Majjhima Nikaya 129
Balapandita Sutta
El tonto y el sabio
En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando en la Arboleda Jeta del Parque de Anathapindika cerca de Savatthi. Estando allí se dirigió a los monjes de esta manera: “Monjes”.—"Sí, venerable señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó: Esto he escuchado:
[El tonto]
“Monjes, existen estas tres características de un hombre tonto, signos de la estupidez, atributos de la tontería. Y, ¿cuáles son estos tres? He aquí, monjes, el tonto es aquel que piensa malos pensamientos, habla malas palabras y realiza malas acciones. Si el tonto no fuera así, ¿cómo podría un hombre sabio reconocerlo de esta manera: ‘esta persona es un tonto, un hombre no verdadero?’ Pero como el hombre tonto es aquel que piensa malos pensamientos, habla malas palabras y realiza malas acciones, el sabio lo reconoce, diciendo: ‘esta persona es un tonto, un hombre no verdadero.
“El tonto siente la pena y el dolor aquí y ahora de tres maneras. Cuando el tonto está sentado en medio de la asamblea, cerca del camino o en el parque y la gente discute allí un tema pertinente y relevante, entonces, si el tonto quita la vida de los seres vivos, toma lo que no le ha sido dado, tiene una conducta sexual indebida, habla falsamente y se consiente en tomar vinos, licores y otras bebidas embriagantes—lo cual es el fundamento de la negligencia- piensa así: ‘esta gente discute temas pertinentes y relevantes, pero aquellas cosas se encuentran en mí y estoy involucrado en ellas’. Esta es la primera manera, en la cual el tonto siente la pena y el dolor aquí y ahora.
“Además, cuando es capturado alguien culpable del robo, el tonto ve cómo los reyes le infligen muchas clases de torturas: le azotan con látigos, le golpean con bastones, le golpean con garrotes, le cortan las manaos, le cortan los pies, le cortan las manos y los pies, le cortan las orejas, le cortan la nariz, le cortan las orejas y la nariz, se someten a ‘gachas de la olla’, al ‘afeitar como cáscara pulida’, a la ‘boca de Rahu’, a la ‘corona del fuego’, a la ‘mano ardiente’, a las ‘brinzas de hierba’, al ‘vestido de la corteza’, a la ‘antílope’, a los ‘ganchos de la carne’, a las ‘monedas’, a la ‘lejía de decapado’, al ‘pasador pivotante’, al ‘jergón enrollado’. Le salpican con aceite hirviente, hacen que sea devorado por los perros, lo empalan vivo en estacas y cortan su cabeza con la espada. Entonces, el tonto piensa lo siguiente: ‘por culpa de las malas acciones como aquellas, el ladrón cuando es capturado y hallado culpable del robo, los reyes le infligen muchas clases de torturas: le azotan con látigos… y cortan su cabeza con la espada. Aquellas cosas se encuentran en mí y estoy involucrado en ellas’. Esta es la segunda manera, en la cual el tonto siente la pena y el dolor aquí y ahora.
“Además, cuando el tonto está en su silla, en su cama o en su lugar de reposo, entonces las malas acciones que ha cometido en el pasado—su mala conducta corporal, verbal y mental- le cubren, le ciñen y lo envuelven. Al igual que la sombra de una gran montaña con el pique alto, al atardecer cubre, ciñe y envuelve la tierra, de la misma manera cuando el tonto está en su silla, en su cama o en su lugar de reposo, las malas acciones que ha cometido en el pasado—su mala conducta corporal, verbal y mental- le cubren, le ciñen y lo envuelven. Entonces, el tonto piensa: ‘no he hecho lo que es bueno, no he hecho lo que es beneficioso, no me he hecho a mi mismo el resguardo de la angustia. He hecho lo que es malo, he hecho lo que es cruel, he hecho lo que es malicioso. Cuando voy a morir, iré hacia el mal destino de aquellos que no han hecho lo que es bueno… han hecho lo que es malicioso.’ Entonces se apena, sufre, se lamenta, llora golpeando su pecho y llega a estar perturbado. Esta es la tercera manera, en la cual el tonto siente la pena y el dolor aquí y ahora.
“El tonto que se ha entregado a sí mismo a la mala conducta del cuerpo, el habla y la mente, al disolverse el cuerpo, después de la muerte reaparecerá en el estado de privación, en el destino infeliz, incluso en el infierno.
[El infierno]
“De este estado, monjes, para hablar correctamente se dice: ‘aquello es absolutamente indeseable, absolutamente insufrible, absolutamente desagradable’, es sobre el infierno, monjes, que para hablar correctamente, esto se debe decir y mucho más que esto, de tal manera que hasta es difícil de hallar un símil capaz de describir los sufrimientos del infierno.”
Cuando se dijo esto, los monjes preguntaron al Bienaventurado: “Pero, podría ofrecerse un símil, venerable señor?”
“Sí, se podría hacerlo, monjes”, respondió el Bienaventurado y continuó:
“Imaginad, monjes, a un hombre hallado culpable de robo, capturado y llevado a la presencia del rey con este reporte: ‘Su Majestad, he aquí el ladrón hallado culpable. Ordene el castigo que tiene para él’. Entonces, el rey respondió: ‘Id y golpead a ese hombre por la mañana con cien astas’. Entonces, ellos se fueron y, la mañana siguiente, golpearon a este hombre con cien astas. Y al medio día el rey preguntó: ‘¿Cómo está aquel hombre?’—’Su Majestad, todavía está vivo’. Entonces, el rey dijo: ‘Id y golpead a ese hombre al mediodía con cien astas’. Entonces se fueron y al mediodía golpearon a ese hombre con cien astas. Y llegada la tarde el rey preguntó: ‘¿Cómo está aquel hombre?’—’Su Majestad, todavía está vivo’. Entonces, el rey dijo: ‘Id y golpead a ese hombre por la tarde con cien astas’. Entonces se fueron y, llegada la tarde, golpearon a ese hombre con cien astas. ¿Qué opináis, monjes, estaría experimentando este hombre pena y dolor al ser golpeado trescientas veces con esas astas?”
“Venerable señor, ese hombre experimentaría pena y dolor al ser golpeado sólo con una asta, con más razón con trescientas.”
Entonces el Bienaventurado tomó una piedrita y la puso en la palma de la mano, luego les preguntó a los monjes: “¿qué opináis, monjes, qué es mayor: esta piedrita que tengo en la palma de mi mano o Himalaya, el rey de las montañas?”
“Venerable señor, esta piedrita que el Bienaventurado tiene en la palma de su mano, no cuenta frente a Himalaya, el rey de las montañas; ni siquiera es una fracción de ella, no hay comparación que se pueda hacer.”
“De la misma manera, monjes, la pena y el dolor que estaría experimentando aquel hombre al estar golpeado con trescientas astas, no cuenta frente al sufrimiento del infierno, ni siquiera es una fracción de él, no hay comparación que se pueda hacer.”
“Ahora bien, los guardianes del infierno le torturan con cinco clases de transfixiones. Impulsan un poste de hierro candente hacia una de sus manos, impulsan un poste de hierro candente hacia la otra de sus manos, impulsan un poste de hierro candente hacia una de sus pies, impulsan un poste de hierro candente hacia la otra de sus pies e impulsan un poste de hierro candente hacia su vientre. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.
“Acto seguido, los guardianes del infierno lo echan abajo y lo hunden en cenizas. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.
“Acto seguido, los guardianes del infierno ponen sus pies atadas a la cabeza y lo ponen con las azuelas. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.
“Acto seguido, los guardianes del infierno lo atan a un carro y lo aprovechan para que lo estire de arriba abajo a lo largo de un suelo ardiente en llamas, candente. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.
“Acto seguido, los guardianes del infierno le hacen subir y bajar por un montón de carbones ardientes, llameantes, candentes. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.
“Acto seguido, los guardianes del infierno atan sus pies a la cabeza y le hacen caer dentro de una caldera con el hierro ardiente derretido, llameante, candente. Y él se cocina allí en el remolino de la espuma. Y al haberse cocinado allí en el remolino de la espuma, es tirado arriba, otra vez abajo y otra, a lo largo de la caldera. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.
“Acto seguido, los guardianes del infierno le echan dentro del Gran Infierno. Ahora bien, en cuanto al Gran Infiero, monjes:
- Tiene cuatro esquinas y está construido
- Con cuatro puertas, una en cada lado.
- Tapiado con hierro alrededor,
- Y encerrado adentro con el techo de hierro.
- El piso también hecho de hierro
- Caliente y alumbrando por el fuego.
- Su rango completo es de cien leguas
- Con lo cual lo penetra todo.
“Monjes, yo podría hablaros de diferentes maneras acerca del Infierno. Pero aún así, sería muy difícil terminar de describir el sufrimiento del Infierno.
[El reino animal]
“Monjes, hay animales que se alimentan con el pasto. Comen el cultivo fresco o la hierba seca con sus dientes. Y, ¿cuáles son esos animales que se alimentan con el pasto? Los caballos, el ganado vacuno, los burros, las cabras, los venados y muchos otros animales semejantes. El tonto que previamente se deleitaba en los gustos aquí y cometía malas acciones aquí, al disolverse su cuerpo, después de la muerte reaparece en compañía de los animales que se alimentan con el pasto.
“He aquí, monjes, hay animales que se alimentan con el estiércol. Ellos huelen el estiércol desde la distancia y luego corren junto a él pensando: ‘¡Podemos comer, podemos comer!’ Al igual que los brahmanes corren al oler el sacrificio, pensando: ‘¡Podemos comer aquí, podemos comer aquí!’, de la misma manera estos animales huelen el estiércol desde la distancia y luego corren junto a él pensando: ‘¡Podemos comer aquí, podemos comer aquí!’ Y, ¿cuáles son esos animales que se alimentan con el estiércol? Aves de corral, los cerdos, los perros, los chacales y muchos otros animales semejantes. El tonto que previamente se deleitaba en los gustos aquí y cometía malas acciones aquí, al disolverse su cuerpo, después de la muerte reaparece en compañía de los animales que se alimentan con el estiércol.
“He aquí, monjes, hay animales que nacen, envejecen y mueren en la oscuridad. Y, ¿cuáles son esos animales que nacen, envejecen y mueren en la oscuridad? Las motas, los gusanos, los gusanos de la tierra y muchos otros animales semejantes. El tonto que previamente se deleitaba en los gustos aquí y cometía malas acciones aquí, al disolverse su cuerpo, después de la muerte reaparece en compañía de los animales que nacen, envejecen y mueren en la oscuridad.
“He aquí, monjes, hay animales que nacen, envejecen y mueren en agua. Y, ¿cuáles son esos animales que nacen, envejecen y mueren en el agua? Los peces, las tortugas, los cocodrilos y muchos otros animales semejantes. El tonto que previamente se deleitaba en los gustos aquí y cometía malas acciones aquí, al disolverse su cuerpo, después de la muerte reaparece en compañía de los animales que nacen, envejecen y mueren en el agua.
“He aquí, monjes, hay animales que nacen, envejecen y mueren en la inmundicia. Y, ¿cuáles son esos animales que nacen, envejecen y mueren en la inmundicia? Aquellos animales que nacen, envejecen y mueren en el pescado podrido, en el cuerpo podrido, en la mazmorra podrida, en el pozo negro y en la alcantarilla. El tonto que previamente se deleitaba en los gustos aquí y cometía malas acciones aquí, al disolverse su cuerpo, después de la muerte reaparece en compañía de los animales que nacen, envejecen y mueren en la inmundicia.
“Monjes, yo podría hablaros de diferentes maneras acerca del reino animal. Pero aún así, sería muy difícil terminar de describir el sufrimiento del reino animal.
“Imaginad, monjes, al hombre que lanzó al océano un yugo con un agujero dentro de él, de modo que el viento del este lo lleva al oeste, el viento del oeste lo lleva al este, el viento del norte lo lleva al sur y el viento del sur lo lleva al norte. E imaginad a una tortuga ciega que llega allí al final de cada siglo. ¿Qué opináis monjes, podría esta tortuga ciega poner su cuello adentro de este yugo con el agujero dentro de él?”
“Podría, venerable señor, alguna que otra vez al final de un largo periodo”.
“Monjes, esa tortuga ciega pondría su cuello adentro de este yugo con el agujero dentro de él antes que el tonto recuperase el estado humano, declaro yo. ¿Por qué así? Porque allí no se practica el Dhamma, no se practica el Dhamma rectamente, no se hace lo que es beneficioso, no se realizan méritos. Antes bien, prevalece la costumbre de devorarse mutuamente y matar al que es más débil.
“Si alguna vez, al final de un muy largo periodo de tiempo, aquel tonto recuperase el estado humano, renacería dentro de una familia baja: una familia marginada, de cazadores, trabajadores con bambúes, carreteros o recolectores de basura. Sería alguien con muy poco para comer y beber, que sobrevive con dificultad, que apenas encuentra comida y vestimenta; una persona fea, desagradable para la vista, deforme, enfermiza, ciega, con manos paralizadas, coja o paralítica. No encontraría comida, bebida, vestidos, vehículos, guirnaldas, aceites, ungüentos, cama, vivienda ni luz. Su mala conducta con el cuerpo, el habla y el pensamiento haría que, al disolverse su cuerpo, después de la muerte, reaparecería en el estado de privación, en el destino infeliz, en la perdición, hasta en el infierno.
“Imaginad, monjes, a un jugador que en la primera infeliz jugada pierde a su hijo y a su esposa con todas sus propiedades y, para rematar, él mismo termina esclavo; aún esta infeliz jugada es baladí: es mucho más infeliz el tonto cuando se conduce mal con su cuerpo, sus palabras y sus pensamientos, porque al disolverse su cuerpo, después de la muerte, reaparecerá en el estado de privación, en el destino infeliz, en la perdición, hasta en el infierno. Esta es la completa perfección, el último grado de ser un tonto.
[El sabio]
“Monjes, existen estas tres características de un hombre sabio, signos de la sabiduría, atributos del sabio. Y, ¿cuáles son estos tres? He aquí, monjes, el sabio es aquel que piensa buenos pensamientos, habla buenas palabras y realiza buenas acciones. Si el sabio no fuera así, ¿cómo podría un hombre sabio reconocerlo de esta manera: ‘esta persona es un sabio, un hombre verdadero?’ Pero como el hombre sabio es aquel que piensa buenos pensamientos, habla buenas palabras y realiza buenas acciones, el sabio lo reconoce, diciendo: ‘esta persona es un sabio, un hombre verdadero.
“El sabio siente el placer y la dicha aquí y ahora de tres maneras. Cuando el sabio está sentado en medio de la asamblea, cerca del camino o en el parque y la gente discute allí un tema pertinente y relevante, entonces, si el sabio es alguien que se abstiene de quitar la vida de los seres vivos, se abstiene de tomar lo que no le ha sido dado, se abstiene de tener una conducta sexual indebida, se abstiene de hablar falsamente y no se consiente en tomar vinos, licores y otras bebidas embriagantes—lo cual es el fundamento de la negligencia- piensa así: ‘esta gente discute temas pertinentes y relevantes, pero aquellas cosas no se encuentran en mí y no estoy involucrado en ellas’. Esta es la primera manera, en la cual el sabio siente el placer y la dicha aquí y ahora.
“Además, cuando es capturado alguien culpable del robo, el sabio ve cómo los reyes le infligen muchas clases de torturas: le azotan con látigos, le golpean con bastones, le golpean con garrotes, le cortan las manaos, le cortan los pies, le cortan las manos y los pies, le cortan las orejas, le cortan la nariz, le cortan las orejas y la nariz, se someten a ‘gachas de la olla’, al ‘afeitar como cáscara pulida’, a la ‘boca de Rahu’, a la ‘corona del fuego’, a la ‘mano ardiente’, a las ‘brinzas de hierba’, al ‘vestido de la corteza’, a la ‘antílope’, a los ‘ganchos de la carne’, a las ‘monedas’, a la ‘lejía de decapado’, al ‘pasador pivotante’, al ‘jergón enrollado’. Le salpican con aceite hirviente, hacen que sea devorado por los perros, lo empalan vivo en estacas y cortan su cabeza con la espada. Entonces, el sabio piensa lo siguiente: ‘por culpa de las malas acciones como aquellas, el ladrón cuando es capturado y hallado culpable del robo, los reyes le infligen muchas clases de torturas: le azotan con látigos… y cortan su cabeza con la espada. Pero aquellas cosas no se encuentran en mí y no estoy involucrado en ellas’. Esta es la segunda manera, en la cual el sabio siente el placer y la dicha aquí y ahora.
“Además, cuando el sabio está en su silla, en su cama o en su lugar de reposo, entonces las buenas acciones que había hecho en el pasado—su buena conducta corporal, verbal y mental- le cubren, le ciñen y lo envuelven. Al igual que la sombra de una gran montaña con el pique alto, al atardecer cubre, ciñe y envuelve la tierra, de la misma manera cuando el sabio está en su silla, en su cama o en su lugar de reposo, las buenas acciones que había hecho en el pasado—su buena conducta corporal, verbal y mental- le cubren, le ciñen y lo envuelven. Entonces, el sabio piensa: ‘no he hecho lo que es malo, no he hecho lo que es perjudicial, no he hecho lo que es cruel. He hecho lo que es bueno, he hecho lo que es beneficioso, me he hecho a mi mismo el resguardo de la angustia. Cuando voy a morir, iré hacia el destino de aquellos que no han hecho lo que es malo… que han hecho a si mismos el resguardo de la angustia.’ Entonces él no se apena, no sufre, no se lamenta, no llora golpeando su pecho ni llega a estar perturbado. Esta es la tercera manera, en la cual el tonto siente la pena y el dolor aquí y ahora.
“El sabio que se ha entregado a sí mismo a la buena conducta del cuerpo, el habla y la mente, al disolverse el cuerpo, después de la muerte reaparecerá en el destino feliz, en el plano celestial.
[El cielo]
“De este estado, monjes, para hablar correctamente se dice: ‘aquello es absolutamente deseable, absolutamente anhelado, absolutamente agradable’, es sobre el cielo, monjes, que para hablar correctamente, esto se debe decir y mucho más que esto, de tal manera que hasta es difícil de hallar un símil capaz de describir la felicidad del cielo.”
Cuando se dijo esto, los monjes preguntaron al Bienaventurado: “Pero, podría ofrecerse un símil, venerable señor?”
“Sí, se podría hacerlo, monjes”, respondió el Bienaventurado y continuó:
“Monjes, imaginad a un Monarca Universal que posee los siete tesoros y las cuatro clases de éxito, razón por la cual experimenta la dicha y el placer.
“Y, ¿cuáles son esos siete tesoros? He aquí, monjes, cuando el rey debidamente ungido durante el día de ayuno del quince se lavó la cabeza y subió a la veranda de su palacio para el día de ayuno, le apareció el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios. Al ver esto, el rey debidamente ungido pensó así: ‘Escuché que cuando el rey debidamente ungido durante el día de ayuno del quince se lava la cabeza y sube a la veranda de su palacio para el día de ayuno, y si entonces le aparece el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios, quiere decir que aquel rey se convierte en el Monarca Universal. Ahora bien, ¿soy yo, entonces un Monarca Universal?’
“Entonces, monjes, levantándose de su asiento, el rey tomó una vasija con agua con su mano izquierda, roció la rueda que sostuvo en su mano derecha y dijo: ‘que el noble tesoro de la rueda ruede, que el noble tesoro de la rueda conquiste’. Y la rueda rodó hacia el este y el rey la siguió con su cuádruple ejército. En cualquier país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia juntó con su cuádruple ejército. Y aquellos que se le oponían en la región oriental, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘venga, Su Majestad, sea bienvenido. Somos suyos, Su Majestad. Gobierne sobre nosotros, Su Majestad’. Y el rey les dijo: ‘No matad a los seres vivos. No tomad lo que nos os ha sido dado. No cometed actos sexuales indebidos. No decid mentiras. No tomad bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida.’ Y aquellos que se oponían a él en la región oriental, finalmente llegaron a ser sus súbditos.
“Y luego, monjes, la rueda rodó hacia el este, oeste y hacia el norte, y el rey la siguió con su cuádruple ejército. En cualquier país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia juntó con su cuádruple ejército. Y aquellos que se le oponían en la región norteña, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘venga, Su Majestad, sea bienvenido. Somos suyos, Su Majestad. Gobierne sobre nosotros, Su Majestad’. Y el rey les dijo: ‘No matad a los seres vivos. No tomad lo que nos os ha sido dado. No cometed actos sexuales indebidos. No decid mentiras. No tomad bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida.’ Y aquellos que se oponían a él en la región norteña, finalmente llegaron a ser sus súbditos.
“Finalmente, monjes, el tesoro de la rueda, habiendo conquistado todas las tierras de mar a mar, retornó a la capital real y se detuvo frente al palacio del rey como se tratara de una envoltura, como si fuera un adorno del palacio real. Este es el tesoro de la rueda que aparece al Monarca Universal.
“Además, monjes, el tesoro del elefante aparece al Monarca Universal, blanco, de siete posturas, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los elefantes de nombre Uposattha. Al verlo, la mente del Monarca Universal se llena de confidencia en él de esta manera: ‘sería maravilloso montar al elefante, si se dejara amansar’. Entonces el entrenador de los elefantes domestica al elefante al igual que se domestica a un elefante de pura raza, por mucho tiempo. Y luego sucede que cuando el Monarca Universal prueba al entrenador de los elefantes y monta al elefante por la mañana, atraviesa con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresa a la capital real para tomar su comida de la mañana. Este es el tesoro del elefante que aparece al Monarca Universal.
“Además, monjes, el tesoro del caballo aparece al Monarca Universal, blanco, con la cabeza del cuervo negro, con la melena como el pasto de munja, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los caballos de nombre Valahaka [Nube de Tormenta]. Al verlo, la mente del Monarca Universal se llena de confidencia en él de esta manera: ‘sería maravilloso montar al caballo, si se dejara amansar’. Entonces el entrenador de los caballos domestica al caballo al igual que se domestica a un caballo de pura raza, por mucho tiempo. Y luego sucede que cuando el Monarca Universal prueba al entrenador de los caballos y monta al caballo por la mañana, atraviesa con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresa a la capital real para tomar su comida de la mañana. Este es el tesoro del caballo que aparece al Monarca Universal.
“Además, monjes, el tesoro de la joya aparece al Monarca Universal. La joya es un berilo fino de las aguas más puras, de ocho quilates, bien terminado. Y el resplandor del tesoro de la joya propaga alrededor a lo largo de una legua entera. Y sucede que cuando el Monarca Universal prueba el tesoro de la joya, ordena su cuádruple ejército para el combate y, colocando el tesoro de la joya en la punta de su bandera, se establece en medio de la oscuridad y la penumbra de la noche. Entonces, todos los habitantes de los pueblos vecinos empiezan sus labores por causa de esa luz, pensando que ya es de día. Este es el tesoro de la joya que aparece al Monarca Universal.
“Además, monjes, el tesoro de la mujer aparece al Monarca Universal; mujer bellísima, guapa y agraciada; poseedora del cutis de suprema belleza, no demasiado alta ni demasiado baja, no demasiado delgada ni demasiado fornida, no demasiado oscura ni demasiado blanca, sobrepasa la belleza humana sin alcanzar la belleza divina. El toque de la mujer que es ese tesoro es como si fuera el copo de malva o el copo de algodón. Cuando es tiempo fresco, sus miembros son calientes y cuando hace calor, son frescos. Su cuerpo expide la fragancia de sándalo y su boca la fragancia de loto. Ella se levanta antes del Monarca Universal y se retira después de él. Está ansiosa por servirle, agradable en la conducta y dulce en la manera de hablar. Siendo que nunca le es infiel al Monarca Universal, ni siquiera con el pensamiento, ¿cómo podría serlo con el cuerpo? Este es el tesoro de la mujer que aparece al Monarca Universal.
“Además, monjes, el tesoro del mayordomo aparece al Monarca Universal. Se manifiesta en él el ojo divino surgido a partir de las acciones pasadas, a través del cual ve las historias de los tesoros escondidas tanto propios como los que no tienen dueños. Se acerca al Monarca Universal para decirle: ‘Que Su Majestad permanezca despreocupado que yo tendré cuidado de sus asuntos monetarios’. Y sucede que cuando el Monarca Universal prueba al mayordomo que es ese tesoro, lo lleva en un bote en medio del río Ganges, en medio de la corriente y estando allí le dice: ‘necesito lingotes de oro, mayordomo’— ‘Entonces, Su Majestad, sólo dirijamos el bote hacia la orilla’.— ‘Mayordomo, es que es justamente aquí donde necesito los lingotes de oro’. Entonces el mayordomo sumerge las dos manos en el agua y saca una olla llena de los lingotes de oro y dice al Monarca Universal: ‘¿Es eso suficiente, Su Majestad? ¿Es suficiente esta dádiva, esta ofrenda?’—’Es suficiente, mayordomo, es suficiente la dádiva, la ofrenda’. Este es el tesoro del mayordomo que aparece al Monarca Universal.
“Además, monjes, el consejero del mayordomo aparece al Monarca Universal, sabio, perspicaz y sagaz; capaz de promover en el Monarca Universal aquello que es digno de ser promovido y desaconsejar lo que debería ser rechazado. Es capaz de establecerlo en lo que debe estar establecido. Se acerca al Monarca Universal y le dice: ‘Que Su Majestad descanse, yo voy a ocuparme de las tareas del gobierno’. Este es el tesoro del mayordomo que aparece al Monarca Universal.
“Estos son los siete tesoros que posee el Monarca Universal.
“Y, ¿cuáles son las cuatro clases de éxito? He aquí, monjes, el Monarca Universal es hermoso, guapo y agraciado; es poseedor del cutis de suprema belleza y sobrepasa, en ese respecto a otros seres humanos. Esta es la primera clase de éxito que posee el Monarca Universal.
“Además, monjes, el Monarca Universal vive mucho tiempo y perdura por mucho tiempo, y sobrepasa, en ese respecto a otros seres humanos. Esta es la segunda clase de éxito que posee el Monarca Universal.
“Además, monjes, el Monarca Universal es libre de enfermedades y dolencias, es poseedor de una buena digestión que es ni demasiado fría ni demasiado caliente, y sobrepasa, en ese respecto a otros seres humanos. Esta es la tercera clase de éxito que posee el Monarca Universal.
“Además, monjes, el Monarca Universal es querido por los brahmanes y hombres hogareños y agradable para ellos. Al igual que un padre es querido por sus hijos y agradable para ellos, así también el Monarca Universal es querido por los brahmanes y hombres hogareños, y agradable para ellos. De la misma manera, los brahmanes y hombres hogareños son queridos por el Monarca Universal y agradables para él. Al igual que un padre es querido por sus hijos y agradable para ellos, así también los brahmanes y hombres hogareños son queridos por el Monarca Universal y agradables para él. Una vez, cuando el Monarca Universal estaba paseando en el carro en el Parque de los Placeres con su cuádruple ejército, los brahmanes y hombres hogareños se acercaron a él y le dijeron: ‘Conduzca más despacio, Su Majestad, así podremos verle por más tiempo’. Y así mismo el Monarca Universal dijo al auriga: ‘Conduzca más despacio, así podré ver a los brahmanes y hombres hogareños por más tiempo’. Esta es la tercera clase de éxito que posee el Monarca Universal.
“Estas son las cuatro clases de éxito que posee el Monarca Universal.
“¿Qué opináis, monjes, estaría experimentando el Monarca Universal la dicha y el placer al poseer esos siete tesoros y estas cuatro clases de éxito?”
“Venerable señor, el Monarca Universal experimentaría la dicha y el placer al poseer tan sólo uno de los siete tesoros, con más razón con al poseer los siete tesoros y cuatro clases de éxito.”
Entonces el Bienaventurado tomó una piedrita y la puso en la palma de la mano, luego les preguntó a los monjes: “¿qué opináis, monjes, qué es mayor: esta piedrita que tengo en la palma de mi mano o Himalaya, el rey de las montañas?”
“Venerable señor, esta piedrita que el Bienaventurado tiene en la palma de su mano, no cuenta frente a Himalaya, el rey de las montañas; ni siquiera es una fracción de ella, no hay comparación que se pueda hacer.”
“De la misma manera, monjes, la dicha y el placer del Monarca Universal de poseer esos siete tesoros y estas cuatro clases de éxito, no cuenta frente a la felicidad del cielo, ni siquiera es una fracción de ella, no hay comparación que se pueda hacer.”
“Si alguna vez, al final de un muy largo periodo de tiempo, aquel sabio retornase el estado humano, renacería dentro de una familia alta: una familia noble, brahmánica, ricos hombre hogareños. Sería alguien rico, de muchas posesiones, con abundante oro y plata, con gran capital y muchos medios, con mucho dinero y graneros; una persona hermosa, guapa y agradable, poseedora de la tez de suprema belleza. Obtendría comida, bebida, vestidos, vehículos, guirnaldas, aceites, ungüentos, cama, vivienda y luz. Su buena conducta con el cuerpo, el habla y el pensamiento haría que, al disolverse su cuerpo, después de la muerte, reaparecería en el destino feliz, en la perdición, en el mundo celestial.
“Imaginad, monjes, a un jugador que en la primera jugada afortunada gana una gran fortuna, aún esta afortunada jugada es baladí: es mucho más feliz el sabio cuando se conduce bien con su cuerpo, sus palabras y sus pensamientos, porque al disolverse su cuerpo, después de la muerte, reaparecerá en el destino feliz, en el mundo celestial. Esta es la completa perfección, el último grado de ser un sabio.”
Esto es lo que dijo el Bienaventurado y los monjes fueron satisfechos y se alegraron en las palabras del Bienaventurado.