Colección de discursos agrupados temáticamente

Pavarana Sutta

8.7. Discurso durante el día de Pavarana

En una ocasión el Bienaventurado estaba morando en el Parque del Oeste en la mansión de la madre de Migara en Savatthi junto con un gran Sangha de los monjes, unos quinientos monjes, todos ellos arahants. En esa ocasión, el día de Uposatha del día quince del mes, el Bienaventurado estaba sentado al aire libre rodeado de los monjes, con el fin de guardar el Pavarana . Entonces, habiendo inspeccionado el silencio del Sangha de los monjes, el Bienaventurado se dirigió a los monjes de esta manera: “Venid ahora monjes que os invito a resonder esto: ¿existe algún acto mío, sea corporal o verbal, el cual deberíais censurar?”

Cuando eso se dijo, el Venerable Sariputta se levantó de su asiento, arregló su hábito exterior en uno de sus hombros y, levantando sus manos juntadas hacia el Bienaventurado en un reverencial saludo, le dijo: “Venerable señor, he aquí no existe acto alguno del Bienaventurado, sea corporal o verbal, el cual deberíamos censurar. Por cuanto, venerable señor, el Bienaventurado es el que originó el sendero nunca antes surgido, produjo el sendero nunca antes producido, declaró el sendero nunca antes declarado. Es el conocedor del sendero, el descubridor del sendero, hábil en el sendero. Y sus discípulos moran ahora siguiendo el sendero, sendero que llegaron a poseer después de él. Y yo, venerable señor, invito al Bienaventurado a responder esto: ¿existe algún acto mío, sea corporal o verbal, el cual el Bienaventurado debería censurar?”

“He aquí no existe acto alguno, Sariputta, sea corporal o verbal, el cual debería censurar. Por cuanto, Sariputta, eres sabio, uno de gran sabiduría, de amplia sabiduría, sabiduría jubilosa, de sabiduría veloz, de sabiduría aguda y penetrante. Al igual que el hijo mayor del Monarca Universal mantiene en movimiento la rueda puesta en movimiento por su padre, de la misma manera, Sariputta, tú mantienes en movimiento la Rueda del Dhamma puesta en movimiento por mí.”

“Venerable señor, si no existe acto alguno mío, sea corporal o verbal, el cual el Bienaventurado debería censurar, ¿existe algún acto, sea corporal o verbal, el cual el Bienaventurado debería censurar de estos quinientos monjes?”

“He aquí no existe acto alguno, Sariputta, sea corporal o verbal, el cual debería censurar de estos quinientos monjes. Por cuanto entre estos quinientos monjes, Saruputta, sesenta son poseedores del triple conocimiento, sesenta son poseedores de los seis conocimientos directos, sesenta son liberados de las dos maneras y el resto está liberado a través de la sabiduría.”

Entonces, el Venerable Vangisa se levantó de su asiento, arregló su hábito exterior en uno de sus hombros y, levantando sus manos juntadas hacia el Bienaventurado en un reverencial saludo, le dijo: “una inspiración me ha llegado, Bienaventurado Señor. Una inspiración me ha llegado, oh Sublime.”

Entonces, el Bienaventurado le dijo: “expresa, entonces, tu inspiración, Vangisa”.

Acto seguido, el Venerable Vangisa ensalzó al Bienaventurado con apropiados versos:

El día quince, para purificarse,
Imperturbables visionarios que han puesto fin a la renovación de las existencias,
Al igual que el Monarca Universal,
Acompañado por sus ministros,
Recorre toda la tierra,
Rodeada por el gran océano,
Y ellos lo atienden en las victoriosas batallas,
Al líder de la insuperable caravana,
[De la misma manera] los discípulos poseen el triple conocimiento,
De aquellos que dejan atrás la Muerte.
Sois rectos, oh hijos del Bienaventurado,
No hay bagazo inútil que podría ser hallado.
Yo alabo al Pariente del Sol,
Al Destructor de los dardos de avidez.