.
“Aquí hay deidades, Ananda, en el espacio y en la tierra, de una mentalidad terrenal, quienes lloran y rasgan sus cabellos, quienes levantan sus brazos y gimen; se arrojan sobre el suelo y, arrastrándose de un lado a otro, se lamentan: ‘¡Demasiado pronto el Bienaventurado pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Bienhechor pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Ojo del Mundo va a desaparecer!'.
“Pero aquellas deidades que están liberadas de las pasiones, conscientemente atentas y con clara comprensión, reflexionan de este modo: ‘Impermanentes son todas las cosas compuestas. ¿Qué más se puede esperar?'”
Catusamvejaniyathana—Cuatro lugares a rememorar con reverencia
[Entonces, el Venerable Ananda dijo al Bienaventurado:] “Anteriormente, Venerable Señor, los monjes que pasaban el periodo de la lluvias, en diferentes lugares, solían venir a ver al Tathagata para rendirle homenaje y nosotros nos beneficiamos de recibir a estos monjes, y nos beneficiamos al asociarnos con ellos. Pero ahora, Venerable Señor, después de que el Bienaventurado esté ausente, no vamos a recibir más semejante beneficio”.
“He aquí, Ananda, hay cuatro lugares, que una persona piadosa debería visitar y mirar con sentimiento de reverencia. Y, ¿cuáles son esos cuatro?
“El lugar, donde el Tathagata ha nacido. Éste es el lugar, que una persona piadosa debería visitar y mirar con sentimiento de reverencia. El lugar, donde el Tathagata llegó a ser plenamente despierto. Éste es el lugar, que una persona piadosa debería visitar y mirar con sentimiento de reverencia. El lugar, donde el Tathagata ha puesto en movimiento la insuperable Rueda del Dhamma. Éste es el lugar, que una persona piadosa debería visitar y mirar con sentimiento de reverencia. El lugar, donde el Tathagata pasa al perfecto estado de Nibbana, sin que permanezca elemento alguno de apego. Éste es el lugar, que una persona piadosa debería visitar y mirar con sentimiento de reverencia.
“Estos son, Ananda, los cuatro lugares, que una persona piadosa debería visitar y mirar con sentimiento de reverencia. A estos lugares, Ananda, vendrán los piadosos monjes y monjas, los seguidores laicos y las seguidoras laicas, reflexionando así: ‘¡Aquí el Tathagata ha nacido! ¡Aquí el Tathagata llegó a ser plenamente iluminado con el insuperable y supremo Despertar! ¡Aquí el Tathagata ha puesto en movimiento la insuperable Rueda del Dhamma! ¡Aquí el Tathagata pasó al perfecto estado de Nibbana, sin que permanezca elemento alguno de apego!’. Y cualquiera, Ananda, que muriera durante una de estas peregrinaciones, con el corazón firmemente anclado en la fe, va a renacer en el reino de la felicidad celestial”.
Anandapucchakatha—Preguntas de Ananda
Entonces, el Venerable Ananda dijo al Bienaventurado: “¿Cómo, Venerable Señor, tendríamos que conducirnos en asuntos relacionados a las mujeres?".
- "Absteneos de mirarlas, Ananda".
- "Pero, Venerable Señor, y ¿si les hubiésemos mirado?"
- "Absteneos de hablarles, Ananda".
- "Pero, Venerable Señor, y ¿si les hablásemos?"
- "Entonces, Ananda, estad conscientemente atentos".
Entonces, el Venerable Ananda preguntó al Bienaventurado: ¿Y cómo, Venerable Señor, deberíamos actuar en cuanto al cuerpo del Tathagata?"
“No os preocupéis, Ananda, por venerar el cuerpo del Tathagata. En vez de esto, Ananda, deberíais esforzaros y deberíais estar celosos por conseguir vuestro propio bienestar. Inquebrantable y ardientemente, con una resolución firme, deberíais procurar vuestro propio bienestar. He aquí, Ananda, que hay unos nobles sabios, sabios brahmanes, como también sabios hombres hogareños que son mis devotos, quienes se ocuparán en honrar el cuerpo del Tathagata”.
Entonces, el Venerable Ananda dijo: “Pero, ¿cómo, Venerable Señor, debería ser honrado el cuerpo del Tathagata?”.
- "De la misma manera, Ananda, que el cuerpo de un monarca universal".
- "Pero, ¿cómo, Venerable Señor, debería ser respetado el cuerpo de un monarca universal?".
“Ananda, el cuerpo del monarca universal se envuelve primeramente en ropa nueva blanca hecha de lino y, luego, se lo cubre con una pieza de lana de algodón, repitiendo esto quinientas veces, después de lo cual, el cuerpo del monarca universal se pone en un recipiente de oro, lubricado con perfumes del bosque y se lo cubre con otro recipiente de oro. Así, Ananda, el cuerpo del monarca universal es quemado en la pira funeral y se levanta una stupa en el cruce de los caminos para guardar sus restos. Esto es lo que se hace, Ananda, con el cuerpo del monarca universal y esto se debe hacer con el cuerpo del Tathagata: en el cruce de los caminos, también, se debe levantar una stupa para el Tathagata. Y cualquiera que traiga a este lugar guirnaldas, incienso o perfume de sándalo, o rinda homenaje, estando su mente calmada, mientras lo hace, tendrá bienestar y felicidad por largo tiempo”.
Thuparahapuggala—Personas dignas de ser honradas con una stupa
“Hay cuatro tipos de personas, Ananda, que son dignas de una stupa. ¿Quiénes son estos cuatro tipos? El Tathagata, el Arahant, plenamente despierto es digno de una stupa; el Buda silencioso es digno de una stupa, el discípulo del Tathagata plenamente despierto es digno de una stupa y el monarca universal es digno de una stupa.
“¿Y por qué, Ananda, el Tathagata, el Arahant, plenamente despierto es digno de una stupa? Porque al pensar: ‘Esta es la stupa del Tathagata, del Arahant, plenamente despierto’, el corazón de muchas personas se va a calmar y se volverá feliz. Y así, calmados en su mente y establecidos firmes en la fe, al ser quebrado su cuerpo, después de la muerte, van a renacer en el reino de la felicidad celestial.
“Así también, pensando: ‘Esta es la stupa del Buda silencioso’ … ‘Esta es la stupa del discípulo del Tathagata plenamente despierto’ … ‘Esta es la stupa del recto monarca universal que gobernó de acuerdo al Dhamma’, el corazón de muchas personas se va a calmar y se volverá feliz. Y así, calmados en su mente y establecidos firmes en la fe, al ser partidos sus cuerpos, después de la muerte, van a renacer en el reino de la felicidad celestial. Es por eso, Ananda, que estos cuatro tipos de personas, son dignos de una stupa”.
Anandaacchariyadhamma—Rasgos maravillosos de Ananda
Entonces, el Venerable Ananda entró en su habitación e, inclinado sobre el poste de la puerta, lloró y se lamentó diciendo: “He aquí, que soy todavía un aprendiz, todavía necesito esforzarme para alcanzar mi perfección. Pero, ¡ay!, mi Maestro que siempre fue tan compasivo conmigo, está a punto de morir”.
Mientras tanto, el Bienaventurado preguntó a los monjes: “Monjes, ¿dónde está Ananda?”
“El Venerable Ananda, Venerable Señor, entró en su habitación donde, inclinado sobre el poste de la puerta, está llorando y lamentándose diciendo: 'He aquí, que soy todavía un aprendiz, todavía necesito esforzarme para alcanzar mi perfección. Pero, ¡ay!, mi Maestro que siempre fue tan compasivo conmigo, está a punto de morir'”.
Entonces, el Bienaventurado pidió a cierto monje que trajera al Venerable Ananda a su lado, diciendo: “Ve, monje, y di a Ananda: ‘Amigo, el Maestro te llama'”.
“Así sea, Venerable Señor”, dijo el monje y fue y habló al Venerable Ananda de acuerdo a lo que pidió el Bienaventurado. Acto seguido, el Venerable Ananda se acercó al Bienaventurado e inclinándose respetuosamente delante de él, se sentó a un lado.
En esa ocasión, el Bienaventurado habló así al Venerable Ananda: “Ananda, ya es suficiente de llorar tanto y lamentarse. ¿Acaso no he enseñado, desde principio, que todo aquello que es amado y querido está sujeto a cambio, separación y cese? ¿No enseñé también que todo lo que nació, lo que llegó a existir, lo que está compuesto, está sujeto a la descomposición? ¿Cómo, entonces, alguien iba a poder decir: ‘¡No haya más disolución!’. ¡Ciertamente, esto no podría suceder! Ahora, Ananda, por un largo tiempo has servido al Tathagata con amor benevolente y amabilidad. Le serviste con hechos, palabras y pensamientos, gentil y agradablemente, con todo el corazón y sin medida. ¡Un gran bien acumulaste con esto, Ananda! Ahora, sólo debes esforzarte más y pronto tú también serás libre de las impurezas”.
Entonces, el Bienaventurado se dirigió a los monjes diciendo: “Monjes, todos los Budas del pasado, los bienaventurados, los Arahants, los plenamente despiertos tuvieron excelentes y devotos ayudantes, semejantes a Ananda, al que tuve yo. Así también, monjes, los Budas, los Bienaventurados, los Arahants, los plenamente despiertos que vendrán en el futuro, tendrán esta clase de ayudantes, excelentes y devotos.
“Monjes, Ananda es competente y juicioso, conoce el tiempo justo, en el cual los monjes deben ver al Tathagata, sabe cuándo deben verlo las monjas, los seguidores laicos y las seguidoras laicas. Conoce el tiempo apropiado para los reyes y para los ministros de estado, para los maestros de los otros credos y sus seguidores.
“Monjes, Ananda reúne las cuatro cualidades poco comunes y excepcionales. ¿Cuáles son esas cuatro? Cuando una comunidad de monjes se acerca para ver a Ananda, se alegra de verlo; cuando habla sobre el Dhamma, disfruta de su enseñanza; y cuando termina de hablar, se lamenta de su silencio. Lo mismo pasa, monjes, cuando las monjas, los seguidores laicos o las seguidoras laicas vienen a ver a Ananda: se alegran de verlo; cuando él habla sobre el Dhamma, disfrutan su enseñanza; y cuando termina de hablar, se lamentan de su silencio.
“Estas cuatro cualidades, poco comunes y excepcionales, también pueden encontrarse en un monarca universal. ¿Cuáles cuatro? Cuando una comunidad de nobles se acerca para ver al monarca universal, se alegra de verlo; cuándo él habla, disfruta de sus palabras; y cuando termina de hablar, se lamenta de su silencio. Así que, estas cuatro cualidades poco comunes y excepcionales, también pueden encontrarse en el monarca universal.
“Monjes, exactamente de la misma manera, estas cuatro cualidades poco comunes y excepcionales, pueden encontrarse en Ananda”.
Mahasudassanasuttadesana—Discurso con Maha Sudassana
Cuando eso fue dicho, el Venerable Ananda se dirigió al Bienaventurado con estas palabras: “No sea, Venerable Señor, que el Bienaventurado termine sus días en este lugar, en esta insignificante ciudad, que se encuentra en medio de la jungla, en las periferias de la provincia. He aquí, Venerable Señor, que hay ciudades grandes, como Campa, Rajagaha, Savatthi, Saketa, Kosambi y Benarés, en las cuales sería más apropiado que el Bienaventurado terminase sus días. Todas estas ciudades están habitadas por muchos nobles acaudalados, por brahmanes y hombres hogareños, los cuales siendo devotos del Tathagata se encargarían de honrar sus restos adecuadamente”.
“No digas esto, Ananda, no digas ‘esta insignificante ciudad, que se encuentra en medio de la jungla, en las periferias de la provincia'.
“En el pasado remoto, Ananda, habitaba aquí el rey de nombre Maha Sudassana, quien era un monarca universal, un rey de la rectitud, conquistador de las cuatro regiones del mundo, cuyo reino fue establecido en seguridad y dotado de las siete piedras preciosas. Y este rey, Maha Sudassana, Ananda, estableció su morada aquí en Kusinara que, en aquel entonces, se llamaba Kusavati. Y su reino se extendía doce yojanas de este a oeste y siete de norte a sur.
“Y la capital de Kusavati, Ananda, fue poderosa, populosa y próspera, frecuentada por la gente y provista abundantemente de toda clase de comida. Al igual que una residencia real de las deidades, poderosa, populosa y próspera, frecuentada por la gente y provista abundantemente de toda clase de comida, así era también la capital real de Kusavati.
“En la ciudad de Kusavati, Ananda, resonaban incesantemente los diez sonidos: el barritar de los elefantes, el relinchar de los caballos, el traqueteo de los carros, el retumbar de los tambores, el sonido de los címbalos, la música de los laúdes y címbalos, las canciones, las ovaciones, los aplausos y las aclamaciones de ‘comed, bebed y estad alegre'”.
“Ve ahora, Ananda, a Kusinara y anuncia a los mallas: ‘Hoy, vasetthas, durante la última parte de la noche, el Tathagata pasará a su Parinibbana. Acercaos, pues, vasetthas, aproximaos. No sea que luego tengáis remordimientos, pensando: «En nuestra propia ciudad el Tathagata pasó a su Parinibbana y nosotros fallamos en no verlo antes del fin»'”.
“Así sea, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y se preparó, tomando su cuenco y hábito exterior y, con varios compañeros de viaje, se fue a Kusinara.
Mallanamvandana—Homenaje de los mallas
En esta ocasión, los mallas estaban reunidos en el salón del concilio donde trataban sus asuntos públicos. Y el Venerable Ananda se acercó a ellos y les anunció lo siguiente: “Hoy, vasetthas, durante la última parte de la noche, el Tathagata pasará a su Parinibbana. Acercaos, pues, vasetthas, aproximaos. No sea que luego tengáis remordimientos, pensando: 'En nuestra propia ciudad el Tathagata pasó a su Parinibbana y nosotros fallamos en no verlo antes del fin'”.
Cuando los mallas escucharon las palabras pronunciadas por el Venerable Ananda, estuvieron intensamente entristecidos, afligidos en sus corazones y profundamente apenados: ellos, sus hijos, sus mujeres y las mujeres de sus hijos. Algunos de ellos, con su cabello despeinado y con las manos alzadas, lloraban desesperados. Otros, arrojándose al suelo y arrojándose de un lugar a otro, se lamentaban diciendo: “¡Demasiado pronto pasa el Bienaventurado a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Bienhechor pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto se apaga la vista del Ojo del Mundo".
Y así afligidos y llenos de dolor, los mallas, con sus hijos, sus mujeres y las mujeres de sus hijos, fueron a la arboleda, al parque de recreación de los mallas, donde se encontraba el Venerable Ananda.
Y este pensamiento surgió entonces en el Venerable Aranda: “Si permito a todos estos mallas de Kusinara acercarse al Bienaventurado, para que le rindan homenaje uno a uno, la noche se vendrá antes de que todos puedan presentarse delante de él. Por lo tanto, voy a dividirlos de acuerdo con los clanes, familias y grupos, para que se presenten delante del Bienaventurado de este modo: ‘Los mallas de este y este nombre, Venerable Señor, junto con sus esposas, hijos y ayudantes con sus amigos, rinden homenaje a los pies del Bienaventurado'”.
Y el Venerable Ananda dividió a los mallas de acuerdo con los clanes, familias y grupos, para que se presentasen así delante del Bienaventurado. De este modo, el Venerable Ananda hizo que todos los mallas de Kusinara se presentaran delante del Bienaventurado por clanes, familias y grupos, antes de que transcurriera la primera parte de la noche.
Subhaddaparibbajakavatthu—Historia del asceta errante Suhadda
En esta ocasión, un asceta errante de nombre Subhadda estaba en Kusinara. Y Subhadda, el asceta errante escuchó lo siguiente: “Hoy, durante la tercera parte de la noche, el asceta Gotama pasará a su Parinibbana”.
Entonces este pensamiento surgió en él: “Escuché, por parte de los ancianos y los venerables ascetas errantes, maestros de los maestros, que la aparición de los Tathagatas, de los Arahants plenamente despiertos, acontece en muy contadas ocasiones. Y ese mismo día, durante la última parte de la noche, va a ocurrir el Parinibbana del asceta Gotama. Ahora mismo surgió una duda en mi corazón y estoy seguro que el asceta Gotama, al enseñarme el Dhamma, podría disipar esta duda de mi corazón”.
Entonces, el asceta errante Subhadda fue a la arboleda, al parque de recreación de los mallas y se acercó al Venerable Ananda para compartir con él su pensamiento. Le habló así: “Amigo Ananda, sería de gran provecho si me permitieras entrar en la presencia del asceta Gotama”.
Pero el Venerable Ananda, le respondió con estas palabras: “Suficiente, amigo Subhadda. No importunes al Tathagata. El Bienaventurado está cansado”.
Pero, por segunda y por tercera vez el asceta ambulante Subhadda pidió al Venerable Ananda lo mismo, y por segunda y por tercera vez, el Venerable Ananda se lo negó.
Pero el Bienaventurado, escuchando la conversación entre el Venerable Ananda y el asceta ambulante Subhadda, hizo llamar al Venerable Ananda y le dijo: “¡Basta ya, Ananda! No rehúses más a Subhadda. A Subhadda, Ananda, debe ser permitido entrar en la presencia del Tathagata. Todo lo que va a preguntarme, será hecho con el propósito de buscar el despertar y no para molestar al Tathagata. Y todo lo que el Tathagata le responda, será para su pronta comprensión".
Entonces, el Venerable Ananda dijo al asceta errante Subhadda: “Ven, amigo Subhadda, el Bienaventurado te otorga el permiso”.
Acto seguido, el asceta errante Subhadda se acercó al Bienaventurado y lo saludó respetuosamente. Habiendo intercambiado con él cordiales saludos, se sentó a un lado y se dirigió al Bienaventurado con estas palabras:
“Maestro Gotama, he aquí existen varios ascetas y brahmanes que son cabezas de numerosas comunidades de discípulos, que tienen grandes séquitos que son líderes de escuelas, bien conocidos y renombrados, tenidos en gran estima por las multitudes, maestros como Purana Kassapa, Makkhali Gosala, Ajita Kesakambali, Pakudha Kaccayana, Sañjaya Belatthiputta, Nigantha Nataputta. ¿Todos ellos, señor, han alcanzado la realización tal como cada uno de ellos lo hace creer o, más bien, ninguno de ellos la alcanzó o, quizá, algunos la alcanzaron y otros no?”.
“¡Suficiente, Subhadda! Deja estos temas sin importancia sobre si han alcanzado todos ellos la realización o si ninguno de ellos la ha alcanzado, o si algunos la alcanzaron y otros, no. Yo te enseñaré el Dhamma, Subhadda. Escucha y presta bien atención que voy a hablar".
“Así sea, Venerable Señor”.
Y el Bienaventurado le dijo: “En cualquier Dhamma y Disciplina, Subhadda, en que no se encuentre el Noble Óctuple Sendero, tampoco se va a poder encontrar a un verdadero asceta en ninguno de los cuatro grados [de la iluminación]. Pero, Subhadda, en cualquier Dhamma y Disciplina en que se encuentre el Noble Óctuple Sendero, también se va a poder encontrar a un verdadero asceta, tanto de primer, segundo, tercer como de cuarto grado de santidad. Ahora bien, en este Dhamma-y-Disciplina, se encuentra el Noble Óctuple Sendero, por eso también, se encuentran en él los verdaderos ascetas tanto de primer, segundo, tercer como de cuarto grado [de iluminación]. Sin embargo, los sistemas de otros maestros carecen de verdaderos ascetas. Pero si en este sistema, Subhadda, los monjes tan sólo vivieran rectamente, el mundo no estaría privado de arahants.
- Tenía veintinueve años,
- Cuando renuncié al mundo para buscar el bien.
- Cincuenta y un años pasaron, desde entonces.
- Y en todo este tiempo permanecí en la vida errante,
- En el reino de la virtud y la verdad,
- Fuera del cual no hay ascetas verdaderos
- [de cualquiera de los cuatro grados].
- Otras escuelas se ven privadas de ellos,
- Pero si los monjes vivieran rectamente,
- El mundo no estaría privado de los arahants".
Cuando eso fue dicho, el asceta errante Subhadda se dirigió al Bienaventurado con estas palabras: “¡Excelente, Venerable Señor, realmente asombroso, Venerable Señor! Esto fue como si el Bienaventurado enderezara lo que estaba torcido, o como si revelara lo oculto, o como si mostrara el camino a alguien que estaba extraviado, o como si prendiera una lámpara en la oscuridad para que aquellos que tienen ojos puedan ver. Es así como el Bienaventurado expone el Dhamma de diferentes formas. Es por eso que yo tomo refugio en el Bienaventurado, en el Dhamma y en el Sangha. Que el Bienaventurado me acepte, por favor, dentro del Sangha y me conceda la alta ordenación".
“Cualquiera, Subhadda, que anteriormente fue un seguidor de algún otro credo y pretende ser admitido para recibir la alta ordenación en este Dhamma y Disciplina, debe pasar por un tiempo de prueba por el periodo de cuatro meses. Al terminar el cuarto mes, si los monjes estén satisfechos con él, le conceden la admisión y la alta ordenación como monje. Pero en este caso, Subhadda, reconozco que puede haber distinción entre distintos casos de personas”.
“Venerable Señor, si es que cualquiera que anteriormente fuera el seguidor de otros credos y que pretendiera ser admitido para recibir la alta ordenación en este Dhamma y Disciplina, debiera pasar por un tiempo de prueba por el periodo de cuatro meses y, al terminar el cuarto mes, se le concediera la admisión y la alta ordenación como monje si los monjes estuvieran satisfechos con él, en tal caso yo pasaría por el tiempo de prueba por un periodo de cuatro años. Y al terminar el cuarto año, si los monjes estuviesen satisfechos conmigo, me concederían la admisión y la alta ordenación como monje”.
Pero el Bienaventurado, llamó al Venerable Ananda y le dijo: “Ananda, admite a Subhadda dentro del Sangha”. “Así sea, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda.
Entonces el asceta errante Subhadda dijo al Venerable Ananda: “Amigo Ananda, esto es un gran beneficio para vosotros y bendición, que hayáis recibido la consagración como discípulos en la misma presencia del Maestro”.
Y aconteció que también el asceta ambulante Subhadda fue admitido y recibió la alta ordenación en la presencia del Bienaventurado. Una vez ordenado, el Venerable Subhadda permaneció en soledad, recluido, atento, ferviente y resuelto. Y en poco tiempo alcanzó la meta suprema por la cual el miembro del clan abandona correctamente la vida hogareña para vivir un estilo de vida sin hogar, habiendo realizado la vida santa y el alto conocimiento por sí mismo. Y supo: “destruido está el nacimiento; la vida santa ha sido vivida, he aquí no hay más futuros estados de existencia”. Así, el Venerable Subhadda llegó a ser uno entre los arahants y fue el último discípulo convertido por el mismo Bienaventurado.
[Parte VI: El fallecimiento]
Tathagatapacchimavaca—Última exhortación del Tathagata
En esta ocasión, el Bienaventurado se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: “Puede ser, Ananda, que te asalte este pensamiento: ‘Se ha terminado la enseñanza del Maestro. ¡No tenemos más al Maestro entre nosotros!’. Pero no es así, Ananda, cómo debería considerarse esto. Pues aquello que yo he proclamado y he dado a conocer como el Dhamma y Disciplina, este será tu Maestro cuando no esté aquí.
“Y aunque ahora, Ananda, los monjes se dirigen uno al otro con el nombre de “amigo”, esto tampoco seguirá así después de que no esté aquí, Ananda. El monje mayor deberá dirigirse al joven subalterno por su nombre; por su nombre de pila o usando el término ‘amigo’. Pero los monjes jóvenes, deben dirigirse a sus mayores como ‘venerable señor’ o ‘venerable [seguido por el nombre de pila].
“Si así lo deseáis, Ananda, el Sangha puede abolir las reglas menores y de menor importancia, cuando no esté aquí.
“Ananda, cuando no esté aquí, sobre el monje Channa debe imponerse la alta penalidad” [7].
“¿Pero, cuál es, Venerable Señor, la alta penalidad?"
“El monje Channa, Ananda, puede decir lo que necesita o lo que desea, pero los monjes no deben conversar con él, ni exhortarle ni amonestarle”.
Entonces el Bienaventurado se dirigió a los monjes con estas palabras: “Puede ser, monjes, que alguno de vosotros tuviera alguna duda o incertidumbre acerca del Buda, el Dhamma o el Sangha. Quizá, acerca del sendero o de la práctica. ¡Preguntad, entonces, monjes! No sea que alguno de vosotros tenga después remordimientos, pensando: 'El Maestro estaba delante de nosotros, cara a cara, y nosotros fallamos en preguntarle'”.
Pero cuando se dijo esto, los monjes permanecieron en silencio. Y por segunda vez … por tercera vez el Bienaventurado dijo a los monjes: “Puede ser, monjes, que alguno de vosotros tenga alguna duda o incertidumbre acerca del Buda, el Dhamma o el Sangha. Quizá, acerca del sendero o de la práctica. ¡Preguntad, entonces, monjes! No sea que alguno tenga después remordimientos, pensando: 'El Maestro estaba delante de nosotros, cara a cara, y nosotros fallamos en preguntarle'”.
en esta ocasión, diciendo: “¡Esto es maravilloso, Venerable Señor, es asombroso! ¡La fe que tiene esta comunidad de los monjes! Yo percibo, Venerable Señor, que aquí no hay ni un solo monje que tenga dudas o incertidumbres acerca del Buda, el Dhamma y el Sangha. Tampoco acerca del sendero o de la práctica".
“Tú dices eso por la fe, Ananda, pero el Tathagata sabe con certeza que entre estos monjes realmente no hay ni uno solo que tenga dudas o incertidumbres acerca del Buda, el Dhamma o el Sangha. Tampoco acerca del sendero o de la práctica. Aún el más pequeño entre estos quinientos monjes, Ananda, es el que entra-en-la-corriente, que escapó de la ruina, está seguro y saltó hacia el Despertar”.
Y el Bienaventurado se dirigió a los monjes, diciendo: “Ahora, monjes, os declaro esto: todas las cosas condicionadas, están destinadas a desaparecer. ¡Sed vigilantes y esforzaos para completar la tarea!”
Y estas fueron las últimas palabras del Tathagata.
Parinibbutakatha—Historia del Parinibbana
Acto seguido, el Bienaventurado entró en el primer jhana. Dejando el primer jhana, entró en el segundo jhana. Dejando el segundo jhana, entró en el tercer jhana. Dejando el tercer jhana, entró en el cuarto jhana. Dejando el cuatro jhana, entró en la base del espacio infinito. Dejando la base del espacio infinito, entró en la base de la conciencia infinita. Dejando la base de la conciencia infinita, entró en la base de la nada. Dejando la base de la nada, entró en la base de la ni-percepción-ni-no percepción. Dejando la esfera de la ni-percepción-ni-no percepción, alcanzó el cese de la percepción y de las sensaciones.
Y el Venerable Ananda dijo al Venerable Anuruddha: “Venerable Anuruddha, el Bienaventurado ha fallecido”.
“No, amigo Ananda, el Bienaventurado no falleció: él entró en el estado del cese de la percepción y las sensaciones”.
Después, el Bienaventurado dejó el cese de la percepción y de las sensaciones, y entró en la base de la ni-percepción-ni-no percepción. Dejando la base de la ni-percepción-ni-no percepción, entró en la base de la nada. Dejando la base de la nada, entró en la base de la conciencia infinita. Dejando la base de la conciencia infinita, entró en la base del espacio infinito. Dejando la base del espacio infinito, entró en el cuatro jhana. Dejando el cuarto jhana, entró en el tercer jhana. Dejando el tercer jhana, entró en el segundo jhana. Dejando el segundo jhana, entró en el primer jhana. Dejando el primer jhana, entró en el segundo jhana. Dejando el segundo jhana, entró en el tercer jhana. Dejando el tercer jhana, entró en el cuarto jhana. Dejando el cuatro jhana, el Bienaventurado inmediatamente falleció.
Y cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana se escuchó un tremendo terremoto, terrible y temible, acompañado por truenos que rodaban desde los cielos.
También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana el Brahma Sahampati pronunció este verso:
Todos tienen que partir, todos los seres con vida
Tienen que quitarse estas formas compuestas. Sin duda, inclusive él,
El Maestro inigualable, el incomparable ser,
Poderoso en sabiduría, el Despierto, ha fallecido.
También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana el Sakka, el rey de las divinidades, pronunció este verso:
Efímeras son todas las cosas condicionadas,
Sujetas a surgir y perecer,
Habiendo llegado a esta existencia, tienen que desaparecer,
Buena es la paz, cuando hay cese.
También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana el Venerable Anuruddha pronunció este verso:
Sin la respiración, pero con el corazón inquebrantable,
Libre de anhelos y en paz, así el sabio
Llega a su fin. Inconmovible por las penas mortales,
Su mente, como la flama, se ha extinguido y ha encontrado la libertad.
También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana el Venerable Ananda pronunció este verso:
Fue un terrible terremoto, un temible momento, cuando él,
El Plenamente Realizado, el Buda, ha fallecido.
En esta ocasión, cuando el Bienaventurado falleció, algunos monjes que aún no estaban completamente liberados de las pasiones, levantaron sus manos en alto y lloraron; otros, echándose al suelo, se arrastraban de un lado a otro, lamentándose de esta manera: “¡Demasiado pronto, el Bienaventurado entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto, el Bienhechor entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Ojo del Mundo ha desparecido!”. Pero los monjes que ya eran libres de sus pasiones, conscientemente atentos y con clara compresión, reflexionaban de esta forma: “Todas las cosas condicionadas son transitorias. ¿Cómo iba a poder suceder de otra manera?”.
Entonces, el Venerable Anuruddha se dirigió a los monjes con estas palabras: “Es suficiente ya, amigos. ¡No sufráis más ni os lamentéis! ¿Acaso no declaró el Bienaventurado que todo lo querido y bien amado está destinado a sufrir cambios, separación y ruptura? De todo lo nacido, de lo que llegó a existir, de lo compuesto y sujeto a decadencia ¿cómo uno podrá decir: ‘¡que esto no se desintegre!’? Las deidades, amigos, se sienten ofendidas”.
“Pero, Venerable Señor, ¿qué clase de deidades el Venerable Anuruddha percibe?”.
“Aquí hay deidades, amigo Ananda, en el espacio y en la tierra, de una mentalidad terrenal, quienes lloran y estiran sus cabellos, quienes levantan sus brazos y lloran, se arrojan sobre el suelo y, arrastrándose de un lado a otro, se lamentan: ‘¡Demasiado pronto el Bienaventurado pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Bienhechor pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Ojo del Mundo desaparece!’. Pero aquellas deidades que están liberadas de las pasiones, conscientemente atentas y con clara comprensión, reflexionan de este modo: ‘transitorias son todas las cosas compuestas. ¿Qué más se puede esperar?'”.
Entonces, el Venerable Anuruddha y el Venerable Ananda pasaron el resto de la noche conversando sobre el Dhamma. Después, el Venerable Anuruddha dijo al Venerable Ananda: “Ve, amigo Ananda, a Kusinara y anuncia a los mallas: ‘Vasetthas, El Bienaventurado falleció. Es hora que hagáis lo que os parezca conveniente”.
“Así sea, Venerable Señor”, respondió el Venerable Ananda y, vistiéndose muy de mañana, tomando su cuenco y hábito externo, se fue acompañado a Kusinara.
En esa ocasión, los mallas estaban reunidos en el salón del concilio donde trataban sus asuntos públicos. Y el Venerable Ananda se acercó a ellos y les anunció lo siguiente: “Vasetthas, El Bienaventurado, ha fallecido. Es hora que hagáis lo que os parezca conveniente”. Y cuando escucharon las palabras pronunciadas por el Venerable Ananda, los mallas, sus hijos, sus mujeres y las mujeres de sus hijos, fueron intensamente entristecidos, afligidos en sus corazones y profundamente apenados. Algunos de ellos, con su cabello despeinado y con las manos alzadas, lloraban desesperados. Otros, arrojándose al suelo y arrojándose de un lugar a otro, se lamentaban diciendo: “¡Demasiado pronto pasa el Bienaventurado a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Bienhechor pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto se apaga la vista del Ojo del Mundo!".
Buddhasarirapuja—Veneración de los restos del cuerpo del Buda
En esta ocasión, los mallas de Kusinara ordenaron a sus hombres: “Reunid ahora todos los perfumes, todas las guirnaldas de flores, los músicos y a todos los que están en Kusinara”. Y los mallas, provistos de los perfumes, las guirnaldas de flores y quinientas piezas de vestimenta, fueron a su arboleda, al parque de recreación, donde se acercaron al cuerpo del Bienaventurado. Y habiéndose acercado, le rindieron homenaje con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes y, erigiendo doseles y pabellones, pasaron allí el día mostrando respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Después, surgió entre ellos este pensamiento: “Hoy sería demasiado temprano incinerar el cuerpo del Bienaventurado: hagámoslo mañana”.
Igualmente, al segundo día … al tercer día … cuarto día … quinto día … sexto día rindieron homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes y, erigiendo doseles y pabellones, pasaron allí el día mostrando respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado.
Pero al séptimo día pensaron lo siguiente: “Hemos rendido homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes, y hemos mostrado respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Vamos a llevarlo ahora hacia el sur, a la parte meridional de las afueras de la ciudad y vamos a incinerar el cuerpo del Bienaventurado hacia la parte sur de la ciudad”.
Y ocho de los mallas de las familias más importantes, lavaron sus cabezas y vistieron nuevas ropas, pensando: “Vamos a levantar ahora el cuerpo del Bienaventurado”. Acto seguido, trataron de hacerlo, pero no pudieron. Entonces los mallas hablaron al Venerable Anuruddha, diciendo: “¿Cuál es la causa, Venerable Anuruddha, cuál es la razón por la cual estos ocho mallas de las familias más importantes, al lavar sus cabezas, vestir las nuevas ropas y pensar: ‘vamos a levantar ahora el cuerpo del Bienaventurado’, no pueden hacerlo?"
“Vosotros, vasetthas, tenéis un propósito y las deidades, otro”.
"¿Y cuál es, Venerable Señor, el propósito de las deidades?
“Vasetthas, vuestro propósito es este: ‘hemos rendido homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes y hemos mostrado respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Vamos a llevar ahora el cuerpo del Bienaventurado hacia el sur, a la parte meridional de las afueras de la ciudad y vamos a incinerar el cuerpo del Bienaventurado hacia la parte sur de la ciudad’. Pero el propósito de las deidades, vasetthas, es este: ‘hemos rendido homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas y canciones celestiales, con celestes guirnaldas de flores y perfumes y hemos mostrado respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Vamos a llevar ahora el cuerpo del Bienaventurado hacia el norte, a la parte septentrional de la ciudad. Una vez atravesada la puerta del norte, entremos con el cuerpo del Bienaventurado hacia el centro de la ciudad y de allí vayamos hacia el este de las afueras de la ciudad y, saliendo por la puerta del este, llevemos el cuerpo del Bienaventurado hacia el santuario de Makuta-bandhana para incinerarlo ahí’”.
“Venerable, Señor, si éste es el deseo de las divinidades, lo haremos de esa forma”.
Acto seguido, todo Kusinara, incluyendo los montículos de polvo y las pilas de basura acumulada, se cubrió de una capa de flores celestiales de mandarava, que llegaba hasta las rodillas. Y se rindió homenaje al cuerpo del Bienaventurado, tanto por parte de las divinidades, como por parte de los mallas de Kusinara. Con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes —tanto humanos, como celestiales―, se ha mostrado respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado.
Entonces, se llevó el cuerpo del Bienaventurado hacia el norte, a la parte septentrional de la ciudad. Una vez atravesada la puerta del norte, entraron con el cuerpo del Bienaventurado hacia el centro de la ciudad y de allí fueron hacia el este, a las afueras de la ciudad saliendo por la puerta del este. Después, llevaron el cuerpo del Bienaventurado hacia el santuario de Makuta-bandhana y lo colocaron abajo.
Estando allí, los mallas de Kusinara hablaron al Venerable Ananda con estas palabras: “¿Cómo debería realizarse, Venerable Ananda, el acto de respeto hacia el cuerpo del Tathagata?".
- "Al igual que en caso de un monarca universal, vasetthas".
- "Pero, ¿cómo, Venerable Señor, debería ser respetado el cuerpo de un monarca universal?"
“El cuerpo del monarca universal, vasetthas, primeramente se envuelve en una ropa nueva blanca hecha de lino y, luego, se lo cubre con una pieza de lana de algodón; y así se repite esto quinientas veces, después de lo cual, el cuerpo del monarca universal se pone en un recipiente de oro, lubricado con perfumes del bosque y se lo cubre con otro recipiente de oro. De esta menera, el cuerpo del monarca universal es quemado en la pira funeral y se levanta una stupa en el cruce de los caminos para guardar sus restos. Esto es lo que se hace, vasetthas, con el cuerpo del monarca universal y esto se debe hacer con el cuerpo del Tathagata: en el cruce de los caminos, también, se debe levantar una stupa para el Tathagata. Y cualquiera que traiga a este lugar guirnaldas, incienso o perfume de sándalo, o rinda homenaje, estando su mente calmada, mientras lo hace, tendrá bienestar y felicidad por largo tiempo”.
Entonces, los Mallas procedieron a hacerlo todo, de acuerdo a estas instrucciones.
Mahakassapapattheravatthu—Narración con la aspiración de Mahakassapa
En esta ocasión, el Venerable Maha Kassapa estaba viajando desde Pava hacia Kusinara, junto con un grupo de quinientos monjes. Durante el viaje, el Venerable Maha Kassapa, salió del camino principal para sentarse debajo de un árbol.
Y cierto integrante de la secta de los ajivakas que se dirigía a Pava, llevaba en sus manos las flores celestiales de mandarava que había tomado en Kusinara. El Venerable Maha Kassapa divisó a aquel ajivaka viniendo desde cierta distancia y, cuando ya estaba cerca, le preguntó: “¿Sabes algo, amigo, de nuestro Maestro?".
“Sí, amigo, sé: hoy hace siete días desde que el asceta Gotama falleció [en Kusinara]. Desde ahí llevo estas flores celestiales de mandarava”.
En ese momento, algunos de los monjes que aún no estaban completamente liberados de las pasiones, levantaron sus manos en alto y lloraron; otros, echándose a sí mismos al suelo, se arrastraban de un lado a otro, lamentándose de esta manera: “¡Demasiado pronto, el Bienaventurado entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto, el Bienhechor entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Ojo del Mundo ha desparecido!”. Pero aquellos monjes que estaban liberados de las pasiones, conscientemente atentos y con clara comprensión, reflexionaron de este modo: “Transitorias son todas las cosas compuestas. ¿Qué más se puede esperar?”
Entonces, alguien de nombre Subhadda, quien renunció a la vida del mundo recién en su anciana edad, estaba sentado dentro de la asamblea y se dirigió a los monjes de esta manera: “Suficiente amigos, no sufráis ni os lamentéis más. Nos hemos liberado de este gran asceta. Por mucho tiempo, amigos, hemos sido oprimidos por él, porque nos decía: ‘Esto es apropiado para ti, esto no es apropiado para ti'. Ahora, finalmente, podremos hacer lo que queramos y, lo que no queremos hacer, no lo haremos”.
Pero el Venerable Maha Kassapa dijo a los monjes: “Es suficiente ya, amigos. ¡No sufráis más ni os lamentéis! ¿Acaso no declaró el Bienaventurado que todo lo que es querido y bien amado está destinado a sufrir cambios, separación y ruptura? De todo lo nacido, de lo que llegó a existir, de lo compuesto y sujeto a decadencia, ¿cómo uno podrá decir: ‘¡que esto no se desintegre!'?”
En esta ocasión, cuatro de los mallas de las familias más importantes, lavaron sus cabezas y vistieron nuevas ropas, pensando: “vamos a hacer arder ahora la pira del Bienaventurado”. Acto seguido, trataron de hacerlo, pero no pudieron. Entonces lo mallas hablaron al Venerable Anuruddha, diciendo: “¿Cuál es la causa, Venerable Anuruddha, cuál es la razón por la cual estos cuatro mallas de las familias más importantes, al lavar sus cabezas, vestir las nuevas ropas y pensar: “Vamos a hacer arder ahora la pira del Bienaventurado”, no pueden hacerlo?"
“Vosotros, vasetthas, tenéis un propósito y las deidades, otro”.
“¿Y cuál es, venerable señor, el propósito de las deidades?"
“El propósito de las deidades, vasetthas, es este: 'El Venerable Maha Kassapa está viniendo a Kusinara desde Pava, con un grupo de quinientos monjes. Que no arda la pila del Bienaventurado hasta que el Venerable Maha Kassapa rinda homenaje a los pies del Bienaventurado”.
“Si éste es el deseo de las divinidades, así será hecho”.
Entonces llegó el Venerable Maha Kassapa y se acercó a la pira del Bienaventurado, al santuario de los mallas de Makuta-bandhana, en Kusinara. Y arreglando su hábito externo, lo puso sobre uno de sus hombros y, con las manos juntas en un saludo, caminó tres veces alrededor de la pira, teniendo siempre el cuerpo del Bienaventurado a su derecha. Después, rindió homenaje a los pies del Bienaventurado. Y así mismo procedieron los quinientos monjes que le acompañaban.
Finalmente, cuando se realizó el homenaje del Venerable Maha Kassapa y de los quinientos monjes, la pira del Bienaventurado ardió en llamas por sí sola.
Y cuando el cuerpo del Bienaventuradose fue consumido por las llamas, desapareció todo lo que era la piel, los tejidos, la carne, los tendones y los fluidos: ni siquiera quedaron cenizas de estas partes del cuerpo. Solamente permanecieron los huesos [8]. Al igual que cuando se quema la mantequilla o el aceite, no quedan partículas algunas ni cenizas, así tampoco, cuando fue quemado el cuerpo del Bienaventurado, se vieron cenizas ni partícula alguna de lo que fue la piel, los tejidos, la carne, los tendones y los fluidos. Solamente los huesos permanecieron. De las quinientos piezas de lino, que envolvían el cuerpo del Bienaventurado, solamente dos no fueron consumidas por el fuego: la más recóndita y la exterior.
Después de que el cuerpo del Bienaventurado fuera consumido por las llamas, el agua de lluvia que cayó del cielo apagó la pira del Bienaventurado, también llegó agua desde la arboleda y de los mallas de Kusinara, que trajeron agua perfumada de diversos aromas con la cual también apagaron la pira del Bienaventurado.
Finalmente, los mallas de Kusinara llevaron las reliquias del Bienaventurado a su sala de concilio, donde las rodearon de rejas de jabalinas y separaron mediante una pared de huesos. Después, durante una semana, rindieron homenaje a las reliquias del Bienaventurado con danzas, canciones, música, guirnaldas de flores y perfumes. Mostrando respeto, honra y veneración a las reliquias del Bienaventurado.
Sariradhatuvibhajana—Distribución de las reliquias de los elementos del cuerpo
En esta ocasión, Ajatasattu Videhiputta, el rey de Maghada, escuchó que el Bienaventurado había fallecido en Kusinara. Entonces, envió mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: “El Bienaventurado provenía de la casta de los khattiyas, al igual que yo. Por eso, soy digno de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Voy a erguir una stupa para sus reliquias y voy a ofrecer un festival en su honor”.
Por otro lado, los licchavis de Vesali también supieron que el Bienaventurado había fallecido en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: “El Bienaventurado provenía de la casta de los khattiyas, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor”.
También los sakyas de Kapilavatthu … los bulis de Allakappa … los kolis de Ramagama supieron que el Bienaventurado había fallecido en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: “El Bienaventurado provenía de la casta de los khattiyas, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor”.
También el brahmán Vethadipa supo del fallecimiento del Bienaventurado en Kusinara. Entonces, envió mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: “El Bienaventurado provenía de la casta de los khattiya, al igual que yo, el brahmán. Por eso, soy digno de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Voy a erguir una stupa para sus reliquias y voy ofrecer un festival en su honor”.
También los mallas de Pava supieron que el Bienaventurado había fallecido en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: “El Bienaventurado provenía de la casta de los khattiyas, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor”.
Pero cuando los mallas de Kusinara escucharon todos estos mensajes, dijeron: “El Bienaventurado falleció en nuestra ciudad. Por eso, no vamos a compartir sus reliquias con nadie”.
En ese momento el brahmán Dona tomó la palabra y dijo:
- Escuchad señores, una palabra mía, un ruego de mi parte;
- Nuestro Buda nos enseñó la tolerancia.
- Impropio sería crear conflictos,
- O crear sangrientas guerras, por la custodia
- De los restos del que fue el mejor entre los hombres.
- Pongámonos todos, señores, de común acuerdo
- Para compartir las ocho porciones, así, a lo largo y ancho
- Las stupas podrán entonces erguirse para que, al verlas, los seres humanos
- Tengan fe en el Plenamente Despierto.
- "Pues, así sea, brahmán: divide tú mismo las reliquias en ocho partes iguales".
Y el brahmán Dona respondió a la asamblea: “Así sea, señores”, y dividió en forma justa y equitativa las reliquias del Bienaventurado en ocho porciones. Hecho esto, dijo a la asamblea: “Que se acerque aquí la urna, señores. Sobre ella, voy a erguir la stupa en honor al Bienaventurado y voy a ofrecer el festival”. Y se llevó la urna junto al brahmán Dona.
En esta ocasión, también los moriyas de Pipphalivana supieron que el Bienaventurado había fallecido en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: “El Bienaventurado provenía de la casta de los khattiyas, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor”.
“No quedan más porciones de las reliquias del Bienaventurado; sus reliquias ya han sido divididas. Pero tomad algo de estas cenizas”. Y ellos tomaron una parte de las cenizas.
Dhatuthupapuja—Veneración de las reliquias
Después, Ajatasattu Videhuputta, el rey de Maghada, erigió la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Rajagaha y ofreció un festival en su honor. También los licchavis de Vesali erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Vesali y ofrecieron un festival en su honor. Por otro lado, los sakyas de Kapilavatthu erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Kapilavatthu … Y los bulis de Allakappa erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Allakappa … Y los kolis de Ramagama erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Ramagama … Y el brahmán Vethadipa también erigió la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Vethadipa … Y también los mallas de Pava erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Pava … Asimismo, los mallas de Kusinara erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Kusinara y ofrecieron un festival en su honor. Y el brahmán Dona erigió la stupa sobre la urna y ofreció un festival en su honor. Finalmente, los moriyas de Pipphalivana erigieron la stupa sobre las cenizas del Bienaventurado en Pipphalivana y ofrecieron un festival en su honor.
De esta manera, llegaron a ser ocho las estupas erguidas con las reliquias, la novena fue erguida sobre la urna y la décima, sobre las cenizas.
Esto es lo que pasó en aquellos antiguos días [9].
Ocho porciones de reliquias quedaron de él,
- Del Visionario. De ellas, siete permanecieron
- En Jumbudipa con honores. La octava,
- En Ramagama, llevada por el rey de los nagas.
- Un diente fue llevado por los Treinta Tres Dioses,
- El rey de Kalinga tiene uno y los nagas, dos.
- Ellos se despojaron de su gloria sobre la tierra fructífera
- Y así el Visionario fue honrado con el honor.
- Los devas y los nagas, los reyes y los hombres más nobles,
- Juntan las manos en homenaje, porque es difícil
- Encontrar a alguien semejante en el sinfín de los eones.