Majjhima Nikaya 5

Anangana Sutta

Sin imperfecciones

Esto he escuchado: En una ocasión el Bienaventurado estaba morando cerca de Savatthi, en la Arboleda Jeta del Parque del Anathapindika. Estando allí, el Venerable Sariputta se dirigió a los monjes con estas palabras: “Amigos monjes”.— “Amigo”, respondieron los monjes y el Venerable Sariputta continuó:

“Amigos, estas cuatro clases de personas pueden ser encontradas en el mundo. ¿Cuáles son estas cuatro? He aquí, amigos, hay algunas personas con imperfección que no entienden esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’. Hay también, amigos, algunas personas con imperfección que entienden esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’. Por otro lado, amigos, hay algunas personas sin imperfección que no entienden esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’. Y finalmente, amigos, hay también algunas personas sin imperfección que entienden esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’.

“Y la persona con imperfección, amigos, que no entiende esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’, es considerada inferior entre estas dos clases de personas con imperfección. Mientras que la persona con imperfección que entiende esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’, es considerada superior entre estas dos clases de personas con imperfección.

“Y la persona sin imperfección, amigos, que no entiende esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’, es considerada inferior entre estas dos clases de personas sin imperfección. Mientras que la persona sin imperfección que entiende esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’, es considerada superior entre estas dos clases de personas sin imperfección.

Cuando esto fue dicho, el Venerable Mahamoggallana preguntó al Venerable Sariputta: “Amigo Sariputta, ¿cuál es la causa y cuál es la razón, por la cual entre estas dos personas con imperfección, una es llamada inferior y la otra superior? También, ¿cuál es la causa y cuál es la razón, por la cual entre estas dos personas sin imperfección, una es llamada inferior y la otra superior?”

“Amigo, cuando una persona con imperfección no entiende esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que no producirá fervor, no hará esfuerzo ni generará energía para abandonar dicha imperfección; de modo que esta persona morirá con avidez, maldad y falsa ilusión, con la imperfección y con la mente corrompida. Imagina un plato de bronce traído del mercado o de la casa del herrero, manchado y cubierto de mugre. Y el propietario no lo usa ni lo limpia sino que lo tira a un depósito polvoriento. En este caso, ¿se volvería este plato de bronce aún más manchado y mugroso?”—“Sí, amigo”. —“Así también, amigo, cuando una persona con imperfección no entiende esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que no producirá fervor, no hará esfuerzo ni generará energía para abandonar dicha imperfección; de modo que esta persona morirá con avidez, maldad y falsa ilusión, con la imperfección y con la mente corrompida.

“Amigo, cuando una persona con imperfección entiende esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que producirá fervor, hará esfuerzo y generará energía para abandonar dicha imperfección; de modo que esta persona morirá sin avidez, sin maldad y sin falsa ilusión, sin la imperfección y con la mente no corrompida. Imagina un plato de bronce traído del mercado o de la casa del herrero, manchado y cubierto de mugre. Pero el propietario lo usa y lo limpia y no lo tira a un polvoriento depósito. En este caso, ¿se volvería este plato de bronce más limpio y más brilloso con el tiempo?”—“Sí, amigo”. —“Así también, amigo, cuando una persona con imperfección entiende esto tal como realmente es: ‘Yo tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que producirá fervor, hará esfuerzo y generará energía para abandonar dicha imperfección; de modo que esta persona morirá sin avidez, sin la maldad y sin falsa ilusión, sin la imperfección y con la mente no corrompida.

“Amigo, cuando una persona sin imperfección no entiende esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que preste atención al signo de la belleza , por lo cual, la avidez infectará su mente; de modo que esta persona morirá con avidez, maldad y falsa ilusión, con la imperfección y con la mente corrompida. Imagina un plato de bronce traído del mercado o de la casa del herrero, limpio y brillante. Pero el propietario no lo usa ni lo limpia sino que lo tira a un polvoriento depósito. En este caso, ¿se volvería este plato de bronce con el tiempo manchado y mugroso?”—“Sí, amigo”.—“Así también, amigo, cuando una persona sin imperfección no entiende esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que preste atención al signo de la belleza, por lo cual la avidez infectará su mente; de modo que esta persona morirá con avidez, maldad y falsa ilusión, con la imperfección y con la mente corrompida.

“Amigo, cuando una persona sin imperfección entiende esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que no preste atención al signo de la belleza , por lo cual la avidez no infectará su mente; de modo que esta persona morirá sin avidez, sin la maldad y sin falsa ilusión, sin la imperfección y con la mente no corrompida. Imagina un plato de bronce traído del mercado o de la casa del herrero, limpio y brillante. Además el propietario lo usa y lo limpia y no lo tira a un polvoriento depósito. En este caso, ¿se volvería este plato de bronce aún más limpio y más brilloso con el tiempo?—“Sí, amigo”.—“Así también, amigo, cuando una persona sin imperfección entiende esto tal como realmente es: ‘Yo no tengo imperfección dentro de mí’, es de esperar que no preste atención al signo de la belleza, por lo cual la avidez no infectará su mente; de modo que esta persona morirá sin avidez, sin la maldad y sin falsa ilusión, sin la imperfección y con la mente no corrompida.

“Ésta es la causa, amigo, y la razón por la cual entre estas dos personas con imperfección, una es llamada inferior y la otra superior. También es la causa y la razón por la cual entre las dos personas sin imperfección, una es llamada inferior y la otra superior.

“’Imperfección, imperfección’ se ha dicho, amigo. ¿Pero qué es lo que denota esta palabra ‘imperfección’?”—‘Imperfección’, amigo, es el término que hace referencia a las esferas de los malos y perjudiciales deseos.

“Supón que uno de los monjes tuviese este deseo: ‘Si cometo alguna ofensa, ojalá los monjes no se enteren de esto’. Pero supón también que los monjes igual se enteraron de la ofensa que cometió aquel monje, en cuyo caso, llegaría a estar furioso y amargado por eso, pensando: ‘Estos monjes saben que he cometido esta ofensa’. En este caso, ambas cosas, el enfado y la amargura, se constituirían en una imperfección.

“Supón que uno de los monjes tuviese este deseo: ‘Si cometo alguna ofensa, ojalá los monjes me amonesten en privado y no en medio del Sangha’. Pero supón también que los monjes le amonestaron en medio del Sangha y no en privado, en cuyo caso, llegaría a estar furioso y amargado por eso, pensando: ‘Estos monjes me amonestaron en medio del Sangha y no en privado’. En este caso, ambas cosas, el enfado y la amargura, se constituirían en una imperfección.

“Supón que uno de los monjes tuviese este deseo: ‘Si cometo alguna ofensa, ojalá me amoneste una persona que igual a mí y que no me amoneste alguien que no es igual a mí’. Pero supón también que lo amonestó alguien que no es igual a él y no una persona igual a él, en cuyo caso, llegaría a estar furioso y amargado por eso, pensando: ‘Me amonestó alguien que no es igual a mí y no una persona igual a mí’. En este caso, ambas cosas, el enfado y la amargura, se constituirían en una imperfección.

“Supón que uno de los monjes tuviese este deseo: ‘Ojalá el Maestro, mientras enseñe el Dhamma a los monjes, lo haga a través de una serie de preguntas sobre mí y no sobre otro monje’. Pero supón también que el Maestro, mientras enseñó el Dhamma a los monjes, lo hizo a través de una serie de preguntas sobre otro monje y no sobre aquel monje, en cuyo caso, llegaría a estar furioso y amargado por eso, pensando: ‘El Maestro, mientras enseñaba el Dhamma a los monjes, lo hizo a través de una serie de preguntas sobre otro monje y no sobre mí’. En este caso, ambas cosas, el enfado y la amargura, se constituirían en una imperfección.

“Supón que uno de los monjes tuviese este deseo: ‘Ojalá cuando entremos al pueblo para pedir limosnas, los monjes me pongan a la cabeza a mí y no a algún otro monje’. Pero supón también que, cuando los monjes entraron al pueblo para pedir limosnas, pusieron a la cabeza a algún otro monje y no a aquél, en cuyo caso, llegaría a estar furioso y amargado por eso, pensando: ‘Al entrar al pueblo para pedir limosnas, los monjes pusieron a la cabeza a otro monje y no a mí’. En este caso, ambas cosas, el enfado y la amargura, se constituirían en una imperfección.

“Supón que uno de los monjes tuviese este deseo: ‘Ojalá sea yo quien tenga la mejor silla, la mejor agua y la mejor comida obtenida de las limosnas en el refectorio y no algún otro monje’ … Pero supón también que algún otro monje tuvo la mejor silla…

“Supón que uno de los monjes tuviese este deseo: ‘Ojalá sea yo quien ofrezca la bendición en el refectorio después de la comida y no algún otro monje’ … Pero supón también que fue algún otro monje dio la bendición…

“Supón que un monje tuviese este deseo: ‘Ojalá sea yo quien enseñe el Dhamma a los monjes… que sea yo quien enseñe el Dhamma a las monjas… que sea yo quien enseñe a los seguidores laicos… que sea yo quien enseñe a las seguidoras laicas que visitan el monasterio y no algún otro monje…’

“Supón que un monje tuviese este deseo: ‘Ojalá los monjes… las monjas… los seguidores laicos… las seguidoras laicas me manifiesten honra, respeto, reverencia y veneración a mí y no a algún otro monje…’

“Supón que un monje aquí tuviese este deseo: ‘Ojalá que sea yo quien consiga el mejor hábito… la mejor comida de las limosnas… el mejor lugar de descanso… las mejores medicinas y no algún otro monje’. Pero supón también que fue algún otro monje que obtuvo el mejor hábito… las mejores medicinas y no aquel monje, en cuyo caso, llegaría a estar furioso y amargado por eso, pensando: ‘Este otro monje obtuvo el mejor hábito… las mejores medicinas y no yo’. En este caso, ambas cosas, el enfado y la amargura, se constituirían en una imperfección.

“Así que, ’imperfección’, amigo, es el término que hace referencia a las esferas de los malos y perjudiciales deseos.

“Cuando se ve y se escucha que estas esferas de los malos y perjudiciales deseos no son abandonadas por el monje, entonces por más que habite en el bosque, frecuente los lugares remotos y solitarios, viva solamente de la limosna, mendigue casa por casa, vista sólo harapos y se ponga solamente la ropa áspera , aún así sus compañeros en la vida santa no le van a mostrar honra, respeto, reverencia ni veneración. ¿Por qué? Porque son vistas y escuchadas que las esferas de estos malos y perjudiciales deseos aún no fueron abandonadas por este venerable señor.

“Imagina un plato de bronce traído del mercado o de la casa del herrero limpio y brillante. Pero el propietario pone en él la carne de una serpiente muerta, de un perro o de un ser humano y, cubriéndolo con otro plato, regresa al mercado. Y la gente que lo mira pregunta: ‘¿Qué es lo que traes de esta manera como si fuera un gran tesoro?’ Y, habiendo sacado el plato superior y descubriendo el contenido del inferior, tan pronto que esta gente lo vea, sentirá repugnancia, asco y disgusto, a tal punto que hasta los que tuvieran hambre perderían ganas de comer y los que estuvieran satisfechos, ni siquiera tendrían ganas de hablar sobre la comida.

“De la misma manera, amigo, cuando estas esferas de malos y perjudiciales deseos son vistas y escuchadas y no son abandonadas por el monje, entonces por más que habite en el bosque… no le van a mostrar honra… Porque las esferas de malos y perjudiciales deseos aún son vistas y escuchadas y no fueron abandonadas por este venerable señor.

“Pero cuando son vistas y escuchadas que estas esferas de los malos y perjudiciales deseos fueron abandonadas por el monje, entonces por más que habite en la aldea, acepte las invitaciones y vista los hábitos que le regalan los hombres hogareños , aún así sus compañeros de la vida santa le van a mostrar honra, respeto, reverencia y veneración. ¿Por qué? Porque son vistas y escuchadas que estas esferas de los malos y perjudiciales deseos fueron abandonadas por este venerable señor.

“Imagina un plato de bronce traído del mercado o de la casa del herrero limpio y brillante. Y el propietario pone en él arroz cocido y variedad de salsas y condimentos y, cubriéndolo con otro plato, regresa al mercado. Y la gente que lo mira pregunta: ‘¿Qué es lo que traes de esta manera como si fuera un gran tesoro?’ Y, habiendo sacado el plato superior y descubriendo el contenido del inferior, tan pronto que esta gente lo vea, tendrá el apetito, el deseo de comer y el deleite, a tal punto que aún aquellos con los estómagos llenos tendrían ganas de comerlo, sin hablar de los que tuvieran hambre.

“De la misma manera, amigo, cuando son vistas y oídas que estas esferas de los malos y perjudiciales deseos han sido abandonadas por el monje, entonces por más que habite en la aldea… le van a mostrar honra… Porque son vistas y oídas que las esferas de los malos y perjudiciales deseos ya han sido abandonadas por este venerable señor.”

Cuando esto fue dicho, el Venerable Mahamoggallana dijo al Venerable Sariputta: “Un símil se me ocurre, amigo”.—“Compártelo, amigo Mogallana”.— “En una ocasión, amigo, estaba morando en la Colina Fuerte en Rajagaha. Entonces, una mañana vestí mi hábito, tomé mi cuenco y el hábito exterior y entré en Rajagaha para mendigar alimentos. En esta oportunidad Samiti, el hijo del carretero hacía un cepillado con toques ligeros, y un Ajivaka de nombre Panduputta, el hijo del anterior carretero estaba ahí. Entonces el siguiente pensamiento surgió en la mente del Ajivaka Panduputta: ‘Ojalá que este Samiti, el hijo del carretero, cepille bien cada curva y cada recodo, las torceduras y los desperfectos mediante sus ligeros toques, de manera tal que esto no tenga más torceduras ni desperfectos y quede sólo el duramen’. Y justo en el momento, en el cual a Ajivaka Panduputta se le ocurrió este pensamiento, Samiti, el hijo del carretero, cepilló bien cada curva y cada recodo, las torceduras y los desperfectos mediante sus ligeros toques. Entonces, Ajivaka Panduputta se puso contento y con alegre voz exclamó: ‘¡Él cepilló todo como si conociera mi corazón a través de su corazón!’

“De la misma manera, amigos, aquí hay personas que carecen de fe y que han salido de la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar no gracias a su fe, sino buscando una forma de sobrevivir. Personas fraudulentas, tramposas, engañosas, altaneras, hipócritas, vanidosas, de lengua áspera y suelta, que no resguardan sus facultades sensoriales, no tienen moderación en la comida, no son devotos al desvelo, son despreocupados por la reclusión, no respetuosos a la práctica, amantes de lujos, descuidados, líderes en reincidencias, negligentes en la reclusión, perezosos, faltos de energía, desatentos, no plenamente despiertos, desprovistos de sabiduría y habladores. El Venerable Sariputta, con su discurso del Dhamma, cepilló todo esto como si conociera mi corazón a través de su corazón .

“Pero así también, hay aquí miembros de los clanes que por la fe han salido de la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar, que no son fraudulentos, tramposos, engañosos, altaneros, deshonestos ni vanidosos. No son de lengua áspera ni suelta, resguardan sus facultades sensoriales, tienen moderación en la comida, son devotos al desvelo, preocupados por la reclusión, muy respetuosos a la práctica, no son amantes de lujos, ni tampoco son descuidados. No son líderes en reincidencias, ni son negligentes en la reclusión, ni perezosos, ni faltos de energía ni tampoco desatentos. Son plenamente despiertos, provistos de sabiduría y no son habladores. Ellos, al escuchar el discurso del Venerable Sariputta, lo asimilan y lo digieren tal cual es, con su palabra y pensamiento. Realmente, es muy bueno que él haga salir a sus compañeros en la vida santa de lo perjudicial y los establezca en lo saludable.

“Al igual que una mujer (o un hombre) joven, de espíritu juvenil, encariñada con los adornos, con su cabeza recién lavada, habiendo recibido las guirnaldas de lotos, jazmines o rosas, las toma con ambas manos y las coloca sobre su cabeza, de la misma manera, estos miembros de los clanes que por la fe han salido de la vida hogareña… no son habladores, al escuchar el discurso del Venerable Sariputta, lo asimilan y lo digieren tal cual es, con su palabra y pensamiento. Realmente, es muy bueno que él haga salir a sus compañeros en la vida santa de lo perjudicial y los establezca en lo saludable”.

Fue de esta manera, cómo estos dos grandes seres se regocijaron mutuamente en sus buenas palabras.