Colección de discursos agrupados numéricamente
3.64. Sarabha
En una ocasión el Bienaventurado estaba morando en la monataña Pico de Buitre, cerca de Rajagaja. En ese entonces, el asceta mendigante de nombre Sarabha—que recientemente había abandonado su Dhamma y Disciplina― dijo en una asamblea en Rajagaha: “He aprendido el Dhamma de los ascetas que siguen a los hijos de los sakyans. Después de haber aprendido su Dhamma, dejé este Dhamma y Disciplina”.
Entonces, una mañana temprano, algunos monjes, se vistieron, tomaron sus cuencos y hábitos externos, y entraron a Rajagaha en busca de la comida de las limosnas. Estando allí escucharon estas declaraciones que el asceta mendigante Sarabha hacía en medio de la asamblea de Rajagaha. Después de que aquellos monjes hubieron caminado en búsqueda de la comida de las limosnas y habían comido, retornaron de esta su habitual ronda y se acercaron al Bienaventurado, le rindieron homenaje, se sentaron a un lado y le dijeron:
“Venerable Señor, el asceta mendigante Sarabha—que recientemente abandonó su Dhamma y Disciplina― dijo en una asamblea en Rajagaha: ‘He aprendido el Dhamma de los ascetas que siguen a los hijos de los sakyans. Después de haber aprendido su Dhamma, dejé este Dhamma y Disciplina’. Sería bueno, Venerable Señor, que el Bienaventurado fuera al parque de los ascetas mendigantes al lado de la orilla del [río] Sappinika y, por compasión, se acercase al asceta mendigante Sarabha”. Y el Bienaventurado consintió en silencio.
Entonces, llegada la tarde, el Bienaventurado emergió de la reclusión y fue al parque de los ascetas mendigantes al costado del [río] Sappinika. Estando allí se acercó al asceta mendigante Sarabha, se sentó en el asiento que estaba preparado para él y le dijo: “¿Es verdad, Sarabba, que has dicho: ‘He aprendido el Dhamma de los ascetas que siguen a los hijos de los sakyans. Después de haber aprendido su Dhamma, dejé este Dhamma y Disciplina’?”. Cuando se dijo esto, el asceta mendigante Sarabbha permaneció en silencio.
Y por segunda vez el Bienaventurado se dirigió al asceta mendigante Sarabha: “Dime, Sarabha, ¿cómo has aprendido el Dhamma de los ascetas que siguen al hijo de los sakyas? Si no lo has aprendido completamente, yo lo voy a completar. Pero si lo aprendiste completamente, me voy a regocijar”. Pero, por segunda vez, el asceta mendigante Sarabbha permaneció en silencio.
Y por tercera vez el Bienaventurado se dirigió al asceta mendigante Sarabha: “Dime, Sarabha, ¿cómo has aprendido el Dhamma de los ascetas que siguen al hijo de los sakyas? Si no lo has aprendido completamente, yo lo voy a completar. Pero si lo aprendiste completamente, me voy a regocijar”. Pero, por tercera vez, el asceta mendigante Sarabbha permaneció en silencio.
Entonces aquellos ascetas mendigantes dijeron al asceta mendigante Sarabbha: “El asceta Gotama te convida a responderte cualquier cosa que pudieses preguntarle, amigo Sarabha. Habla, amigo Sarabha. ¿Cómo has aprendido el Dhamma de los ascetas que siguen al hijo de los sakyas? Si no lo has aprendido completamente, el asceta Gotama lo va a completar. Pero si lo aprendiste completamente, se va a regocijar”. Cuando se dijo esto, el asceta Sarabha se sentó en silencio, desconcertado, encorvado, abatido, sombrío y sin palabras.
Entonces el Bienaventurado, habiendo comprendido que el asceta mendigante Sarabha [se sentó] en silencio, desconcertado, encorvado, abatido, sombrío y sin palabras, dijo a aquellos ascetas mendigantes:
“Ascetas mendigantes, cualquiera que me dijese: ‘Por más que reclamas ser perfectamente iluminado, no eres perfectamente iluminado acerca de estas cosas’, yo podría preguntarle de cerca, interrogarle y examinarle de tal manera que, al ser preguntado de cerca, interrogado y examinado, le sería inimaginable e imposible otra cosa que caer en una de esas tres consecuencias: responder evasivamente o desviar la discusión hacia un tema irrelevante, desplegar ira, odio o amargura, o sentarse en silencio, desconcertado, encorvado, abatido, sombrío y sin palabras, tal como lo hizo el asceta mendigante Sarabha.
“Además, ascetas mendigantes, cualquiera que me dijese: ‘Por más que reclamas ser alguien, cuyas contaminaciones han sido destruidas, no has destruido plenamente estas contaminaciones’, yo podría preguntarle de cerca, interrogarle y examinarle de tal manera que, al ser preguntado de cerca, interrogado y examinado, le sería inimaginable e imposible otra cosa que caer en una de esas tres consecuencias: responder evasivamente o desviar la discusión hacia un tema irrelevante, desplegar ira, odio o amargura, o sentarse en silencio, desconcertado, encorvado, abatido, sombrío y sin palabras, tal como lo hizo el asceta mendigante Sarabha.
“Además, ascetas mendigantes, cualquiera que me dijese: ‘El Dhamma no conduce al que lo practica a la completa destrucción de la insatisfacción, la razón por la cual lo enseñas’, yo podría preguntarle de cerca, interrogarle y examinarle de tal manera que, al ser preguntado de cerca, interrogado y examinado, le sería inimaginable e imposible otra cosa que caer en una de esas tres consecuencias: responder evasivamente o desviar la discusión hacia un tema irrelevante, desplegar ira, odio o amargura, o sentarse en silencio, desconcertado, encorvado, abatido, sombrío y sin palabras, tal como lo hizo el asceta mendigante Sarabha.
Entonces el Bienaventurado, habiendo rugido tres veces su rugido del león en el parque de los ascetas mendigantes, al lado de la orilla del [río] Sappinika, se elevó en los aires y desapareció.
Acto seguido, aquellos ascetas mendigantes propiciaron al asceta mendigante Sarabha unos agravios verbales, [diciendo]: “Al igual que un viejo chacal, en medio de un enorme bosque, pensase: ‘Voy a rugir el rugido de león’, sólo aullaría y gritaría como un chacal, así también, amigo Sarabha, al reclamar en ausencia del asceta Gotama «voy a rugir el rugido del león», solamente aullaste y gritaste como un chacal. Al igual que un pollito que pensase «voy a cantar como un gallo», solo piaría como un pollito, así también, amigo Sarabha, al reclamar en ausencia del asceta Gotama «voy a cantar como un gallo», sólo piaste como un pollito. Así como un toro pensase que brama profundamente en un galpón, así también, amigo Sarabha, en ausencia del asceta Gotama pensaste que bramas profundamente”. [De esta manera,] aquellos ascetas mendigantes propiciaron al asceta mendigante Sarabha unos agravios verbales.