Majjhima Nikaya 119

Kayagatisati Sutta

Discurso sobre la atención consciente en el cuerpo

Así lo he oído: En cierta ocasión el Bienaventurado residía en Savatthi, en la arboleda de Jeta, en el parque de Anathapindika.

Allí había muchos monjes que, habiendo regresado de recolectar la comida donada y después de comer, estaban sentados en la sala de reuniones. Entonces surgió el siguiente tema de conversación: “Es maravilloso, es extraordinario, amigos, como dice el Bienaventurado que conoce y ve, santo y completamente iluminado, ‘la atención al cuerpo, cultivada y practicada con asiduidad, da mucho fruto y es muy beneficiosa’. Pero entonces la conversación se interrumpió, puesto que el Bienaventurado, concluido su retiro vespertino, fue a la sala de reuniones, entró y se sentó en el asiento que le tenían preparado. Ya sentado, el Bienaventurado preguntó a los monjes:

“Monjes, ¿cuál era el tema de conversación mientras estabais sentados? ¿Qué tema de conversación ha sido interrumpido?”

“He aquí, venerable señor, que, habiendo regresado de recolectar la comida donada y después de comer, estábamos sentados en la sala de reuniones. Entonces surgió el siguiente tema de conversación: ‘es maravilloso, es extraordinario, amigos, como dice el Bienaventurado que conoce y ve, santo y completamente iluminado, «la atención al cuerpo cultivada y practicada con asiduidad, da mucho fruto y es muy beneficiosa»’. Éste era, venerable señor, el tema de conversación que ha sido interrumpido cuando llegó el Bienaventurado.”

“¿Y cómo, monjes, hay que cultivar y practicar con asiduidad la atención al cuerpo para que dé mucho fruto y sea muy beneficiosa?

“He aquí, monjes, que un monje que se ha ido al bosque o al pie de un árbol o un lugar solitario, se sienta, cruza las piernas, yergue su cuerpo y fija la atención en tomo a la boca: inspira atento y atento espira.

“Al inspirar profundamente, sabe: ‘Inspiro profundamente’. Al espirar profundamente, sabe: ‘Espiro profundamente’. Al inspirar ligeramente, sabe: ‘Inspiro ligeramente’. Al espirar ligeramente, sabe: ‘Espiro ligeramente’.

“Se ejercita así: ‘Consciente de todo el cuerpo, inspiraré’. Se ejercita así: ‘Consciente de todo el cuerpo, espiraré’. Se ejercita así: ‘Calmando la actividad corporal, inspiraré’. Se ejercita así: ‘Calmando la actividad corporal, espiraré’.

“Y así vive, diligente, fervoroso y resuelto, renunciando a las tendencias e intenciones propias de la vida en el hogar. Renunciando a ellas, la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y se concentra.

“Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

“Asimismo, monjes, cuando un monje camina sabe: ‘Estoy caminando’, cuando está de pie sabe: ‘Estoy de pie’, cuando está sentado sabe: ‘Estoy sentado’ , cuando está tumbado sabe: ‘Estoy tumbado’, y así sucesivamente según sea la postura que su cuerpo adopte.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto, renunciando a las tendencias e intenciones propias de la vida en el hogar. Renunciando a ellas, la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y se concentra.

“Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

“Asimismo, monjes, un monje actúa con plena lucidez en todo lo que hace, ya sea yendo o viniendo, mirando adelante o mirando a su alrededor, encogiéndose o estirándose, llevando la túnica, el cuenco y el manto, comiendo, bebiendo, masticando, saboreando, defecando u orinando, caminando, de pie, sentado, dormido, despierto, hablando o en silencio, actúa con plena lucidez.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, un monje examina su propio cuerpo, de la planta de los pies hacia arriba y de la coronilla hacia abajo, envuelto en la piel y lleno de impurezas, y piensa así: ‘En este cuerpo hay pelo en la cabeza, vello en el cuerpo, uñas, dientes, piel, carne, tendones, huesos, tuétano, riñones, corazón, hígado, pleura, bazo, pulmones, intestinos, mesenterio, estómago, heces, bilis, flemas, pus, sangre, sudor, grasa sólida, lágrimas, grasas líquidas, saliva, mocos, fluido sino vial, orina’. Es como tener un saco de provisiones de aquellos con dos aberturas, lleno de diversas clases de grano, tales como arroz de montaña, arroz corriente, alubias, guisantes, sésamo y arroz perlado, y un hombre que tiene buenos ojos lo abre, lo examina y dice: ‘Esto es arroz de montaña, esto es arroz corriente, esto son alubias, esto son guisantes, esto es sésamo, esto es arroz perlado’. De la misma manera, el monje examina su propio cuerpo de las plantas de los pies hacia arriba y de la coronilla hacia abajo, envuelto en la piel y lleno de impurezas y piensa así: ‘En este cuerpo hay pelo en la cabeza… orina’.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, he aquí que un monje examina su propio cuerpo, en cualquier lugar o posición que se encuentre, considerando sus elementos primordiales: ‘En este cuerpo hay el elemento tierra, el elemento agua, el elemento fuego y el elemento aire’.

“Como un carnicero experto o un aprendiz que, tras sacrificar a una vaca y dividirla en partes, se pone a venderlas en una encrucijada, de la misma manera el monje examina su propio cuerpo en cualquier lugar o posición que se encuentre, considerando sus elementos primordiales: ‘En este cuerpo hay el elemento tierra, el elemento agua, el elemento fuego y el elemento aire’.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo que lleva un día muerto, o dos días muerto, o tres días muerto, hinchado, amoratado y putrefacto, tirado en el camero, aplica [esta percepción] a su propio cuerpo de esta manera: ‘En verdad que también mi cuerpo tiene la misma naturaleza, acabará del mismo modo y no escapará a este fin’.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el carnero, que está siendo devorado por los cuervos, los gavilanes, los buitres, los perros, los leopardos, los tigres, los chacales o por diversas clases de gusanos, aplica [esta percepción] a su propio cuerpo de esta manera: ‘En verdad que también mi cuerpo tiene la misma naturaleza, acabará del mismo modo y no escapará a este fin’.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el camero, reducido a un esqueleto unido tan sólo por los tendones y con restos de carne sanguinolenta.

“Reducido a un esqueleto unido tan sólo por los tendones, sin carne pero aún embadurnado de sangre…

“Reducido a un esqueleto unido tan sólo por los tendones, sin carne y sin sangre…

“Reducido a huesos sueltos esparcidos en todas las direcciones: aquí los huesos de la mano, allí los de los pies, la tibia por acá, el fémur por allá, aquí la pelvis, allí las vértebras, el cráneo más allá… Reducido a huesos mondas blanqueados como una concha… o un montón informe de huesos de llevan allí más de un año… o unos huesos podridos, reducidos a polvo.

“En cada caso aplica [esta percepción] a su propio cuerpo de esta manera: ‘En verdad que también mi cuerpo tiene la misma naturaleza, acabará del mismo modo y no escapará a este fin’.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, apartado del deseo de los sentidos, apartado de lo que es perjudicial, el monje alcanza y permanece en la primera abstracción meditativa , en la que hay gozo y felicidad nacidos del apartamiento y va acompañada de ideación y reflexión. Y él llena, inunda, colma e impregna su cuerpo del gozo y la felicidad nacidos del apartamiento, hasta que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con el gozo y la felicidad nacidos del apartamiento. Monjes, al igual que un buen bañero o un aprendiz de bañero, habiendo echando jabón en polvo en una vasija de metal, lo mezcla con agua remojándolo una y otra vez y amasándolo hasta que toda la masa de jabón queda bien impregnada de agua por dentro y por fuera, húmeda y untuosa pero sin gotear, del mismo modo el monje llena, inunda, colma e impregna su cuerpo del gozo y la felicidad nacidos del apartamiento, de modo que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con el gozo y la felicidad nacidos del apartamiento.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, al cesar la ideación y la reflexión, el monje alcanza y permanece en la segunda abstracción meditativa, en la que hay gozo y felicidad nacidos de la concentración, está libre de ideación y reflexión, y va acompañada de unificación de la mente y serenidad interior.

“Y él llena, inunda, colma e impregna su cuerpo del gozo y la felicidad nacidos de la concentración, hasta que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con el gozo y la felicidad nacidos de la concentración. Monjes, es como un lago cuyas aguas manan desde lo profundo y donde no hay corrientes que lleguen a él desde el norte, sur, este u oeste, ni lluvias que caigan sobre él, y la corriente de agua fría que brota desde el fondo llena, inunda, colma e impregna de agua fría todo el lago, de modo que no hay ninguna parte del lago que no esté llena de agua fría. Del mismo modo, el monje llena, inunda, colma e impregna su cuerpo del gozo y la felicidad nacidos de la concentración, hasta que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con el gozo y la felicidad nacidos de la concentración.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, al desvanecerse el gozo, el monje permanece ecuánime, atento y lúcido, experimentando con el cuerpo aquel estado de felicidad que los Nobles llaman: ‘Vivir feliz, atento y ecuánime’, con lo que alcanza y permanece en la tercera abstracción meditativa.

“Y él llena, inunda, colma e impregna su cuerpo de una felicidad sin gozo hasta que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con esa felicidad sin gozo.

“Monjes, al igual que en un estanque de lotos azules, rojos o blancos, los hay que nacen y crecen en el agua pero sin salir a la superficie, se nutren sumergidos en el agua y están, desde las puntas de los pétalos hasta las raíces, llenos, inundados, colmados e impregnados de agua fría de modo que no hay ninguna parte de los lotos azules, rojos o blancos que no esté embebida con agua fría, del mismo modo, el monje inunda, colma e impregna su cuerpo de una felicidad sin gozo de modo que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con esa felicidad sin gozo.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto… se unifica y se concentra.

“Asimismo, monjes, al renunciar al placer, al renunciar al dolor, y previa desaparición de la alegría y la aflicción, el monje alcanza y permanece en la cuarta abstracción meditativa, sin dolor ni placer, completamente purificada por la atención y la ecuanimidad. Así permanece sentado impregnando su cuerpo de esa mente completamente pura y completamente limpia, de modo que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con esa mente completamente pura y completamente limpia.

“Monjes, es como si un hombre se sienta y se tapa, incluso la cabeza, con una tela blanca, de modo que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté cubierta por la tela blanca. Del mismo modo, el monje permanece sentado impregnando su cuerpo de esa mente completamente pura y completamente limpia, de modo que no hay ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida con esa mente completamente pura y completamente limpia.

“Y así vive diligente, fervoroso y resuelto, renunciando a las tendencias e intenciones propias de la vida en el hogar. Renunciando a ellas, la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y se concentra.

“Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

“Monjes, el que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, tiene dentro de sí los estados mentales beneficiosos que conducen al conocimiento verdadero.

“Al igual que quien mentalmente contempla el ancho mar tiene conocimiento de las corrientes que confluyen dentro de él, quien cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo tiene dentro de sí los estados mentales beneficiosos que conducen al conocimiento verdadero.

“Monjes, el monje que no cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo se expone a Mara y está a su disposición.

“Monjes, es como si uno arroja un canto rodado pesado a un montón de arcilla húmeda. ¿Qué os parece, monjes? ¿Penetrará ese canto rodado pesado en el montón de arcilla húmeda?”

“Sí, venerable señor”.

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que no cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, se expone a Mara y está a su disposición.

“Monjes, es como si hubiera un trozo de madera seca y llegara uno con un palo para hacer fuego pensando: ‘Encenderé una hoguera y produciré calor’. ¿Qué os parece, monjes? ¿Podrá ese hombre, frotando el trozo de madera seca con el palo para hacer fuego, encender una hoguera y producir calor?”

“Sí, venerable señor.”

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que no cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, se expone a Mara y está a su disposición.

“Monjes, es como si hubiera una jarra de agua vacía en un pedestal y llegara uno con un garrafón lleno de agua. ¿Qué os parece, monjes? ¿Podrá ese hombre verter el agua de su garrafón?”

“Sí, venerable señor”.

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que no cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, se expone a Mara y está a su disposición.

“Monjes, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, no se expone a Mara y no está a su disposición.

“Monjes, es como el hombre que arroja un ovillo de hilo ligero a una puerta de madera maciza. ¿Qué os parece, monjes? ¿Penetrará ese ovillo de hilo ligero a través de la puerta de madera maciza?”

“No, venerable señor.”

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, no se expone a Mara y no está a su disposición.

“Monjes, es como si hubiera un trozo de madera verde y húmeda, y llegara un hombre con un palo para hacer fuego pensando: ‘Encenderé una hoguera y produciré calor’.

“¿Qué os parece, monjes? ¿Podrá ese hombre, frotando el trozo de madera verde y húmeda con el palo para hacer fuego, encender una hoguera y producir calor?”

“No, venerable señor.”

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, no se expone a Mara y no está a su disposición.

“Monjes, es como si hubiera una jarra en un pedestal tan rebosante de agua que hasta un pájaro podría alcanzar a beber en ella, y llegara un hombre con un garrafón lleno de agua. ¿Qué os parece, monjes? ¿Podrá ese hombre verter el agua de su garrafón?”

“No, venerable señor.”

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, no se expone a Mara y no está a su disposición.

“Monjes, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, cuando lleva su mente a experimentar por conocimiento superior cualquier estado experimentable por conocimiento superior, tiene la capacidad de ver por sí mismo cualquiera de sus aspectos porque dispone de una buena base.

“Monjes, es como si hubiera una jarra en un pedestal tan rebosante de agua que hasta un pájaro podría beber en ella, y llegara un hombre fuerte que moviera el pedestal. ¿Se derramaría el agua?”

“Sí, venerable señor.”

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, cuando lleva su mente a experimentar por conocimiento superior cualquier estado experimentable por conocimiento superior, tiene la capacidad de ver por sí mismo cualquiera de sus aspectos porque dispone de una buena base.

“Monjes, es como si en un terreno llano hubiera un estanque cuadrado contenido por un terraplén, tan rebosante de agua que hasta un pájaro podría beber en él, y llegara un hombre fuerte que abriera una brecha en el terraplén ¿Saldría el agua por la brecha?”

“Sí, venerable señor.”

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, cuando lleva su mente a experimentar por conocimiento superior cualquier estado experimentable por conocimiento superior, tiene la capacidad de ver por sí mismo cualquiera de sus aspectos porque dispone de una buena base.

“Monjes, es como si, en una encrucijada en terreno llano, hubiera un carruaje tirado por caballos de pura sangre, con la fusta al alcance de la mano, y llegara un auriga diestro en la doma de caballos que se subiera, tomara las riendas con la mano izquierda, la fusta con la derecha, y fuera de aquí para allá como quisiera.

“Pues, monjes, de igual modo, el monje que cultiva y practica con asiduidad la atención al cuerpo, cuando lleva su mente a experimentar por conocimiento superior cualquier estado experimentable por conocimiento superior, tiene la capacidad de ver por sí mismo cualquiera de sus aspectos porque dispone de una buena base.

“Monjes, de la atención al cuerpo cultivada frecuentemente, practicada con asiduidad, tomada como vehículo y como base, bien emprendida, realizada y perfeccionada, cabe esperar diez beneficios.

(1) Uno supera lo que desagrada y lo que agrada. Lo desagradable no le supera y vive superando lo que desagrada siempre que surge.

(2) Uno supera el miedo y la angustia. El miedo y la angustia no le superan y vive superando el miedo y la angustia siempre que surgen.

(3) Uno soporta el frío y el calor, el hambre y la sed, el contacto con moscas, mosquitos, viento, sol y reptiles; soporta formas de hablar hostiles e importunas; soporta pacientemente el surgir de sensaciones corporales dolorosas, penetrantes, agudas, punzantes, desagradables, penosas, mortales.

(4) Uno logra cuando quiere, sin esfuerzo ni dificultad, la elevación de la mente propia de las cuatro abstracciones meditativas con la que se vive feliz en este mismo mundo.

(5) Uno obtiene diversas facultades paranormales: siendo uno se torna múltiple, siendo múltiple se torna uno; puede aparecer y desaparecer; como por el aire, pasa sin encontrar resistencia a través de paredes, muros y montañas; como por el agua, se hunde en la tierra o emerge de ella; como por la tierra, camina sobre el agua sin hundirse; como un pájaro, vuela sentado con las piernas cruzadas a través del espacio; toca y palpa con la mano el sol y la luna, tan poderosos y majestuosos; hasta el mundo de Brahma llega el poder de su cuerpo.

(6) Uno, con el oído divino purificado, que va más allá del humano, oye tanto los sonidos humanos como los divinos, tanto los lejanos como los cercanos.

(7) Uno percibe con su mente la mente de los otros seres, de los otros hombres; conoce la mente con pasión como mente con pasión; conoce la mente sin pasión como mente sin pasión; conoce la mente con odio como mente con odio; conoce la mente sin odio como mente sin odio; conoce la mente con ofuscación como mente con ofuscación; conoce la mente sin ofuscación como una mente sin ofuscación; conoce la mente disminuida como mente disminuida; conoce la mente distraída como mente distraída; conoce la mente desarrollada como mente desarrollada; conoce la mente sin desarrollar como una mente sin desarrollar; conoce la mente en estado superable como mente superable; conoce la mente insuperable como mente insuperable; conoce la mente concentrada como mente concentrada; conoce la mente no concentrada como mente no concentrada; conoce la mente liberada como mente liberada; conoce la mente no liberada como mente no liberada.

(8) Uno recuerda sus múltiples vidas anteriores, es decir, un nacimiento, dos, tres, cuatro, cinco, diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, cien, mil, cien mil nacimientos, muchos ciclos cósmicos de contracción, muchos ciclos cósmicos de expansión, muchos ciclos cósmicos de contracción y expansión: “Allí, así me llamaba, tal era mi familia, tal era mi apariencia, tal era mi alimento, así experimenté placer y dolor, tanto así duró mi vida, allí fallecí y en otra parte reaparecí, allí, así me llamaba, tal era mi familia, tal era mi apariencia, tal era mi alimento, así experimenté placer y dolor, tanto así duró mi vida, allí fallecí y aquí’ reaparecí”. Así recuerda sus múltiples vidas anteriores con sus características y detalles.

(9) Uno, con el ojo divino purificado, que va más allá del humano, ve a los seres falleciendo y reapareciendo, conoce a los seres inferiores, superiores, bellos, feos, afortunados, desafortunados y sabe que renacen según sus acciones anteriores.

(10) Uno, habiendo experimentado por su propio conocimiento superior en este mismo mundo la aniquilación de las corrupciones, alcanza y permanece en la liberación de la mente y la liberación por la sabiduría que están libres de corrupciones.

“Monjes, éstos son los diez beneficios que cabe esperar de la atención al cuerpo cultivada frecuentemente, practicada con asiduidad, tomada como vehículo y como base, bien emprendida, realizada y perfeccionada.”

Así habló el Bienaventurado, y los monjes gozaron y se complacieron con sus palabras.